Opinión

Sálvese quien pueda

Paola Rojas

Muy pocos países democráticos han tenido tantos magnicidios como Estados Unidos.

La revista Time impactó al mundo recientemente con su portada. En ella se veía la imagen de un Joe Biden extraviado acompañado de la palabra “pánico”. Calificaba así la desastrosa actuación del candidato demócrata en el debate presidencial. No tenían idea de lo que vendría después.

Este sábado, los asistentes al que fue el último mitin de Donald Trump antes de la Convención Republicana, vivieron momentos de verdadero pánico luego de que un tirador disparara en varias ocasiones desde la parte alta de un inmueble. Una de esas balas hirió a Trump. Falleció una de las personas que acudieron al evento y dos resultaron gravemente heridas. El atacante también murió producto de los disparos del servicio secreto estadounidense. Era un joven de solo 20 años, originario de Pensilvania llamado Thomas Matthew Crooks.

El propio Donald Trump informó en sus redes sociales que se encontraba bien, que había recibido un disparo en la oreja derecha y que se dio cuenta enseguida de lo que pasaba.

La imagen del aspirante republicano levantando el brazo con el puño en alto, ya dio la vuelta al mundo. Lo captaron apenas minutos después de haber sido atacado en Butler, Pensilvania. Se le veía valiente y hasta desafiante. Tremendo contraste con lo que hemos visto recientemente de su rival. Trump no necesitaba nada para verse más fuerte que su contrincante, pero este hecho le dio un impulso potente frente a un Biden ya de por sí aniquilado.

La campaña de Joe Biden anunció una pausa en solidaridad por lo ocurrido. Seguramente para su equipo se trató de un respiro, pues cada discurso hay tropiezos verbales que lo hunden entre la opinión pública.

Mientras entre los demócratas hay cada vez más voces que suplican la renuncia de su candidato, del lado republicano el atentado fallido terminó de congregar a todos en torno a Trump.

Independientemente de los efectos que el ataque tenga en el electorado, el tema del acceso a las armas debería regresar al centro de la discusión. Estados Unidos ha perdido a tres presidentes en funciones producto de atentados: Abraham Lincoln en 1865, William McKinley en 1901 y John F. Kennedy en 1963. El hermano de este último, Robert, que aspiraba a la candidatura presidencial demócrata, fue asesinado a tiros en 1968. Theodore Roosevelt, Franklin D. Roosevelt, Gerald Ford y Ronald Reagan sobrevivieron a atentados.

Muy pocos países democráticos han tenido tantos magnicidios. La facilidad para adquirir y portar armas en la Unión Americana, es un factor entre los muchos que explican esta alta incidencia.

Aquellos a favor de su libre circulación seguirán argumentando que los “buenos ciudadanos” las requieren para protegerse de los malos. Por lo pronto, la carrera presidencial de nuestros vecinos se impregna con este atentado de miedo y rabia. Son ingredientes peligrosos que suelen jugar a favor de los manipuladores y populistas. En el clamor de “sálvense quien pueda” adquieren fuerza las expresiones racistas y xenófobas. Los migrantes pierden y México con ellos.

@PaolaRojas

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