A un mes del terremoto, habitantes de Juchitán viven en las calles
El rostro de esta ciudad oaxaqueña es irreconocible, donde había viviendas o negocios, ya no quedan ni los restos de ladrillos, varillas o tierra
El rostro de esta ciudad zapoteca está irreconocible. Donde había viviendas o negocios, ya no quedan ni los restos de ladrillos, varillas o tierra. Ahora, tras el paso de las retroexcavadoras, solo se ven enormes claros en el drama tras el terremoto del siete de septiembre.
Hoy sábado se cumple el primer mes del devastador sismo de 8.2 en la escala de Richter que cambió la vida de las familias istmeñas en menos de dos minutos. Desde aquella noche triste, nadie vive en sus viviendas por miedo a más de seis mil 700 réplicas.
Don Luciano Villalobos fue sacudido en la hamaca que colgó en su patio. “Serían como a las cinco de la mañana con 40 minutos cuando sentí el retumbo que anunciaba el temblor”, dijo al medio día, cuando media docena de réplicas que alcanzaron intensidades de 4.9 habían sacudido la tierra juchiteca.
― Con esas réplicas como que nos dijo el terremoto de hace un mes: no me olviden, dijo con ironía y temblando de miedo doña Ana María, quien se protege en un largo patio rectangular en las calles de Reforma y Morelos, de la segunda sección de esta ciudad zapoteca, donde hallaron refugio unas ocho familias con 28 integrantes entre adultos, menores y recién nacidos.
Al mes del terremoto más grande registrado en los últimos 100 años del país, que golpeó con dureza la vida de las familias juchitecas, nadie se queda en sus casas colapsadas. Los patios y las calles son los espacios donde lidian con las lluvias y los vientos.
Por ahora no hay calles libres de polvo. Con el programa de las demoliciones de las viviendas, el polvo inunda la ciudad. “Estamos atendiendo a las personas que tienen problemas con las infecciones respiratorias agudas”, dijo el médico particular Margarito Aquino.
Tras el sismo del jueves siete, esta ciudad zapoteca perdió su hospital que quedó colapsado. Aún no se sabe cuándo será demolido para que inicie su nueva construcción. Por ahora los servicios médicos se prestan en una institución escolar privada y en un campo de futbol con unos tráileres enormes llamados Atlantes de la Salud.
Las familias zapotecas van a recibir 120 mil pesos de ayuda del gobierno federales para poner de pie las viviendas que perdieron. “No son suficientes “, han respondido, sobre todo porque de acuerdo con el cálculo de los arquitectos, en estos momentos la construcción de un metro cuadrado cuesta cuatro mil pesos.