El escolta del Papa y amigo de Terminator

Andrés Gutiérrez Caro del Castillo trabajó alguna vez para Donald Trump, a quien recuerda como una persona muy prepotente y déspota

Nación 25/02/2018 20:28 Justino Miranda / Corresponsal Cuernavaca, Morelos Actualizada 20:28

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Su afición por las armas la combinó con el deporte y los resultados lo llevaron a ser uno de los guardaespaldas mas famosos del país. Así, el rostro de Andrés Gutiérrez Caro del Castillo cobró fama en las últimas visitas del Papa Juan Pablo II como escolta del jerarca religioso en la Nunciatura Apostólica y los recorridos  que realizó por la Ciudad de México.

El Comandante, como lo conocen, también custodió al ex gobernador de California Arnold Schwarzenegger, al ex gobernador del Estado de México, Jorge Jiménez Cantú, y a  Donald Trump —cuando estaba al frente del certamen Miss Universo—, entre otros personajes.

Con 70 años de edad, Gutiérrez Caro recuerda su primer trabajo al lado de Manuel Mondragón y Kalb, actual Comisionado Nacional Contra las Drogas, quien en 1970 fue  presidente de la Asociación de Karate y Artes Marciales de Mexico.

“Ahí empezó mi carrera con la seguridad, dado que era de los primeros practicantes de Karate en México y muchos desconocían la técnica y pensaban que se trataba sólo de romper tablas y tabiques”, dice.

Años después fue contratado en la Secretaría de Gobernación, con Fernando Gutiérrez Barrios, en el departamento de Investigaciones Políticas y Sociales, y  en 1982 ingresó a la PGR, con Sergio García Ramírez. En esos sitios puso en práctica sus conocimientos de defensa personal, pero sobre todo su destreza con las armas.

—¿Cuál fue la ocasión que se vio en alto riesgo?

— Trabajaba en la PGR y estaban en el circuito Morelos y Guerrero. Una vez detectamos un campo de amapola entre Iguala y Chilpancingo, por Filo de Caballo, y hasta arriba estaba lleno de amapola; por ahí caminaban sólo los productores y los que que recogían la goma. Una vez fuimos a bajarlos pero se dieron cuenta y nos rodearon. Yo me quedé en una roca muy grande con  cinco o seis tiros, pensé que todo había terminado porque ellos seguían disparando y nosotros estábamos escondidos en las rocas y,  de casualidad, llegaron otros compañeros federales a auxiliarnos.

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Escolta del Papa

En 1998 la Nunciatura Apostólica preparó la cuarta visita del Papa Juan Pablo II y, según lo que supo Gutiérrez Caro del Castillo, la Iglesia Católica no quería saber de guardias vinculados al gobierno federal, por lo que había ocurrido en mayo de 1993, cuando fue asesinado el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.

“Yo tendría unos 49 años y llevé mi currículum. Pasaron dos meses y me dieron cita con el nuncio Justo Mullor. Sólo cinco personas fueron seleccionadas y una semana después el nuncio me designó como responsable de la seguridad de su santidad en la parte interna. Todo lo externo en las rutas, el aeropuerto, lo llevó el Estado Mayor Presidencial, pero en la Nunciatura, adentro de la Basílica y en el interior del Estadio Azteca era mi responsabilidad”, recuerda.

El comandante y su grupo tomaron posesión de la Nunciatura seis meses antes del arribo del Papa y una semana antes de la llegada hicieron un “barrido”, activaron equipos especiales para detectar explosivos, algún tipo de “ojos” o sistema de espionaje; bloquearon puntos negros, aquellos con riesgo de ser usados por francotiradores.

“Cuando llegó el Papa tomamos el lugar y el Estado Mayor no entró para nada; sólo estábamos 12 cintas negras cuarto grado, expertos en artes marciales. La Nunciatura prohibió la entrada de armas de fuego, igual que en el Vaticano, y nosotros llevamos la seguridad del Papa en diversos lugares como los hoteles Sheraton y Camino Real, donde se reunió con obispos y arzobispos. En la seguridad del Papa participaron 120 profesionales en seguridad”, cuenta el comandante.

Para el comandante, el mejor escolta es aquel que pasa desapercibido. Cuenta que en alguna ocasión estuvo en Estados Unidos, por invitación de su amigo Arnold Schwarzenegger, antes de que se casara con la señora Kenedy.

“Fuimos a comer. Iba él, su chofer, otra persona, su esposa y yo. Cuando llegamos al restaurante nos recibieron sin escoltas, nos bajamos, tomamos la mesa, comimos y todo.  ¿No traes escolta? le pregunté, pues era candidato a gobernador de California.   ‘No’, contestó Arnold, pero lo que sucedió es que lo acompañaban puros profesionales”,  recuerda Andrés Gutiérrez.

Entre los meseros, comenta, había varios   escoltas: el que recibía los autos era escolta y dos o tres comensales también lo eran, en ese restaurante había como unos 50 escoltas, pero pasaban desapercibidos. “Esos son los profesionales,  los que traen bata y gafas son los que no saben porque, técnicamente, en seguridad si van a operar como gente mala, son a los primeros que les van a pegar. Es gente prepotente que no sabe”.

—¿Cuál personaje fue el mas difícil de cuidar?

—Donald Trump. Es una persona muy prepotente, déspota, no le parece nada, habla mal a la gente. Es difícil tratar con esa gente.

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