En Tamaulipas, “el camión de Dios” atiende al necesitado
Evangélicos reparten más de 2 mil comidas; procuran a indigentes y migrantes por igual
Cada día Joel Domínguez escarbaba en los contenedores de basura en busca de alimentos.
Él y su familia son de San Luis Potosí, pero la precaria situación económica los orilló a buscar mejores oportunidades en otra ciudad y estado, por lo que acompañado de su madre y dos hermanos decidieron radicar en esta ciudad fronteriza.
Reynosa no fue el nicho de oportunidades que esperaban; Joel limpia vidrios, pero no siempre hay trabajo, y la familia pasó días sin probar alimento.
Pese a la adversidad, Joel asegura que Dios no los abandonó, pues en su camino por calles de Reynosa encontró un pequeño camión con la leyenda: “Dadles vosotros de comer”. Lucas 9:13.
Se trata de miembros de la Iglesia Alianza Cristiana, quienes a diario preparan más de 2 mil platillos compuestos de arroz, frijoles y guisado de carne de res o pollo con verduras, que entregan gratuitamente a los necesitados.
Luis Pérez, miembro de esta comunidad religiosa, afirma que conociendo la problemática que se presenta en la ciudad respecto a personas migrantes, indigentes o simplemente aquellos que no cuentan con recursos, decidieron unir esfuerzos para cumplir con una obra de misericordia.
Los voluntarios se reúnen todos los días a las 8:00 horas para elaborar el menú del día, que distribuyen a las afueras de hospitales, de la Casa del Migrante, puentes internacionales y en las principales arterias de la ciudad.
“Lo que les llevamos es gracias a personas que donan alimento, gracias a los voluntarios que vienen a preparar la comida, y a quienes la llevan hasta quien lo necesita. Es una actividad que nos llena de satisfacción porque vemos la alegría de los niños, sobre todo cuando les llevamos la comida”, platica Luis.
Agradecimiento
Joel se muestra contento cuando observa que “El camión de Dios” se acerca al cruce donde limpia vidrios.
Rápidamente, alrededor de 15 personas se acercan, saludan a los miembros de la iglesia, forman un círculo y cierran los ojos, ya que saben que Luis hará una oración para bendecir los alimentos.
Acto seguido, tres mujeres van sirviendo la comida en platos desechables y además colocan agua fresca de jamaica en vasos que van entregando.
Uno a uno, migrantes, indigentes y quienes trabajan limpiando vidrios de los autos se acercan para recibir los platos y dirigirse a algún lugar donde puedan comer sin interrupciones.
“Gracias, hermano; gracias, señora, hasta mañana. Dios los bendiga”, es la recompensa que reciben los miembros de la iglesia cuando terminan con la labor de dar de comer a los hambrientos.
“Dios dijo, dadles vosotros de comer y ellos le respondieron: ‘No tenemos más que cinco panes y dos pescados’, y fue entonces que el Señor hizo el milagro”, concluye Luis.