Comunidad ayuujk otorga nueva vida a la camisa de Ayutla Mixe

Tras un trabajo de documentación, se descubrió que las puntadas que decoraban sus camisas datan de finales del siglo XIX

Foto: Edwin Hernández
Sociedad 14/11/2019 07:57 Fernando Miranda Actualizada 13:45

Tras una orfandad de décadas, los elegantes patrones rojos y negros entrelazados que adornan la parte frontal de una camisa de manta que resiste al tiempo se rencontraron con sus raíces casi olvidadas, enclavadas entre las montañas donde se asientan los pueblos mixes.  

Fue casualidad, pero también una búsqueda. Donada por Alejandro de Ávila al Museo Textil de Oaxaca (MTO), como parte de la Colección Cervantes, la camisa y un  calzón de manta, que se calcula datan de los años 70,  fueron entregadas sin conocer su origen, lo  que llevó a pensar que venía de algún sitio como Nayarit, pues sus patrones curvos eran poco parecidos  a los que existen en la tradición textil de Oaxaca.

Así pasaron décadas, hasta que el ímpetu de un grupo de habitantes de San Pedro y San Pablo Ayutla, una de las pocas comunidades en las que la tradición del bordado anidó exclusivamente  en las prendas masculinas, terminó con los años de  orfandad.

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Foto: Edwin Hernández

—Tenemos la fortuna de que no estamos desconectados de las comunidades, hay una relación entre los conocimientos, la memoria viva, de las personas y los pueblos con las piezas del acervo, eso es lo que le da vida al museo.

El que habla es Nicholas Johnson, responsable de vinculación social del acervo del MTO y quien mientras navegaba en redes sociales se  encontró  con una publicación referente a la revitalización de las  camisas de Ayutla, comunidad ayuujk considerada la puerta de la región mixe de la  Sierra Norte. Esa fue la casualidad que precedió la búsqueda.  

Para que Nicholas Johnson encontrara esa publicación  se necesitó más de un año de trabajo voluntario de pobladores de Ayutla, quienes emprendieron el rescate de su camisa masculina como una forma de afianzar los lazos comunitarios tras una agresión armada que  los despojó  del manantial que los abastecía de agua  y que los mantiene presos de una sed que no termina.    

—Inició por un contagio de autogestión que nació luego de la agresión de 2017. Nos percatamos que había un daño al tejido social de la comunidad, así que varios jóvenes coincidimos que era necesario impulsar iniciativas que llamaran al tequio,la cooperación y  la autogestión, platica Joaquín Galván, uno de los participantes.

Tras varias propuestas,  se percataron que uno de los elementos que los unían como comunidad, y que estaban en riesgo de desaparecer era su tradición textil.

—Nos dimos cuenta que es una de las pocas tradiciones registradas que se centran en la confección de bordados masculinos, dice Joaquín Galván.  

Con esa certeza, los habitantes comenzaron un trabajo de  documentación, encabezado por la lingüista Yasnáya Gil;  Joaquín y otros jóvenes.

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Foto: Edwin Hernández

Los hallazgos de la investigación fueron variados, en entrevistas con ancianos  y  gente del pueblo descubrieron que las puntadas que decoraban sus camisas  datan de   finales del siglo XIX, cuando se comenzaron a comercializar en Oaxaca las primeras máquinas de coser, de las cuáles 400 se distribuyeron en toda la  entidad y una  llegó a Ayutla.

 —La primera persona que la recibió fue un varón, así que el bordado en maquina comenzó como un oficio de hombres. Tal vez, por eso se empezó a plasmar sobre el traje masculino, explica Joaquín Galván y  agrega que el primer registró fotográfico  que tienen del bordado es del año 1928.

Encontraron, también, que el principal impulsor de estos bordados fue Ignacio José Pérez, un sastre y músico que lo aprendió de un hombre llamado Pantaleón, cuyo apellido se ha perdido en el tiempo. Ignacio comenzó a perfeccionar los patrones de bordado, desde los años 50  hasta su muerte, ya en los 90.

—Era el único varón de la comunidad que conocía cómo se hacían los bordados y el hecho de que fuera músico lo llevó a que cuando eran convocados fuera de la comunidad tuvieran que llevar un traje representativo y fue así como definió un patrón de bordado, que ahora se conoce como bordado en ocho, el más arraigado hasta estos días.   

Concepción es la única que conoce estas puntadas.

El legado de esta tradición textil habría muerto en Ayutla de no ser por Concepción Pérez, sobrina del músico y quien de niña aprendió sólo viendo las puntadas a maquina con las que su tío decoraba las prendas: “A ella le ha tocado conservar el patrón de bordado y es la única de la comunidad”, dice Joaquín.

—Publicamos la investigación con una sesión de fotos que fue muy exitosa en redes sociales. Aunque el uso escolar de la camisa ya era parte del rescate lingüístico y cultural, la publicación trajo mayor aceptación juvenil y comenzó a ser más requerida. Tenemos una lista de hasta 100 camisas en espera, explica.

Fue esa publicación la que encontró Nicholas Johnson y terminó con la orfandad de esa pieza sin raíces. Ahora, la suma de la casualidad y la búsqueda dio como fruto la exposición “Tukyo’¨mët nëxëy (La Camisa de Ayutla), Apuntes sobre vestimenta, identidad y bordados masculinos” que se inaugura el 16 de noviembre en el Museo Textil de Oaxaca

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