Osorio Chong hace maletas

Roberto Rock L.

El menguante círculo cercano a Miguel Ángel Osorio Chong lo describe como taciturno y alejado de las actividades que había disfrutado por años. Sus colaboradores más cercanos han dejado de indagar sobre los aislados encuentros con su jefe, el presidente Peña Nieto. Le han escuchado decir: “Ya nos vamos… no quiero seguir estorbando”.

Osorio Chong se incrustó en el primer equipo peñista cuando el mexiquense ya protagonizaba un marcha irresistible hacia Los Pinos. El ex gobernador hidalguense se coló con forzada humildad, pero también con lealtad y eficacia, hasta recibir la codiciada encomienda de la política interior y del sistema de seguridad del país. Un súper secretario. Pero hoy el titular de la Secretaría de Gobernación está listo para mudarse a otro espacio de la política, muy lejano a la candidatura presidencial con la que alguna vez soñó.

No alcanzaría este espacio para describir el proceso de desgaste sufrido por Osorio Chong. Sus incesantes fricciones con figuras con derecho de picaporte en la casa presidencial, como Luis Miranda, actual secretario de Desarrollo Social. Pero la demolición final inició el 19 de junio de 2016, con el asalto de policías federales sobre la comunidad de Nochixtlán, Oaxaca, que trajo la muerte de al menos seis pobladores y un encontronazo entre Osorio y el secretario de Educación, Aurelio Nuño, sin duda la figura más cercana hoy al corazón del Presidente.

Hoy Osorio Chong encabeza todas las listas de integrantes que estarían a punto de salir del gabinete, sea para asumir cargos más modestos, sea para una posición en el Congreso federal, sea para irse a su casa.

Al hidalguense se le ubica en el PRI como relevo de Enrique Ochoa si éste es convocado a un puesto en el gobierno, como parte de un reacomodo que incluiría cubrir la vacante del Banco de México. Pero imponer al señor Osorio acompañar la campaña de quien vaya a ser el candidato del oficialismo se antoja una tarea incómoda para ambos, un tanto perversa y necesariamente breve. De ahí que la perspectiva del Senado se antoje más probable y sensata.

Pero el contingente de quienes hacen maletas en el gabinete para buscar un escaño senatorial o la curul de diputado crece según avanzan las semanas y se va seleccionando el momento oportuno para formalizar el anuncio. La misma incluye también al secretario de Turismo, Enrique de la Madrid; al vocero presidencial Eduardo Sánchez. Más lo que se acumule.

Puede haber motivos de demora, entre ellos, la resistencia relativa dentro del PRI y del círculo de gobernadores del Institucional contra el aterrizaje el equipo peñista para ocupar posiciones privilegiadas en las listas plurinominales en el Congreso federal. Debe preverse sin embargo, que el peso presidencial acabe por imponerse.

Una complicación real lo puede suponer el congestionamiento de aspirantes mexiquenses en espacios naturalmente limitados para una sola entidad. Y en ese trance están el titular de Sedesol, el citado Luis Miranda; el coordinador parlamentario César Camacho y Francisco Guzmán Ortiz, jefe de la Oficina de la Presidencia.

Este último ha sostenido una relación cercana con Peña Nieto por más de una década, desde que en 2005, con apenas 25 años de edad, se incorporó como asesor del entonces candidato a la gubernatura del Estado de México. Aunque nació en la capital del país, reside en el municipio mexiquense de Huixquilucan.

Un tema que seguramente provocará urticaria política será el del secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza (1949), un personaje que ya era controvertido en 1981, cuando Alfredo del Mazo lo incorporó a la clase política mexiquense al sumarlo a su gabinete y evidenciar que lo dispensaba con su padrinazgo.

Esa protección acompañó por años al señor Ruiz Esparza, quien fue proyectado a diversos puestos federales, incluso en Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA, 1988) y en CFE (1999-2005), donde algunas concesiones empezaron ya a levantar suspicacias. Su buena estrella en el Estado de México de la mano de los Del Mazo se mostró vigente en 2005, cuando reapareció en el equipo del gobernador Peña Nieto. Por años su trayectoria ha estado contaminada por su cercanía con empresas constructoras polémicas, lo mismo OHL que Higa y, más recientemente, las que estuvieron a cargo del Paso Exprés y su mortal socavón.

El cálculo político hoy es que al actual titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes le alcanzarán sus alianzas para sostenerse en el cargo hasta que lleguen las postulaciones para el Congreso federal, donde podría ser acomodado en una curul plurinominal que dé a su vida pública una etapa final apacible y con fuero. Sin embargo, el reporte de la Secretaría de la Función Pública, a cargo de Arely Gómez, que el pasado martes amplió el escándalo sobre la malograda vialidad frente a Cuernavaca, atrae un oscuro nubarrón sobre el futuro de este personaje.

A partir de la próxima semana esta columna aparecerá todos los martes y domingos.

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