Como si fuera un día normal, las mujeres se levantaron a realizar sus actividades, pero en plena calle o en los patios, donde colocaron mesas, sillas y catres, bajo lonas que cedieron ante el peso del agua acumulada.
"No conseguimos colchonetas y menos lonas. Fuimos a varios albergues a buscar, pero nos dijeron que no había", lamentó doña Claudia, quien parte de la noche estuvo bajo la lluvia y con los pies en el agua que encharcó las calles y los patios. "Todavía sigue temblando y no queremos regresar a la casa".
Las calles de la ciudad juchiteca amanecieron cubiertas de lodo que las corrientes pluviales arrastraron de los escombros de las viviendas colapsadas por el terremoto del jueves siete y por el nuevo golpe que asestó la naturaleza ayer.
"Gracias Dios por este nuevo día", agradeció doña Juana Villalobos Marrínez, quien solidariamente facilitó su patio donde vecinas y comadres compartieron la noche en vela. Juchitán despertó sin mayores novedades, salvo la molestia de sus habitantes que no consiguieron colchonetas y lonas. La paciencia se impone. Vienen todavía largas noches de desvelo al ritmo de los incesantes sismos.
cfe