Opinión

Ética laica

Arnoldo Kraus

El sastre de Beckett tiene razón: el mundo está enfermo

El libro Ethics (Oxford University Press, 1994), editado por Peter Singer —filósofo, ecologista, defensor de los animales, militante contra el neoliberalismo— ofrece una serie de textos introductorios firmados por Platón y Aristóteles. Ethics —no hay versión es español—, contiene ensayos publicados en las últimas décadas del siglo pasado por diversos autores cuyo eje central es ética; destacan, entre muchos temas, justicia, desigualdad, altruismo, moral, primates, eutanasia y reciprocidad. Hoy, si Singer compendiase una nueva versión, pienso, incluiría temas como inteligencia artificial, cambio climático, abusos de la tecnología, óvulos congelados y su destino cuando no son utilizados, CRISP —por sus siglas en inglés, Regulaciones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Espaciadas—, técnica que modifica el ADN de organismos vivos, “bebés a la carta” y un largo etcétera.

Los ensayos provienen de filósofos, eticistas y figuras señeras vinculados con reflexiones religiosas atribuidas a Jesús y al rabino Hilel, así como ideas provenientes de la literatura, entre otros, Dostoievsky, Camus y Huxley, y de pensadores de la talla de Marx, Gilligan, Goodall y Darwin. Ethics ofrece una serie de posibilidades para pensar el mundo desde otros ángulos.

La vigencia de algunas de las ideas expuestas cobra importancia dadas las enfermedades que hoy padecen tanto la Tierra como los seres humanos. De la insalubridad de nuestra casa, los responsables, salvo para los creacionistas —Donald Trump, Jair Bolsonaro, etcétera—, somos los seres humanos. De las enfermedades de nuestra especie, los culpables también somos nosotros por irresponsables y por permitir que el poder omnímodo y execrable maneje las riendas del mundo: Putin en Rusia, Daniel Ortega en Nicaragua, y Netanyahu, Hamas y Bachar El Assad en Medio Oriente representan una mirada rápida de personas/políticos enfermos. Cuando busco cobijo para denunciar la patología del mundo, recurro a Samuel Becket —no me canso de citarlo—:

—Cliente: “Dios fue capaz de hacer el mundo en seis días y usted no es capaz de hacer un pantalón en seis días”.

—Sastre: “Pero, señor, mire el mundo y mire su pantalón”.

El sastre de Beckett tiene razón: el mundo está enfermo. Los modelos imperantes, religiosos, económicos y políticos han fracasado. El epílogo de Ethics ofrece otras vías para mejorar —salvar también es término adecuado—, al ser humano y al mundo. Para Derek Parfit, autor del epílogo, las religiones y sus Dioses impidieron el libre desarrollo del razonamiento moral. Ante la sordera y las amenazas de las religiones poco se cuestionó la malignidad del poder, ya sea el de ellos mismos, del político o de empresarios ladrones, con frecuencia asociados y corresponsables.

Profesor de filosofía en la Universidad de Oxford, Parfit (1942-2017) sugiere que la ética no religiosa (Non Religious Ethics) podría ser factor de cohesión y de cambios favorables. Concuerdo con él: la ética laica, la ética no relacionada con religiones, es una disciplina que busca unir a los seres humanos. A partir de la década de los sesenta del siglo pasado la ética no religiosa es materia de estudio, lamentablemente, en pocos lugares. En todo el mundo, cuestionar las ideas impuestas por religiosos es cada vez más necesario; la guerra entre Hamas e Israel, es, para los primeros, religiosa.

Sin el oprobio de las religiones la ética laica puede ser una respuesta. De no ser así, ¿cómo proteger a la Tierra?, ¿cómo salvaguardar al ser humano y a los animales?, de no ser la ética laica, ¿qué o quién podrá contrarrestar las penurias de la humanidad y de nuestra casa, la Tierra?

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