“Se escuchaban los balazos por todos lados”

Nación 22/04/2018 18:56 Teresa Moreno y Pedro Villa y Caña Ciudad de México Actualizada 18:57

Ese 2 de octubre quiso salvar a líderes, afirma José González

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Las balas “se escuchaban por la derecha, por la izquierda, por frente, por detrás, por todos lados y eran de diferentes calibres”. Varios de los proyectiles impactaban en personas que iban cayendo mientras José González corría el 2 de octubre de 1968.

Otros se tropezaban mientras él y algunos de sus compañeros estudiantes hacían lo mismo para librarse de la muerte y pretender “ilusamente” llegar al edificio Chihuahua, para salvar a los líderes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) que se encontraban dirigiendo el mitin, entre ellos David Vega, delegado del IPN, y Luis González de Alba, de la Facultad de Filosofía y Letras.

José González, quien en el Movimiento Estudiantil de 1968 era brigadista de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sobrevivió durante los hechos violentos en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco gracias a que corrió, y a que una vecina de esa unidad habitacional lo escondió, junto a varios jóvenes.

Después de más de 25 años de no pisar este sitio, y a medio siglo del movimiento, el hombre de 73 años muestra en entrevista con EL UNIVERSAL el pantalón que llevaba puesto ese día, el cual se rasgó y manchó de sangre en medio del caos; enseña volantes iguales a los que durante meses repartió a la gente aquel año. Son los recuerdos de una etapa de su vida que no olvida; objetos que atesora cuidadosamente.

Con la matrícula de la UNAM 6201043, el entonces estudiante de sexto semestre de la Facultad de Derecho recuerda que se había unido al Movimiento Estudiantil en julio de 1968 después de conocer que militares había destrozado la puerta de San Ildefonso de la Preparatoria 1, algo que le indignó e hizo que dejará los libros de Derecho Penal para unirse con decenas de jóvenes a difundir las demandas del Consejo Nacional de Huelga.

En la entrevista, José se para en la lateral del Eje Central Lázaro Cárdenas, donde el 2 de octubre de 1968 se observaban tanques del Ejército. Mira frente a esa avenida, así como a la Plaza de las Tres Culturas y el Edificio Chihuahua, para después comenzar a caminar hacia esa explanada en donde relató lo que vivió en ese mitin hace 50 años.

Recuerda que esa tarde él cargaba un impermeable “por si llovía”, que vestía un pantalón gris que aún conserva, y unos tenis blancos “porque servían mucho cuando teníamos que correr huyendo de la policía”. Además, como su familia compartía los mismos ideales de justicia, sus padres asistirían al mitin en esa unidad habitacional, habían acordado verse en el centro de la plaza, pero finalmente ellos no llegaron a la plaza.

“Ese día vine con un amigo de la escuela, Rafael Chong, y su hermano Jesús; dejamos estacionado su carro en la colonia Guerrero y nos dirigimos para la plaza. Eran como las 17:30 horas. Entramos justamente al lado de la pirámide, y vimos que estaba todo rodeado de tanquetas y militares armados.

“No se nos hizo raro, era algo habitual porque nos amedrentaban con camiones de ganaderos, pero si había una cantidad excesiva, algo que nunca habíamos visto”.

José camina y no deja de relatar, su dedo índice derecho señala el camino que siguió esa tarde junto con sus amigos para escuchar a los oradores del CNH quienes se encontraban en el tercer piso del edificio Chihuahua. Sin embargo, el ver desplegados a tantos militares a él y a sus amigos los hizo pensar en no entrar a la Plaza de las Tres Culturas y regresar a casa.

“Pero no, dijimos ya estamos aquí, hemos estado en al lucha y no creo que sea capaces de hacer más de lo que ya han hecho, porque para ese entonces se contabilizaban algunos muertos que habían estado en el movimiento, muchos heridos y presos”.

Decidimos quedarnos

Casi al llegar a la explanada de la plaza, recuerda que “había un ambiente muy festivo, de mucha gente, de estudiantes, profesores y pueblo en general. Atravesamos la explanada, nos ubicamos en las escaleras, frente al edificio Chihuahua, los oradores estaban en el primer balcón, había un compañero del IPN hablando e informando que se suspendía la marcha que íbamos a hacer al Zócalo, dado el despliegue de las fuerzas militares, de policías”.

“No corran”

José relata que el mitin del CNH llevaba 20 minutos de transcurrido. Miró hacia el cielo y recuerda que observó un helicóptero de donde salió una bengala. “No le presté atención, pero en ese momento sonaron disparos y ahí en el balcón donde estaban los líderes del CNH se comenzaron a ver fogonazos, todos los que estaban ahí desaparecieron o los agacharon.

“La gente comenzó a correr. En un principio yo les gritaba”, ¡no corran, no corran, vamos a juntarnos para que no nos agarren!, pero la situación comenzó a desquiciarse. Me dirigí a las escaleras al centro de la plaza, mi amigo Chong y su hermano dijeron ‘vámonos’. Nos salimos , entonces dije, espérense tantito, pero ellos se fueron y yo me quedé. En la plancha vi un grupo de soldados de infantería con rifles, venían marchando, empujando a la gente con la bayoneta calada”.

José mueve las manos y recrea la forma en que los militares llevaban las armas y como movían a la gente. Recuerda que los disparos de armas continuaban escuchándose.

“Los balazos se escuchaban por  todos lados. Eran de diferentes calibres porque había unos que se escuchaban más fuertes que otros, y además se escuchaban unas ráfagas de ametralladoras.

“Todos corrían por todas partes, yo decía que no podían estar disparando”, “no pueden ser tan criminales, estamos indefensos”. “Vi pasar a una compañero que estaba sangrando de la cabeza y me vino una sensación como nunca antes la he tenido de saber por dónde me pueden dar a mi, algunos caían, no se si les daban o se tropezaban”.

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