Cuesta arriba, ser jefa de familia y aspirar a una casa

Nación 26/12/2017 10:42 Astrid Rivera Silao, Guanajuato Actualizada 10:42

Jefas de familia laboran principalmente en el sector informal, lo que dificulta su acceso a créditos y por ello no salen de la pobreza, dicen expertos

Un cuarto de cuatro por cuatro metros, cubierto por láminas gruesas en las que apenas un rayo de luz se cuela en las paredes pintadas de verde, de las cuales emana un olor a humedad, es el dormitorio de Silvia Carolina López Luna y sus tres hijos.

Preocupada por el orden de su habitación, Caro, como le dicen sus familiares, recoge las playeras, camisetas y demás prendas que encuentra a su paso para mostrar el lugar donde duerme. Es un cuarto que su madre dispuso cuando se separó de su esposo, que la golpeaba.

Tras su separación, hace poco más de un año, Caro tuvo que hacerse cargo de sus tres hijos. Trabaja en una fábrica que hace asientos para autos en Silao, Guanajuato, donde gana 3 mil pesos al mes. Vive con su madre y otros nueve familiares, en su habitación duerme con sus dos hijos mayores y en el de su madre, el niño de cuatro años.

Caro forma parte de las más de 8 millones de mujeres que son jefas de familia en México.

Especialistas consultados por EL UNIVERSAL señalan que las mujeres que lideran sus hogares son un sector vulnerable, debido a que la mayoría se encuentran en el sector informal, lo que dificulta su acceso a vivienda.

Destacan que existe un vínculo entre la carencia de ese derecho y la reproducción del círculo intergeneracional de pobreza, por lo que este tipo de hogares son más vulnerables a no superar la carencia de satisfactores básicos.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señalan que de los 33 millones de hogares que hay en el país, 8 millones 802 mil son encabezados por mujeres, cifra que desde 2010 ha ido en aumento, al pasar de 24.6% a 27.4%. Las localidades urbanas son las que mayor porcentaje concentran con hogares de este tipo, puesto que registran 29.7%, cifra por arriba de las rurales, con 20.3%.

Sólo tres de cada 10 jefas de familia en zonas rurales son asalariadas, mientras que seis de cada 10 trabajan por cuenta propia, 79.2% de los hogares rurales con jefatura femenina tienen ingresos inferiores a tres salarios mínimos, de acuerdo con el Inegi.

Caro vive con su madre en un terreno en el ejido Coecillo, Guanajuato, donde fueron fincando cuartos en los que instalaron la cocina, baño y dos dormitorios. Más de la mitad de las mujeres jefas de familia tienen entre 30 y 54 años, son el principal soporte económico del hogar, lo que pone en vulnerabilidad a estas familias al padecer diferentes carencias, como la falta de un sitio para establecer su hogar.

Violencia en la familia

En la cocina de no más de cuatro metros cuadrados, Caro pone en el sartén unos huevos, que serán el desayuno. Mientras, relata la vida con su marido: vivían en la casa de sus suegros, allá también tenían un solo cuarto para todos. Su marido, quien comenzó a abusar del alcohol y las drogas, dejó su trabajo en una fábrica de Silao.

Conforme avanzaba su adicción, las agresiones contra Caro se incrementaron hasta llegar a los golpes. Fue cuando decidió abandonarlo.

La mujer de 33 años fue recibida en casa de sus padres, donde vive desde septiembre del año pasado. En medio de los trastes, cazuelas y platos que rodean la estufa, comenta que ha sido muy difícil sacar a sus hijos adelante, por lo que todos los días lucha por construir su propio hogar, del cual apenas está colocando los cimientos.

Esteban Colla, investigador de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana, comenta que el acceso a la vivienda es fundamental para el combate a la pobreza, puesto que se trata de un indicador que está muy relacionado con esta condición, que incrementa las posibilidades de que el círculo intergeneracional de pobreza se perpetúe.

