Reciclaje tecnológico al alcance de comunidades de Oaxaca
Desde hace 8 años, el colectivo ha instalado 17 salas de cómputo; su trabajo se basa en las donaciones de equipos en desuso
“En algunas comunidades, las personas nunca habían visto una computadora”, reflexionan los integrantes de Proyecto Min —que en zapoteco del valle quiere decir niño—, una iniciativa creada para poner la tecnología al alcance de quienes lo necesitan.
Eymard Marcial y José Edwin Orozco forman parte del colectivo y explican que la propuesta surgió como una casualidad, a finales de 2010, cuando Mundo SICA, la empresa donde colaboran, buscaba una forma de aprovechar equipo de cómputo en desuso, a fin de despejar espacio en el inmueble de la empresa.
Uno de los amigos de Eymard propuso instalar software educativo a las máquinas y regalarlas a comunidades. Del cuarto donde se almacenaban, lograron ensamblar 10 máquinas, tras el trabajo de varios fines de semana y fue en abril de 2011, durante el Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre, cuando entregaron los equipos a la comunidad de La Raya, en Zimatlán de Álvarez.
El colectivo ha colaborado con algunas asociaciones civiles para otorgar capacitaciones a cambio de discos duros o memorias.
Eymard comenta que los equipos fueron entregados a la escuela primaria de la localidad, a sugerencia de uno de sus familiares, quien le platicó acerca de las necesidades de los estudiantes del lugar.
Desde entonces, Proyecto Min ha recibido decenas de llamadas de personas que donan equipos o que pertenecen a comunidades donde los necesitan.
“Fue impresionante porque nosotros no nos dedicamos a eso, le destinamos los fines de semana (…) pero a raíz de todo eso, hemos acordado que los viernes sea el día en el que hacemos la ruta de recolección, es decir, cuando pasamos por todas las donaciones de equipo”, acota Eymard.
A la fecha, el proyecto ha logrado entregar 17 salas de cómputo para diferentes comunidades; las primeras ocho se dotaron con 10 equipos y el resto, con cinco y enriqueciéndose con otros a medida que las fueron necesitando. Incluso han recibido solicitudes de otros estados del país.
Labor titánica
Desde la entrega de la primera sala de cómputo, Proyecto Min ha incrementado su carga de trabajo. Hace dos años, entregaron tres salas el mismo año, debido a la cantidad de equipos que lograron recopilar.
La recolección es la primera parte del trabajo, la segunda es acomodarlos y revisarlos para ver cuáles equipos son los que sirven. Después, con las piezas útiles ensamblan nuevas máquinas que, cuando cobran vida, son probados para instalarles software libre didáctico. El último paso es la capacitación de quienes lo reciben para su uso apropiado y prolongado.
También se preocupan por dirigir los desechos a las instancias correspondientes.
En las tareas de prueba y ensamblado de equipo, Proyecto Min invierte una gran cantidad de horas, sobre todo porque muchos de los donativos son de piezas cuya vida útil ya caducó. Ensamblar una computadora nueva, indican, requiere de echar mano de piezas de otras cinco que ya fueron desechadas. Para que funcionen sin contratiempos se elige un software que sea libre y ligero.
Los requisitos
Aunque aseguran que les gustaría tomar en cuenta todas las solicitudes que llegan a través de las redes sociales y correos electrónicos para recibir apoyo de Proyecto Min, los postulantes deben cumplir con algunas características: que no sean asociaciones políticas ni religiosas, que tengan un lugar físico para el resguardo de los equipos y el más importante, que cuenten con energía eléctrica.
En muchas ocasiones, los equipos son donados a escuelas o centros de usos múltiples; sin embargo, Proyecto Min pide a quienes reciben el equipo, que éste sea de libre acceso para toda la población.
Creciendo sin ayuda
Proyecto Min se gestó entre un grupo de compañeros de trabajo y amigos. Después de ocho años de su formación no han recibido ningún reconocimiento o apoyo de ninguna dependencia. No obstante, han colaborado con algunas asociaciones civiles para otorgar capacitaciones a cambio de discos duros o memorias.
Proyecto Min pide a quienes reciben el equipo, que éste sea de libre acceso para toda la población.
“Nosotros funcionamos a través de donativos, el donativo es el equipo de cómputo. Aunque para movernos necesitamos gasolina (…) el dinero no sobra, pero nunca hemos pedido dinero o recibido donativos en efectivo, menos del recurso público”, aclara Eymard.
Reciclaje responsable
Tanto las piezas que no sirven, como otros equipos electrónicos de cualquier tipo que se hayan conectado a la corriente durante su vida útil, son recibidos por Proyecto Min, los jóvenes además, se encargan de dirigir los restos a las instancias correspondientes para que sean desechados de manera apropiada.
“El plástico de las computadoras resiste el calor, está tratado (…) no hay forma de procesarlo y es un problema que no ha tenido solución. Actualmente ya casi todo es de plástico y eso dificulta el proceso de reciclaje”, comentan.
Además, lamentan que en el país no exista una cultura apropiada del reciclaje electrónico, así como una instancia dedicada al destino final de los aparatos. Organizaciones preocupadas por el medio ambiente depositan los restos de electrónicos en contenedores que son enviados a países como la India y China.