Paola Rojas

La polarización nos está envenenando

22/09/2025 |07:51
Paola Rojas
autor de OpiniónVer perfil

Una de las primeras acciones de Donald Trump al iniciar su segundo mandato fue ordenar que ningún funcionario pudiera coartar inconstitucionalmente la libertad de expresión.

Durante su campaña prometió desmantelar lo que llamó la “censura gubernamental”, debido a que sus partidarios acusaban a la administración Biden de presionar a empresas de redes sociales para que eliminaran algunas publicaciones.

Incluso pidió al fiscal general que investigara las acciones del gobierno que lo precedió y que podrían haber afectado a la libertad de expresión.

Ocho meses después de que prometiera terminar con el “cártel de la censura", la cadena de televisión ABC canceló indefinidamente el programa de Jimmy Kimmel por sus comentarios sobre el asesinato del activista conservador Charlie Kirk. Y es que Kimmel se atrevió a bromear sobre la posibilidad de que el atacante de Kirk fuera en realidad un partidario de Trump. Su comentario indignó a muchos, sobre todo a aquellos que en pleno duelo aún despedían con tristeza a Kirk.

Si bien no aplaudo el humor que se nutre del dolor ajeno, tampoco apruebo que se silencie a un comunicador de la forma en que se hizo con Kimmel. Brendan Carr, director de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), dijo en entrevista que estaba buscando soluciones para frenar los esfuerzos de Kimmel de mentirle al público estadounidense. “Podemos hacer esto de la manera fácil o de la manera difícil", agregó contundente.

Poco después, el programa fue suspendido. Trump aseguró en conferencia de prensa, que Kimmel fue despedido por falta de talento y por sus bajos índices de audiencia. Las cifras de rating señalan lo contrario. La Constitución estadounidense protege la libertad de expresión de la interferencia gubernamental. Los tribunales han establecido que esta protección incluye el derecho a no presionar a terceros para que limiten esa libertad.

Sin embargo, la Corte Suprema de ese país planteó el año pasado, que en casos de presunta censura desde el poder, los demandantes deben demostrar que “el gobierno fue más allá de los intentos permisibles de persuadir y que su conducta les causó daño directo.”Para tener más contexto, es importante recordar que Nextar, de la cual es parte la televisora ABC, necesita la aprobación de la Comisión Federal estadounidense (FCC) para avanzar en un acuerdo millonario que le permita adquirir a su competidor Tegna.

Lo último que quiere Nextar es un pleito con su titular Brendan Carr.Si Kimmel demandara a la FCC por violar su libertad de expresión, tendría que demostrar que Carr obligó a ABC a sacarlo del aire. Algo que no se vislumbra en absoluto sencillo. No se trata de la única acción en contra de la prensa. Apenas este fin de semana, Donald Trump presentó una demanda por difamación en contra del New York Times por 15,000 millones de dólares. Por otro lado, se informó de nuevas restricciones para los reporteros que cubran la información generada por el Departamento de Guerra.

Ese que hasta hace unos días se llamaba Departamento de Defensa, pero el presidente de los Estados Unidos, el mismo que quiere recibir alguna vez el Nobel de La Paz, le cambió el nombre.Todo esto podría ser apenas el principio. No hay que olvidar que Trump ha llamado varias veces a los periodistas “enemigos del pueblo”, y ha sugerido que podría retirar las licencias de transmisión de algunas cadenas televisivas de noticias.No le gusta la crítica y está dispuesto a ejercer su poder para frenarla.

Lo tremendo es que hay millones de personas que celebran esos desplantes y respaldan esas amenazas. Defender actualmente las libertades y promover la democracia, conlleva nuevos riesgos en buena parte del mundo. La polarización nos está envenenando.

@PaolaRojas

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