Opinión

Culiacán: en pandemia de violencia

Maite Azuela

El tiempo vuela, parece que fue ayer la captura de Ismael “El Mayo” Zambada, pero en realidad fue –prácticamente– hace tres meses. Platiqué con dos personas de Culiacán porque supe que lo que en medios nacionales se publica, pocas veces revela la agonía que atraviesa un ciudadano de a pie, cuando su barrio, su ciudad está prácticamente tomada por el crimen organizado. El pánico tiene tomada su vida cotidiana y por lo tanto me han pedido anonimato. No tienen protección, temen a la delincuencia sí, pero no tienen confianza alguna en las autoridades.

Una de ellas –que ha preferido el anonimato– comienza contándome: “hace apenas una semana por la noche empezamos a escuchar helicópteros que estaban volando bajo por la zona donde vivo y era porque a 2 cuadras habían atacado e incendiado un vehículo, el cual por cierto aún se encuentra en el sitio todo carbonizado”. Ella vive en la zona norte de Culiacán conocida como La Conquista.

La otra persona me cuenta que no hay horario para dejar de tener miedo: “El 11 de octubre tuve que salir rumbo al aeropuerto para salir en el vuelo de las 6 am y me topé con autos quemados y un grupo armado en camionetas. Solo le pedí a Dios llegar con bien al aeropuerto”.

Las fechas que refieren estas dos personas son posteriores a la visita del Secretario de Seguridad Pública, García Harfuch, a Culiacán, y Ricardo Trevilla Trejo, el General Secretario de la Sedena. Su testimonio indica que el cobijo que el gobierno federal intentó proyectar con los altos funcionarios de seguridad caminando por las calles el 8 de octubre, no produjo un solo cambio en la cruda violencia que atraviesa las calles en todo momento.

“Se nos ha dicho que llegan y llegan grupos y grupos de integrantes de la Guardia Nacional. Sin embargo, no se nota. Es un horror esto. Antes todos vivíamos bajo el entendido de que estos grupos existen y entre ellos se entienden, sin embargo, al ya no haber un entendimiento y traiciones entre ellos, hizo que la población tengamos que vivir los peores momentos de Culiacán”.

¿En dónde está el Estado para garantizar la seguridad? ¿De verdad la suerte de estas personas y sus familias está en manos de que los grupos criminales decidan calmarse?

Una de estas dos personas me explica que en Culiacán la ciudadanía había aprendido a convivir con estos grupos. “La población en Sinaloa y en Culiacán tienen la particularidad de que la gran mayoría se sienten expertos opinadores en el tema de la mafia y el cártel. Sin embargo, se habla y se coincide en la traición del grupo de Los Chapitos hacia el Mayo Zambada. La principal duda viene de la participación del Gobierno Estatal por parte del gobernador ya que era por todos conocido que su principal rival político era el maestro Cuen y la coincidencia del asesinato del maestro la misma noche de la aprehensión o del secuestro del Mayo Zambada genera muchísima especulación. Lo que sí es una realidad es la estrecha relación del Gobierno en turno con el Cártel de Sinaloa, no diría que es un tema exclusivo de Morena”.

Apenas esta semana, la FGR dio a conocer en el comunicado 536/24 “un avance sustancial” de su investigación sobre “el secuestro” del Mayo Zambada. Ahí se entiende que el video de la gasolinera sobre el asesinato de Cuen habría sido un montaje. Pero ni los avances de la FGR ni la presencia de la Guardia Nacional hacen la diferencia para los culiacanenses: “en lo personal estoy nerviosa, salgo solo a lo indispensable. Todo se siente como si estuviera en pandemia, solo que un cubrebocas y mantener tus manos limpias no es suficiente. Vivimos en un confinamiento nuevamente”.

La pandemia de la violencia y el crimen organizado no está atendiéndose con seriedad por las autoridades. Su derecho a la libertad de tránsito, las garantías a su vida y a su integridad están anuladas. La población vive todo el tiempo con miedo de morir en medio de un enfrentamiento. ¿Seguirán dejando la seguridad al arbitrio del crimen organizado?

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