Opinión

García Harfuch, ¿iría a Seguridad o a Gobernación?

Salvador García Soto

En los círculos más cercanos de la campaña de Claudia Sheinbaum Pardo nadie duda de que Omar García Harfuch estará en un eventual gabinete de la doctora e incluso la mayoría da por hecho que sería como el nuevo Secretario de Seguridad Federal y Participación Ciudadana (SSyPC). Y eso es lo más lógico cuando se sabe que ese fue el acuerdo que el exjefe de Seguridad en la Ciudad de México hizo con su exjefa, cuando dejó el gobierno capitalino para lanzarse por la candidatura presidencial.

La experiencia de Omar García al frente de la seguridad de la CDMX, además de su paso por la antigua Policía Federal y la Agencia de Investigación Criminal de la FGR, constituyen la principal oferta de Sheinbaum en materia de seguridad y combate al narcotráfico si llega a la Presidencia. Todo su proyecto de seguridad está diseñado, revisado y armado por el actual candidato al Senado por el Partido Verde, quien es la cabeza del equipo de campaña en esa materia, además de la gran confianza personal que le tiene la candidata.

Y aunque se da por hecho que, si gana el Senado, Omar sería solo senador por un mes, para a partir del 1 de octubre integrarse al eventual gabinete de Sheinbaum, lo que no está totalmente decidido es si lo hará como Secretario de Seguridad o si podría ocupar otra posición y manejar desde ahí la seguridad y el combate al narcotráfico. Porque dentro del mismo equipo claudista se comenta que colocar a García Harfuch al frente de la SSyPC tendría al menos dos problemas o inconvenientes a considerar: el primero las amenazas directas que persisten contra la vida del mencionado por parte de capos del crimen organizado, lo cual desde esa posición lo podría colocar en una posición demasiado expuesta ante tales amenazas.

Pero el segundo problema que tendría Harfuch despachando en la Secretaría de Seguridad federal es aún más delicado.  Su muy mala relación con las cúpulas del Ejército Mexicano. Paradójicamente aunque él es nieto del general García Barragán, exsecretario de la Defensa en el sexenio de Díaz Ordaz, hay sectores del Ejército que no ven con buenos ojos a Omar por su origen en la PF y su relación en sus inicios con Genaro García Luna y con Luis Cárdenas Palomino. Volver a García Harfuch cabeza del gabinete de seguridad federal chocaría directamente con el mando total y absoluto que hoy ejercen el Ejército mexicano, primero, y la Secretaría de Marina, después, en la política de seguridad federal y el gabinete del ramo.

Claudia Sheinbaum ha dicho con todas sus letras que ella mantendría al Ejército y a las Fuerzas Armadas al frente de la seguridad del país y que seguirán los militares en las calles para esas labores que también incluyen el combate al narcotráfico, si bien en este gobierno de López Obrador les ordenaron no confrontarse con los narcos. ¿Cómo encajaría entonces Omar en ese esquema de seguridad militarizado? ¿Se devolvería el mando civil a la Secretaría de Seguridad y Participación Ciudadana o el secretario Harfuch seguiría siendo, como lo fue en un principio Alfonso Durazo y lo es ahora Rosa Icela Rodríguez “secretarios técnicos” que solo se encargan de la parte normativa de la seguridad, mientras obedecen total y ciegamente la estrategia operativa de los altos mandos militares?

Francamente no se ve muy claro cómo Sheinbaum pueda armar ese rompecabezas que hoy parece imposible. Para tener juntos colaborando al Ejército y a García Harfuch al frente de la seguridad federal, la candidata tendría que sentarlos primero y luego mediar en las fuertes diferencias que existen —más del lado de los generales que del civil— y después hacerlos trabajar en conjunto.

Tal vez por eso dentro del mismo equipo claudista empiezan a surgir versiones de que a Omar García Harfuch “podrían nombrarlo también en la Secretaría de Gobernación”, una posición en la que, dicen, estaría más protegido de un zarpazo del narco, al tiempo que influiría desde ahí en el manejo de la política de seguridad. Lo que ya no dicen quienes comentan esa posibilidad es si podrían reformar la ley para que seguridad volviera a la Segob, como estuvo en el sexenio peñista y como lo cambió López Obrador, o si desde una posición remota, Harfuch podría manejar la estrategia de seguridad.

En todo caso, siendo realistas, hoy todo eso cae en el terreno de las especulaciones porque, para que cualquiera de esas cosas sucediera, primero tiene que ganar Sheinbaum la Presidencia, algo que hoy por hoy, salvo la soberbia de los que creen ciegamente en las encuestas y en los dichosos “30 puntos” de diferencia, nadie puede asegurar de manera rotunda y contundente, sin riesgo de equivocarse.

NOTAS INDISCRETAS… Hablando de Claudia Sheinbaum, su presencia ayer en el Monumento a la Revolución, en el homenaje familiar en la tumba del general Lázaro Cárdenas, invitada personalmente por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, es un hecho que sin duda le suma a la abanderada morenista y que sella la alianza que estableció con la familia Cárdenas para que respaldaran su candidatura y su propuesta energética como ayer lo hizo el ingeniero. La alianza es familiar e incluye también a Lázaro Cárdenas Batel, quien podría ser invitado por Sheinbaum a dirigir Pemex, en la idea de que esa empresa necesitará todo un cambio y una transición para dejar de ser la petrolera quebrada, desfondada y con pésima calificación internacional que es hoy, para convertirse en una empresa energética que empiece a explorar en nuevas energías, de las limpias incluso, más allá del petróleo. Todo eso no lo dijo Claudia ni lo podrá decir sin que le jalen el bastón de mando desde Palacio, pero basta leer ayer el interesante artículo de Cuauhtémoc Cárdenas en estas páginas de El Gran Diario de México, para entender que si los Cárdenas aceptaron respaldar a Sheinbaum y su plan energético, es porque inevitablemente la doctora, si llega a gobernar, tendrá que darle un giro total a Pemex, algo que no fue capaz ni siquiera de visualizar, menos de realizar López Obrador… A propósito del presidente y de la ceremonia oficial donde conmemoró el 86 aniversario de la Expropiación Petrolera, quienes estuvieron ayer como invitados en la Torre de Pemex, donde se llevó a cabo el evento, afirman que el director de la empresa pública, Octavio Romero Oropeza, quien estuvo acompañando al presidente, organizó un evento “muy elitista” en el que no se invitó a los trabajadores petroleros reales, los que se juegan la vida en las plataformas, refinerías y campos petroleros, y en lugar de ellos la mayoría del público invitado eran directivos de la petrolera y empresarios contratistas de Pemex, quienes junto con una porra formada de trabajadores de confianza, garantizaban un ambiente “seguro y confiable” para la visita del presidente. Si a eso le sumamos la llegada de López Obrador a Hermosillo, Sonora, el pasado jueves a “supervisar el Hospital General de Sonora”, que ya había inaugurado desde 2021, totalmente solo y sin ningún acompañante mas que el gobernador Alfonso Durazo, ni público ni gente que hubieran invitado al evento por temor a que hubiera protestas o reclamos contra el mandatario nacional, no cabe duda que al presidente, en su salida del poder, lo están aislando por seguridad y comodidad, ante el crecimiento de los reclamos y el descontento contra su gobierno, pero también lo están haciendo ver cada vez más solo… Los dados mandan Serpiente Doble. Dio un giro brusco la Semana.

@SGarciaSoto

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