Cuando la influenza llegó a México
El 17 de abril de 2009 el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos y el Departamento de Salud Pública de California identificaron una nueva cepa de virus tipificado como A (H1N1)
Texto: Aída Castro Sánchez
Usar cubrebocas, limpiarse las manos con gel antibacterial, no saludar de beso ni de mano, no compartir alimentos ni objetos y no salir de casa, entre otras medidas, fueron promovidas hace más de una década por el gobierno mexicano para prevenir el contagio del virus AH1N1.
Hace más de una década, las iglesias, los juegos de futbol, las obras de teatro, los conciertos, los estadios y las clases suspendieron sus actividades en la capital del país y en otras entidades cuando la influenza porcina o virus AH1N1 llegó a México.
El 17 de abril de 2009 el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos y el Departamento de Salud Pública de California identificaron una nueva cepa de virus tipificado como A (H1N1) en dos pacientes pediátricos que habían mostrado síntomas febriles respiratorios a finales de marzo.
En marzo se registró un brote inusual de influenza en Veracruz. Después en Oaxaca falleció de neumonía una mujer. El 11 de marzo se detectó el primer paciente infectado en la Ciudad de México y de ahí se expandió a más de 20 estados de la República.
Algunos hospitales fueron rebasados por la epidemia. Archivo de EL UNIVERSAL.
El virus ingresó a México por los estados de Texas y California, Estados Unidos, informaron las autoridades mexicanas, quienes precisaron que nuestro país era receptor, más no el origen de la transmisión viral.
Las autoridades solicitaron aumentar las medidas de higiene en distintos recintos. Algunos planteles educativos de la UNAM fueron desinfectados y fumigados tras suspender labores.
El 22 de abril la Secretaría de Salud (Ssa) emitió una alerta nacional al dar a conocer que se registraron 20 muertes por influenza en las primeras tres semanas de abril, de las cuales, 13 ocurrieron en la capital.
Sin embargo, una semana después el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos aclaró que sólo 7 personas fallecieron por el virus.
La noche del 23 de abril las autoridades federales ordenaron suspender clases en la Ciudad de México y el Estado de México. También pidieron a la población no ir a restaurantes, bares, cines ni otros lugares concurridos hasta lavarse las manos a menudo y no saludar de mano o beso. También se pidió alejarse de las personas con infecciones respiratorias.
El 25 de abril el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, anunció la suspensión total de eventos en espacios abiertos o cerrados.
El 26 de abril en la capital se anunció el cierre de guarderías y Tribunales locales. Conforme transcurrieron los días los antivirales se fueron agotando en las farmacias. En la Ciudad de México y el Edomex los cubrebocas y sustancias desinfectantes escasearon.
Los capitalinos se volcaron a las tiendas en busca de termómetros y comida enlatada. Al paro escolar se sumaron los estados de Aguascalientes, Querétaro, Hidalgo, Chiapas y Nuevo León. Ante estas acciones, la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio (ANTAD) informó que el abasto estaba garantizado y llamó a la población a no realizar compras de pánico.
El Banco Mundial prestó a México 205 millones de dólares para enfrentar la crisis. En Estados Unidos también ya se decretó emergencia al anunciarse 20 enfermos.
El 27 de abril se anunció paro nacional de clases. Las autoridades de Salud informaron que mil 995 personas ingresaron a los hospitales por neumonía grave. El virus fue detectado en España y el Reino Unido. Archivo de EL UNIVERSAL.
Además, en siete estados del país se habían presentado casos de presunta influenza. Estados Unidos emitió una alerta a sus connacionales a quienes recomendó visitar México sólo en casos indispensables.
En los aeropuertos del mundo se implementaron medidas para detectar el virus al recurrir al escaneo de las personas y poner en cuarentena a los recién llegados de México.
En la alcaldía Milpa Alta no había ni prevención ni cubrebocas. Varios trabajadores del Instituto de Enfermedades Respiratorias (INER) protestaron porque les negaron material para protegerse del virus.
Los antivirales Zanamivir y Oseltamivir, utilizados por las autoridades de Salud para combatir la influenza se agotaron en algunas de las principales farmacias de la capital y el Edomex.
La Bolsa Mexicana de valores cayó 3.35% y el dólar se registró en $14.10. El Banco de México tuvo que colocar 400 millones de dólares para regular la paridad.
El 28 de abril los hoteles se vaciaron al registrar una ocupación de entre 5% y 10%. Argentina y Cuba prohibieron los viajes provenientes de México. Antes de entrar a Estados Unidos habría que someterse a una revisión médica. En San Luis Potosí se agotaron los cubrebocas y los alimentos enlatados.
