Más de 95 mil mujeres en BCS han sufrido violencia: Inegi
Esta problemática en la entidad se da además en un clima de impunidad y corrupción, coinciden expertas
En Baja California Sur, el 55% de las mujeres ha sido víctima de violencia de género; de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de una población de 352 mil 892, unas 95 mil 535 han enfrentado violencia de parte del esposo o novio a lo largo de su relación.
Asimismo, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 (ENDIREH) establece que en 58% de los casos la violencia llega a ser severa y muy severa, es decir, casi 56 mil mujeres han enfrentado situaciones en donde su vida corre un riesgo inminente.
La subprocuradora de Atención de Víctimas de Delitos contra la Libertad Sexual y la Familia, Astrid Valeria Rojas Pérez, señala que se trabaja en esta situación y que en dos años han otorgado algún servicio a casi 5 mil 500 mujeres: una orientación, una denuncia o el inicio del trámite de pensión alimenticia.
Sin embargo, la percepción de las víctimas y de especialistas es diferente, coinciden en que deben enfrentar, además de la experiencia amarga de violencia, “trámites engorrosos, tardados y que desmotivan”.
La investigadora de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), especialista en violencia género, señala que la situación de violencia generalizada en la entidad ocurre además en un contexto de impunidad y corrupción.
Una de las víctimas, Miriam Armenta, narra que llegó al Centro de Justicia Penal a exponer su caso. No era la primera ocasión que tenía una fuerte discusión con su pareja, que forcejeaban y la amenazaba; sin embargo, era la primera vez que acudía a poner una denuncia. Tenía miedo. Está sola en La Paz.
Oriunda de Sinaloa, dice que en 2015 comenzó a vivir en unión libre, y aunque las actitudes violentas y machistas de su pareja las percibió desde un principio, con el tiempo escalaron.
Se llenó de valor y acudió al Centro de Justicia para Mujeres, y en la recepción le dijeron que debía esperar porque la persona que la atendería no se encontraba; ya no regresó.
El Centro de Justicia para Mujeres en La Paz fue inaugurado en marzo de 2017, con una inversión de 17 millones de pesos.
El día de su apertura, el gobernador, Carlos Mendoza Davis, dijo: “Entregamos este centro con el objetivo de que se defienda y se protejan sus derechos, se garantice su derecho al acceso a una justicia pronta y expedita […] Cada mujer va a tener aquí atención jurídica, sicológica, médica, de trabajo social, incluso un área, que habrá de cuidar a sus hijos mientras son atendidas”.
Para las hermanas Maribel y Evelyn —de 24 y 19 años, respectivamente—, que abandonaron sus hogares al ser víctimas de violencia de parte de sus parejas, el centro no ha cumplido con su función.
A Maribel le dijeron que por haberse salido del domicilio, ya no le correspondía presentar su denuncia allí, sino que debía acudir Centro de Justicia Penal y denunciar por “lesiones”.
Mamá Benita fue violentada; ahora apoya a vulnerables
Benita Sabino Morales es morena, de voz bajita y sonrisa sincera. De manera voluntaria decidió convertirse en una “madre” para mujeres con Sida, madres violentadas y niños abandonados, aunque también recibe a jornaleros y ancianos desamparados. Su anhelo de echarle una mano a personas desvalidas nació porque alguna vez ella lo fue.
Sabino Morales, directora del Albergue para Mujeres Víctimas de Violencia de Mamá Benita, platica que ella es de Puebla, se casó a los 14 años y cuando nacieron sus hijos, los problemas y maltrato por parte de su pareja se agudizaron.
“Demandaba a mi pareja pero no le hacían nada y por eso me animé a dejarlo todo y buscar una nueva vida”.
Así, un día agarró a sus hijos, tomó el autobús y decidió alejarse del maltrato. Quería llegar a Tijuana, cruzar la frontera, pero en el camino le platicaron de La Paz. Entonces tomó el ferry de Mazatlán y llegó.
“No fue nada fácil. Tuve que hacer lo que nunca antes había hecho: trabajar, valerme por mí misma”, expresó.
Narra que tenía 25 años cuando llegó a esta capital. Comenzó a trabajar en un consultorio y limpiando casas, pero pronto inició un negocio de venta de elotes, raspados y churros, que a la fecha la mantiene a ella y al refugio para mujeres y niños víctimas de violencia, que recién se convirtió en una asociación civil.
Arranca sola
El refugio inició porque se encontró con una antigua amiga que estaba enferma y sola y decidió recibirla en su casa. Eso fue hace más de 15 años. Ahí nació la idea de ayudar a los vulnerables.
Benita ha sido “madre” para más de 500 personas, aunque emprendió la causa, apenas apoyada por algunos voluntarios, muchos se han sumado.
Adaptó su casa, de tal modo que puedan convivir simultáneamente 35 personas, a quienes les lleva cursos de repostería y manualidades.
“Mi marido era trabajador migrante, cuando se iba yo aprovechaba; estudié cosmetología, cocina, crianza de animales, muchas cosas. Así, lo que sé lo llevo a otras colonias. Ahora les enseño a elaborar productos de soya”, platica.
Mamá Benita comenta que la única condición para que estén en el refugio es que “estudien, trabajen y se empoderen”. Ella lleva a los niños a la escuela, desde kínder hasta preparatoria, a las mujeres les consigue capacitaciones.