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“La vivienda es básica para la lucha contra la pobreza, porque si las familias no la tienen, es mayor el riesgo de contraer enfermedades y no tienen un ambiente en el que puedan desarrollarse como familia, establecer vínculos, los niños no tienen un lugar para estudiar, entonces, por diversos motivos, el acceso a ella es muy importante para escapar de la pobreza para romper ese círculo intergeneracional y por eso mismo es un indicador”, dice.

Comenta que aunque existen políticas públicas que han tratado de atender el problema del rezago en el acceso a la vivienda de las jefas de familia, el problema de origen que se debe atender es el de la informalidad, puesto que no cuentan con prestaciones ni con un ingreso fijo, lo que limita su acceso a créditos hipotecarios o al Infonavit.

Destacó que se requiere de políticas públicas que se complementen entre sí y generen sinergias en todos los factores que generan la vulnerabilidad de los hogares encabezados por mujeres, esto para reducir su informalidad, darles un mejor acceso al mercado laboral con un salario suficiente para sus necesidades y que se implementen facilidades crediticias.

En la formalidad, cuatro de cada 10

Carlos Jiménez, investigador de la Universidad La Salle, resalta que a nivel nacional, sólo cuatro de cada 10 mexicanos están dentro de la economía formal, mientras que para las mujeres , dos de cada 10 laboran dentro del sector formal.

El 80% de las mujeres tiene dificultades para acceder a un crédito para vivienda y la informalidad está ligada con no contar con ese derecho, indica.

Advierte que mientras no se atienda la desigualdad social y económica que enfrentan las mujeres, ni se implemente una política salarial que promueva el aumento sustancial de los ingresos, los rezagos en ese sector continuarán, además de que la pobreza seguirá reproduciéndose generación tras generación.

Para Gustavo Gutiérrez Lee, director ejecutivo de Hábitat para la Humanidad México, es una “situación preocupante” la dificultad de las jefas de familia para acceder a una vivienda, no sólo en el sector informal, sino también en el formal, debido a que sólo 30% de quienes tienen algún crédito para una casa o departamento son mujeres, contra 70% de los hombres.

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“El acceso a la vivienda es parte de la desigualdad de género. Normalmente los varones son quienes tienen acceso a los créditos hipotecarios, mientras que a las mujeres se les dificulta más, lo que genera un rezago en esa materia”, enfatiza.

Refiere que la vivienda precaria provoca múltiples problemas de salud, como dengue, paludismo, enfermedad de chagas, infecciones respiratorias agudas, alergias, accidentes domésticos e incluso la violencia física y emocional por el hacinamiento. Gutiérrez Lee afirma: “Debemos crear mecanismos para garantizar el financiamiento a viviendas de calidad. Alrededor de 10 millones de usuarios tiene la banca social, la mayoría, 72%, son mujeres. La gente va construyendo sus casas poco a poco, hay que generar mecanismos de financiamiento que se adapten a esa tendencia”.

Comentó que Hábitat para la Humanidad, a través de su programa “Brigada Rosa”, apoya a mujeres jefas de familia para obtener una casa, ya sea mediante la recaudación de recursos o créditos para materiales de construcción.

Caro obtuvo el apoyo de la organización para la construcción de su casa. Apenas está fincando los cimientos de la que será su nuevo hogar, el cual contará con dos recámaras, cocina, baño y sala. Aunque el último año ha sido difícil para ella y sus hijos continúa “echándole ganas” para sacar a sus hijos adelante y que tengan su propio espacio.

“Hemos recibido mucha ayuda de mi familia. Mi mamá nos ha dejado quedarnos aquí en su casa, pero no es lo mismo tener tu propio hogar. Aquí estamos muy amontonados, luego mis hijos, sobre todo el mayor, quiere invitar a sus amiguitos a jugar y pues no hay espacio, ¿en dónde los pongo?”, dice.

Mientras muestra la habitación que comparte con sus hijos, Caro pide a otras mujeres que viven situaciones de maltrato “no dejarse y no tener miedo”, sino buscar la manera de mantener a su familia.

“Es muy difícil ser padre y madre a la vez, estar al pendiente de la familia, sacar dinero para los gastos, pero mientras uno no pierda la fe y las ganas, todo sale bien”.

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