Pescadoras afro de la Costa oaxaqueña resisten agonía de la laguna Pastoría

Temen caída de su cooperativa, la única en su tipo en el país, ante la alta contaminación del agua

Emperatriz explica que actualmente sólo alcanza a pescar 12 kilos de producto y antes sacaba hasta 40; cada recorrido le implica una ganancia de sólo 50 pesos. Foto: Roselia Chaca / EL UNIVERSAL
Especiales 01/08/2018 17:00 Roselia Chaca Zapotalito agencia de Tututepec, Oaxaca Actualizada 17:04

La pequeña embarcación de motor llamada Venus rompe pacientemente el agua estancada de la laguna Pastoría, en el Parque Nacional Lagunas de Chacahua.  Emperatriz, su capitana, rema hacia la zona contaminada y mal oliente  para denunciar que los 300 metros de arena que forman la bocabarra que conecta la laguna con  el océano Pacífico impiden la oxigenación, por lo que no hay productos qué pescar.

Emperatriz Arellanos Martínez tiene 33 años, es madre de tres hijos  y es una orgullosa afrodescendiente de Zapotalito, una agencia municipal de Villa de Tututepec, en la Costa Negra.  Ella forma parte de la cooperativa Mujeres Pescadoras del Manglar,  la única agrupación de su tipo registrada  en el país y cuyas integrantes tienen como fuente de sustento las aguas contaminadas de esta laguna.

La idea de formar la cooperativa  inició hace más de dos años, impulsada por  20 mujeres afros en busca de independencia económica e igualdad de derechos; la mayoría,  conocedoras del oficio por sus padres o parejas. Otras, como Emperatriz, lo aprendieron  a raíz de que sus esposos migraron a Estados Unidos  a buscar trabajo.

El proyecto consistía en tres partes: la pesca grupal; la pescadería, donde se  vendería el  producto  sin intermediarios para obtener  mejores ganancias;  y el restaurante “Las Mujeres del Manglar”, donde ofrecerían sus pescados a los visitantes que llegaban a  Zapotalito para  recorrer la laguna.

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Lo que no esperaban es que la contaminación de las aguas terminaría por debilitar el proyecto. De las 20 mujeres,  ahora sólo quedan siete activas, las demás dejaron la cooperativa  al no tener peces que capturar y no poder con el gasto que implica salir a mar abierto, pues tendrían que atravesar toda la zona lagunar y salir por la playa de Chacahua. Más tiempo y más dinero en combustible.

“Aquí, ser pescador dejó de ser negocio, las que seguimos apenas y sobrevivimos. A veces, salimos  a la laguna  y pescamos 12 kilos de producto, cuando antes lográbamos hasta 40”, explica Emperatriz, quien está convencida que  la falta de oxigenación en la laguna  está matando la actividad.

 Además, la pescadora explica que desde que comenzaron los  temblores, en septiembre de 2017,  los peces mueren más “porque salen gases del fondo del agua y aparecen los peces blancos  muertos; es algo raro que he visto varias veces, algo malo está pasando”, afirma y  muestra un video para reforzar sus dichos.

Con esos factores en contra, las ganancias para Emperatriz apenas llegan a los 50 pesos en cada jornada, de las tres  que realiza por semana, por lo que ya no es rentable para salir a pescar  todos los días. Dice que  si la situación continúa se acabará hasta     el turismo, principal fuente de empleo de la comunidad.

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Arena, un muro natural

Antes de 2003, la laguna tenía libre acceso al mar y la actividad pesquera estaba en su plenitud para los más de 2 mil pescadores de  cinco poblaciones; después, en 2003, se comenzó a crear una franja  de arena  de 200 metros entre la laguna y el mar.

Con esa barrera blanca que se extiende por medio kilómetro llegó también la contaminación y el desplome de la pesca. La bocabarra  estuvo cerrada por 10 años, hasta que la fuerza del  huracán Ingrid, en 2013, la abrió de forma natural, aunque tiempo después se volvió a cerrar.

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En  2014 la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) empezó a dragar el canal de tres kilómetros que hay  entre  Zapotalito  y  la bocabarra, pero hasta  hoy la arena sigue como  un muro natural.

Por ello, las mujeres de la cooperativa piden   que el gobierno federal retome el dragado de manera seria, mientras tanto las siete pescadoras  lograron bajar un proyecto a través de semillas para limpiar una pequeña zona del manglar y poder seguir pescando.

“Creo que si el gobierno no hace algo para rescatar nuestra laguna esto se va a morir. Nosotras vamos a comenzar a recuperar nuestro espacio de vida, la que da de comer a nuestros hijos”, dice con esperanza  Emperatriz.

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