Apuntes sobre la muerte del líder de ISIS
El líder de ISIS—Abu Ibrahim al Hashimi al Qurayshi—ha muerto en un operativo de un comando especial de Estados Unidos. Recordemos que, en 2019, en un operativo similar, Washington había liquidado a quien le precedió, Abu Bakr al Bagdadi. Bagdadi había llevado a ISIS a sus niveles más altos de poder con la conquista territorial de media Siria y una tercera parte de Irak, además de una gran relevancia global por la extensión de sus operaciones. Qurayshi, sin embargo, tomó el lugar de Bagdadi en un momento muy complicado para esa agrupación que desde varios años atrás había sido fuertemente golpeada por la coalición que le combatía. ISIS perdió todo el territorio que llegó a controlar. Su actividad había disminuido enormemente. Como resultado, el liderazgo de Qurayshi tenía un perfil mucho menor que el que Bagdadi tuvo en su momento, y aunque su muerte representa sin duda una nueva e importante sacudida en contra de la organización, no se trata de su final, ni mucho menos. Por tanto, hay que leer este evento desde al menos dos dimensiones. Una de ellas es, por supuesto, la de ISIS. La segunda, el efecto político para Biden, el cual llega cuando más lo necesitaba. Van unas notas al respecto.
1. El daño a ISIS fue ya hecho tiempo atrás al haberle arrebatado el territorio que controlaba en Siria e Irak. Esto ocasionó que la organización perdiese su proyección de pseudo estado con un espacio físico, una población, un gobierno, una burocracia, una economía e incluso su propia moneda. ISIS perdió también sus rutas para abastecerse de recursos, mercancía y combatientes, perdió la mayor parte de sus capacidades para emplear redes de tráfico de personas, productos ilícitos, combustibles y otros artículos. En cambio, regresó a ser lo que era antes del 2011, una agrupación terrorista operando desde la clandestinidad. Todo esto, sin embargo, ya había ocurrido incluso antes de la muerte de su líder anterior, Bagdadi.
2. Ahora bien, con todo y sus derrotas, lo que ISIS sí ha podido conservar desde entonces y hasta ahora es: (a) una presencia local que, entre Siria e Irak, podría estar compuesta de unos 10 mil combatientes con células que se mantienen activas y cometiendo ataques en la zona; (b) una amplia red de filiales que va desde el África Occidental, pasando por África del Sur, África del Norte y el Sinaí, y que llega tan lejos como Afganistán o Filipinas; (c) una red de células más pequeñas ubicadas en muchos otros países, algunas de las cuales permanecen activas y otras en estado “durmiente”; (d) una red de operaciones digitales que, aunque no es lo que fue, sobrevive. Su actividad va desde el uso de propaganda, hasta la detección, contacto directo, radicalización, adiestramiento y dirección a distancia de potenciales atacantes; y (e) un número indeterminado de individuos dispuestos a cometer ataques a nombre de la organización.
3. Hay que entender que las organizaciones terroristas transnacionales no operan de manera piramidal o jerárquica como ejércitos o corporaciones. Cada pieza o componente trabaja con relativa independencia. Lo que hay, sobre todo, es el uso de un nombre común, la persecución de ideales compartidos y la proyección de la lucha jihadista con una imagen global, viva y que se mantiene relevante.
4. Aún así, a Qurayshi le tocó recomponer a la organización, concretamente en su centro operativo de Irak y Siria. De acuerdo con datos del Centro para el Combate al Terrorismo (CTC) de West Point, después de muy importantes caídas, los ataques cometidos por ISIS en Irak volvieron a subir brutalmente entre 2019 y 2020 (años en los que alcanzaron cifras similares a sus picos del 2014 y 2015). Sin embargo, en 2021, la eficacia de las autoridades iraquíes, asistidas por la coalición liderada por Washington, consiguió que esos ataques volviesen a caer considerablemente. En el caso de Siria, también se han observado picos y caídas en la actividad de ISIS a lo largo de los últimos dos años. Pero esas caídas son relativas. Hay momentos en los que se llega a observar hasta cien atentados de distintos grados cometidos en el curso de unas pocas semanas. Cuando el CTC indica que la actividad de ISIS en Irak ha disminuido, se refiere a que ISIS “solo” llevó a cabo 300 ataques en los últimos tres meses del año (únicamente en ese país).
