Opinión

En la política es común encontrar analogías con el ajedrez, por ser un juego de estrategia que obliga a definir prioridades y concentrarse en la amenaza más peligrosa o el plan más importante. Paul Morphy, considerado el mejor ajedrecista de su época tenía una frase célebre “Ayudad a vuestras piezas para que os ayuden”. La situación de los días reciente en México es una muestra de esta premisa, en donde en tres días han ocurrido eventos que concentran los efectos de un proceso que lleva 3 años gestándose sin que hasta el momento se haya topado con una barrera efectiva que lo contenga.

Por si no había sido suficientemente claro a lo largo de estos años, con la creación de la Guardia Nacional con una base militar, y su posterior propuesta de incorporarla a las Fuerzas Armadas; la asignación de recursos financieros a la participación del Ejército y la Marina en tareas de seguridad pública (en detrimento de los programas de fortalecimiento de las policías locales), y la asignación de cuanta tarea civil le ha sido posible a las fuerzas castrenses, los hechos registrados esta semana confirman que las Fuerzas Armadas son –la-- pieza fundamental del presidente López Obrador.

Durante la ceremonia por el aniversario de la Revolución Mexicana, destacó la condecoración del secretario de la Defensa con la “Medalla a la Honestidad”, cuando tan solo un día antes, se había difundido un reportaje que exponía contratos que otorgó el Ejército para la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, donde una periodista de Latinus detectó empresas fantasma, compañías investigadas por desvíos de recursos y operaciones sospechosas de ocultar actos de corrupción¹.

De igual forma, el secretario pronunció un mensaje plagado de referencias al discurso característico de López Obrador con un tono evidentemente político: […]. Para nosotros es un timbre de orgullo poder contribuir a la transformación que se está viviendo, las bases están sentadas y se avanza con paso firme en el proyecto de nación que usted ha impulsado desde el inicio de su gobierno, […]como mexicanos es necesario estar unidos en el proyecto de nación que está en marcha […]”, demostrando una lealtad que parece corresponder a la “ayuda” que ha recibido del presidente.

Como remate a este ambiente enrarecido en donde vemos sin sorpresa y con una pasividad alarmante el desmantelamiento paulatino de nuestro de por sí frágil sistema democrático, el presidente publicó un acuerdo por el cual pretende que las obras insignia de su gestión sean catalogadas como de interés y seguridad nacional. Con ello se garantizaría una carta de impunidad, tanto para la participación de las FFAA en esos proyectos, como para las licitaciones y contratos, mismos que, además, quedarían protegidos del escrutinio de la ciudadanía por la sabida opacidad que legalmente protege a los asuntos de seguridad nacional.

El presidente ayuda a sus piezas para que ellas lo ayuden, ¿y la ciudadanía? ¿y la oposición? Hasta ahora hemos actuado como espectadores, con críticas superficiales que no generan ningún cambio, con la esperanza de que estas acciones no nos lleven a un lugar del que no podamos salir. Decía otro célebre ajedrecista, Savielly Tartakower “Nunca se ha ganado una partida abandonándola”, así que es momento de juntar nuestras piezas. Las Fuerzas Armadas son indispensables para cumplir con las funciones que constitucionalmente les corresponden, y tienen una bien ganada acreditación social. Sin embargo, se continúa abusando de sus capacidades y de su lealtad, se continúa atentando contra el equilibrio civil-militar y contra derechos fundamentales, y se insiste en debilitar a nuestra democracia a fin de perpetuar de manera ilegítima un proyecto político.

Las Fuerzas Armadas, los partidos políticos, los legisladores, los ministros de la Suprema Corte y la sociedad civil deben unirse en la defensa de nuestra Constitución y nuestras libertades para detener a un rey que gobierna por decreto sin sortear obstáculo alguno.