Opinión

¿Cuántos ejecutados quiere AMLO para que no sea tema “amarillista”?

Juan Pablo Becerra-Acosta M.

El Presidente se ha convertido en lo que tanto criticó: en el gran dedo censor que pretende que no publiquemos

El Presidente de la República afirmó el jueves pasado que los periodistas somos amarillistas porque abordamos el problema de los asesinatos de políticos y candidatos, ejecuciones perpetradas durante el actual proceso electoral, y señaló que somos “sensacionalistas” porque damos espacio destacado a ese tema. Y que con ello, dijo, “enrarecemos” el ambiente. Nosotros, no los sicarios y los capos y caciques que ordenaron las ejecuciones. 
  
Vaya similitud la del huésped de Palacio Nacional con Enrique Peña Nieto y sus subordinados, que nos llamaban “prensa hostil” a quienes publicábamos y transmitíamos información acerca de la violencia criminal, o sobre los excesos cometidos por cuerpos de seguridad (desapariciones, ejecuciones, masacres de ambos bandos) y la ineficacia de todos los gobiernos (municipales, estatales y el federal) para resolver los problemas.
  
Vaya semejanza con la virulencia verbal del autoritario régimen priista (1929-2000) y sus múltiples caciques regionales, que a la prensa crítica, a quienes publicaban lo que acontecía, la hostigaban en privado y luego la trataban a punta de boicots, despojos, exilios, cárceles y asesinatos.

El Presidente se ha convertido en lo que tanto criticó, en lo que tanto documentamos y criticamos: en el gran dedo censor que pretende que no publiquemos ni transmitamos… la realidad, los hechos, la información dura, tal como acontece, y que mucho menos le demos contexto y la analicemos.
  
Muy bien. Entonces él, que no es un falso mesías, pero que sí es un caudillo (¿como Franco?), de acuerdo a lo que su gente publicó este viernes en El Soberano (https://twitter.com/elsoberano_mx/status/1398247687653265414?s=21), ¿nos podría decir cuántos muertos no son amarillismo? ¿Cuántos políticos, aspirantes y candidatos ejecutados se requieren para que no sea un asunto sensacionalista?
  
Este viernes le pedí a Ruben Salazar, Director de la consultora Etellekt, que me compartiera los datos más recientes de la violencia política:
  
-Van 89 asesinatos de políticos en 22 estados y 79 municipios a lo largo del proceso electoral. Son 89 familias mutiladas. ¿Cuántos asesinados más requiere el Presidente para que ya no sea un tema amarillista? ¿90? ¿23 entidades y 80 municipios, o también es poco? ¿O sumamos a los 34 familiares y 10 colaboradores que murieron en los atentados contra esos 89 políticos? ¿Tampoco así? 
  
-Van 35 aspirantes y candidatos a un puesto de elección popular asesinados. ¿Cuántos más para que el tema ya no sea sensacionalista? ¿36?
  
¿Sabrá el Presidente que a estas alturas, hasta el 28 de mayo del 2018, durante el más violento proceso electoral que haya vivido el México moderno, iban 37 aspirantes y candidatos asesinados? Estamos a tres ejecuciones de rebasar esa oscura marca. 
  
¿Sabrá el Presidente que el 89% de quienes fueron asesinados y competían por un puesto municipal eran opositores a los alcaldes en el poder? ¿Sabrá que el 29% de los asesinados formaba parte de su propia alianza?
  
¿No le parece terrible que criminales y caciques políticos estén votando a punta de balazos, como lo hemos señalado desde hace semanas algunos periodistas?  
  
-De los 35 aspirantes y candidatos asesinados en 16 entidades y en 32 municipios, 7 eran mujeres. ¿Cuántas más para que ya no sea amarillismo? ¿8? ¿Cuántos estados? ¿17? ¿33 municipios? ¿O más?
  
Imagino que si un asesor entra a la Oficina Oval de la Casa Blanca y le informa al presidente Biden que van 89 políticos y 35 aspirantes y candidatos ejecutados durante un proceso electoral, en 16 estados y en 32 condados, éste se alarmaría por una simple razón: no es normal. Un solo asesinato es inadmisible. Uno. No se puede normalizar ni relativizar la violencia política. Nunca. Biden convocaría a todos los actores políticos de su país para unirse y manifestar su repudio. Un ya basta colectivo. Quizá le pediría a la gente vestirse de blanco y marchar por las calles en silencio. Y sin duda utilizaría todos los recursos del FBI para investigar cada caso. ¿O Biden diría que por dar a conocer esos datos y analizarlos los medios son “amarillistas”, “sensacionalistas”, “conservadores”, “opositores” que quieren rating?
  
Pero bueno, qué sé yo: yo no soy un falso profeta… 

 

[email protected]
Twitter: @jpbecerraacosta
Temas Relacionados
Juan Pablo Becerra-Acosta M.

Comentarios