5. Destaca, por ejemplo, hace pocos días, la captura por parte de ISIS de una prisión ubicada en la zona en Siria controlada por las milicias kurdas respaldadas por Estados Unidos. A pesar de que las fuerzas kurdas lograron recuperar esa prisión, y a pesar de que se calcula que más de 370 combatientes asociados a ISIS perdieron la vida, la agrupación retuvo a cientos de rehenes durante varios días, asesinó a cientos de personas y, sobre todo, demostró que sigue contando con la fuerza operativa y con la capacidad de llevar ataques coordinados de relativa sofisticación; el operativo se logró con la ayuda de varias células “durmientes” con cuya presencia no se contaba, y todo esto ahí mismo, en Siria, en donde ha sufrido sus mayores derrotas.
6. Por otro lado, sus diversas filiales se mantienen activas. Por ejemplo, en 2020 (ya después de la muerte de Bagdadi), un grupo de Mozambique que se convirtió en franquicia de ISIS, estuvo involucrado en más de 400 incidentes de seguridad ese año. Las autoridades del país estaban siendo incapaces de doblegarlo y no pudieron evitar que el grupo capturara el puerto de Mocimboa da Praia y otras zonas del territorio hasta que finalmente se buscó ayuda internacional para someter a los jihadistas. Lejos de ahí, la rama afgana de ISIS ha perpetrado cientos de atentados en el último año, uno de los cuales fue cometido en el aeropuerto de Kabul durante los momentos más complicados de la evacuación estadounidense, con múltiples bajas, sobre todo civiles afganos. Esa actividad tanto en Afganistán como en otros sitios tales como Yemen, el Sinaí o diversas partes de África, se ha mantenido a pesar de los golpes al liderazgo de ISIS, y no hay indicios de que se verá mayormente afectada por la muerte de Qurayshi.
7. Es interesante, además, comprender la forma como estas organizaciones mutan y se adaptan a sus circunstancias. En la propia Siria, ISIS se ha convertido en uno de los mayores productores y traficantes de anfetamina, exhibiendo los peligrosos nexos que existen entre el terrorismo y el crimen organizado.
8. No obstante, para Biden ha sido crucial publicitar este golpe a la organización. Como sabemos, la dramática salida estadounidense de Afganistán dejó la posición de la superpotencia francamente debilitada. Daba la apariencia de que Biden se había reorientado exclusivamente a afrontar su rivalidad con Rusia y China, y estaba desatendiendo otro tipo de compromisos como, precisamente, el combate al terrorismo. Más aún, ni siquiera su disposición a enfrentar a Rusia y a China le han permitido proyectar la fortaleza que pretende. Así, la muerte del líder de ISIS le permite comunicar las capacidades y la determinación de Washington. No debe sorprender, por tanto, el importantísimo despliegue mediático que se hizo a lo largo de los últimos días para comunicar este mensaje.
En suma, ISIS resulta golpeada, pero sobrevive. Más aún, la lucha jihadista ha logrado adaptarse a las circunstancias a pesar de las muertes de sus líderes como Bin Laden o Bagdadi. Este es el punto central: se trata de organizaciones que no se eliminan cuando son combatidas militarmente, cuando son descabezadas o cuando se destruyen sus bases o centros. Mutan, se mueven geográficamente y se adaptan. Esencialmente porque su fuerza no radica en sus capacidades materiales. Éstas son únicamente herramientas para provocar terror y acercarlas a sus metas. Pero la historia demuestra que, por más que se les combata físicamente, cuando su poder inmaterial sobrevive—su capacidad de atraer, convencer, proyectar fuerza y aterrar—mantienen el potencial para ocasionar efectos psicosociales devastadores. La investigación muestra que el terrorismo (sobre todo en países de Medio Oriente, África y Asia) está altamente correlacionado con otras formas de conflicto armado, con la criminalidad y las violaciones a derechos humanos cometidas por los gobiernos. Las respuestas ante esa manifestación de violencia en esas partes del globo, entonces, tienen que pasar por estrategias no solo de “pacificación”, sino de una verdadera construcción de los pilares que sostienen la paz de raíz.