Al día siguiente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) elevó la alerta del nivel 4 al 5, en una escala de 6. El gobierno federal convocó a suspender las actividades económicas de los sectores públicos y privados del 1 al 5 de mayo.
Cientos de personas con los síntomas del virus llegaron al Hospital Naval Militar debido a que el IMSS se encontraba saturado.
Para el 30 de abril ya se habían confirmado 257 casos en 11 países: México con 97 y Estados Unidos con 109. La OMS además anunció que la influenza porcina sería denominada “influenza A” o bien, “influenza A/H1N1” debido a la preocupación que existía de que los puercos fueran los causantes de este nuevo virus.
Los mexicanos empezaron a sentir el rechazo mundial por las muertes registradas en nuestro país a causa del virus H1N1.
En lo que respecta a vuelos, Canadá, Argentina y Cuba cancelaron todas las operaciones a nuestro país, mientras que Perú, Ecuador y Chile sólo redujeron la frecuencia de los viajes.
Para entrar a otras naciones había que pasar revisiones y cumplir con trámites migratorios que antes no existían. Por ejemplo, mostrar un pasaporte nacional en el extranjero generaba sospecha e incluso rechazo como en Japón donde se tenía que solicitar visados, cuando antes no era necesario en viajes turísticos de hasta seis meses.
En Hong Kong se activó la alerta máxima al ser detectado un mexicano con el virus A H1N1, procedente de Shangai, por lo que se ordenó localizar a los pasajeros que viajaron con él y mantenerlos aislados. Cerca de 138 connacionales que fueron retenidos en China sólo por tener pasaporte mexicano.
En la Ciudad de México también los capitalinos sufrieron rechazo y discriminación al ser “sospechosos” de estar enfermos y propagar el virus.
La profesora Mariana Solís fue dada de alta del INER tras permanecer aislada al detectársele influenza y recibir un tratamiento antiviral. Ella dijo a este diario que sufrió distancia de sus vecinos que la saludaban “de lejitos”.
A otras personas que se les murió un familiar en su trabajo les pedían el acta de defunción para corroborar las causas del deceso y dejarlos entrar a laborar, según los testimonios que se publicaron .
En China por lo menos 71 mexicanos fueron aislados en condiciones “inaceptables”, por lo que la Cancillería mexicana recomendó no viajar a ese país. Argentina, Perú, Ecuador y Cuba habían suspendido los vuelos procedentes de nuestro país.
Estas acciones llevaron a México a protestar en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por las acciones de xenofobia “sin justificación científica” que algunos países aplicaron contra ciudadanos mexicanos, por la epidemia de influenza tipo A.
El 3 de mayo el secretario de Salud, José Ángel Córdova, aseguró que la evolución de la epidemia de influenza A H1N1 se encontraba en descenso, que hasta esa fecha había afectado a 23 estados de la República. El funcionario agregó que el pico de la enfermedad había sido entre el 23 y el 28 de abril.
Así la zona metropolitana fue regresando a la normalidad, pero en otros estados se registraron rebrotes del virus. Hasta el 8 de mayo eran mil 364 personas infectadas, de acuerdo con los datos oficiales.
Los efectos de la epidemia
El 6 de mayo las actividades económicas y educativas regresaron a la normalidad. Al día siguiente, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, anunció que la economía mexicana entraba en recesión.
Cerca de 1.3 millones de viajeros extranjeros dejaron de visitar nuestro país. La producción y los precios del crudo bajaron ocasionando una reducción de ingresos en un 60%. Aproximadamente 3 millones de personas estuvieron sin trabajo en el país.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) elevó el nivel de alerta mundial de pandemia a la Fase 6, porque el virus se estaba propagando en otras partes del mundo.
Hasta el hasta el 9 de julio de 2009, había 12 mil 645 casos confirmados de influenza A H1N1 en México. El daño que significó nombrar a la enfermedad “influenza porcina” se tradujo en una caída de entre 60% y 80% en el consumo nacional de carne de cerdo.
La influenza afectó principalmente a niños, jóvenes y adultos de mediana edad, de acuerdo con la OMS, la cual anunció el fin de la pandemia de influenza AH1N1 el 10 de agosto del 2010.
De acuerdo con la Secretaría de Salud (Ssa) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) los afectados por la influenza A H1N1 fueron jóvenes, con mayor mortalidad entre los 20 y 59 años.
Las personas que sufrieron el ataque del virus acudieron tarde a los hospitales. El 43% de las defunciones ocurrió en dos de las 32 entidades federativas y el 51% en instituciones de seguridad social.