¿Ya se desinfló el caso Lozoya?
El problema de Gertz es que se le agota el tiempo legal, pues estaría obligado por ley a meter a la cárcel a Lozoya
Este fin de semana se cumplirán 8 meses y medio de que Emilio Lozoya Austin fue traído a México desde España, en calidad de preso y en cumplimiento a una solicitud de extradición del gobierno mexicano. En todo ese tiempo el exdirector de Pemex, acusado de desvíos millonarios en la petrolera nacional, de recibir sobornos de la compañía brasileña Odebrecht y de enriquecerse por la corrupción en su cargo, ha gozado de inexplicables privilegios que no se le otorgan a ningún otro presunto delincuente en México: nunca pisó la cárcel ni siquiera para escuchar los cargos que se le imputaban, nunca se permitió a los medios fotografiarlo detenido ni se difundió ninguna foto suya desde su llegada al país y le han permitido seguir su proceso en la comodidad de su lujoso departamento en Polanco.
Todos esos privilegios se los otorgó la Fiscalía General de la República cuando decidió otorgarle el criterio de oportunidad y la posibilidad de convertirse en “testigo colaborador” porque, supuestamente, daría a cambio información y pruebas que llevarían o a la detención de superiores jerárquicos que participaron en los actos de corrupción, sobornos y desvíos de los que se le acusan (léase ex secretarios como Luis Videgaray, Pedro Joaquín Coldwell o el ex presidente Enrique Peña Nieto) o bien a políticos de distintos partidos que recibieron parte de los sobornos millonarios que le entregaron a Lozoya los directivos y dueños de Odebrecht.
Pero después de medio año lo único que ha habido hasta ahora en este caso han sido filtraciones, especulaciones y mucho show mediático —incluido el que se armó desde Palacio Nacional— porque en los hechos, 255 días después de la extradición de Lozoya, no hay ningún detenido, apenas había un expediente judicializado y de los 70 nombres que Emilio Lozoya mencionó en su declaración testimonial no hay ni siquiera uno de ellos indiciado o acusado formalmente.
El único expediente que la FGR había logrado judicializar, con base en la “colaboración” de Lozoya, era el del exsenador panista Jorge Luis Lavalle, a quien acusaron de asociación delictuosa, cohecho y lavado de dinero, luego de que la UIF le documentó movimientos por 60 millones de pesos en sus cuentas, además de gastos y transferencias de dinero que rebasan con mucho su capacidad y sus dietas en el Senado. Pero de la manera más extraña y sospechosa, justo el día que se debía realizar la primera audiencia de ese juicio en contra del panista campechano, el Ministerio Público Federal se desistió de los cargos en contra de Lavalle y retiró su denuncia, aunque oficialmente se informó que sólo se había tratado de una “posposición” de la audiencia solicitada por la FGR.
Y en medio de todo esto está el silencio del fiscal Alejandro Gertz, que a pesar de haber anunciado con bombo y platillo que a partir del 21 de enero pasado se iban a judicializar varios casos de políticos y exfuncionarios acusados por Lozoya, parece haberse desentendido o perdido interés en el caso, mientras se dedicó a cabildear la aprobación de su polémica Ley Orgánica de la FGR que recientemente le aprobó el Senado en medio de críticas y cuestionamientos, lo mismo de organismos extranjeros como la ONU-Derechos Humanos, que de integrantes del gabinete federal como Alejandro Encinas y Santiago Nieto, que consideran esta ley como “regresiva, peligrosa para los derechos humanos de los mexicanos” y que derrumba todo el diseño que el presidente López Obrador ordenó para una Fiscalía autónoma y eficiente en el combate a los delitos.
El problema que ahora tiene don Alejandro Gertz es que se le agota el tiempo legal para proceder en el caso Lozoya y demostrar que todos los beneficios legales y privilegios que aceptó otorgarle al exdirector de Pemex —desde que lo trajo de España con una petición de extradición redactada por los abogados del acusado, todos del despacho del juez Baltazar Garzón— realmente justifican haberle dado la calidad de “testigo” y el criterio de oportunidad, porque si no hay ningún acusado o procesado, se vería obligado legalmente a cancelar la colaboración y a meter a la cárcel a Lozoya Austin para que sea procesado por los delitos que se le imputaron y que ameritarían prisión preventiva oficiosa, sino por ley, sí porque se trata de un prófugo de la justicia.
Ya veremos si don Alejandro Gertz despierta de su letargo y hace algo con el caso Lozoya o si de plano el tema ya se le desinfló y tendrá que proceder, lo quiera o no, contra el acusado exdirector de Pemex. Y más vale que el fiscal se mueva antes de que, una vez más el presidente López Obrador, que aunque no es su jefe formal sí lo es políticamente, le vuelva a tronar los dedos y a regañarlo públicamente porque “no avanzan los casos”, como ya lo hizo una vez. Porque la molestia es mucha en Palacio Nacional, ante la lentitud, el tortuguismo y la falta de eficacia para concretar sus acusaciones de la FGR. Y si ya una vez el presidente le dio un manotazo al fiscal para que se moviera, el siguiente puede ser mucho más duro.
La depresión de Rocha Moya
En Sinaloa la contienda por la gubernatura es hasta ahora dominada en las encuestas por el candidato de Morena, Rubén Rocha Moya. El exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa aventaja al resto de los contrincantes y en el segundo lugar se ubica el candidato de la alianza PRI-PAN-PRD, Mario Zamora. Sin embargo, la ventaja del abanderado morenista no se ve muy firme porque justo a una semana de que arranquen las campañas en el estado, el contraste entre los candidatos empieza a ser notorio, tanto en el ritmo que cada uno trajo en la precampaña, como en la fuerza y el impacto que están teniendo los discursos de los dos senadores con licencia.
Mientras al priista Zamora se le ha visto moviéndose en reuniones por todo el estado, en las redes sociales subiendo videos con su esposa cantando y en otro tipo de actividades que permite la ley en esta fase previa, al senador Rocha se le siente ausente. No ha tenido mayor actividad en esta fase ni ha sido tan visible en la preparación de su campaña formal y la sensación del vacío que está dejando ya desata versiones y especulaciones sobre por qué el candidato de Morena bajó tanto el ritmo de su precampaña.
En los corrillos políticos de Culiacán se comenta que Rocha Moya está algo “deprimido” por un hecho que ocurrió en la pasada visita de López Obrador a Sinaloa. El pasado viernes 19 de marzo, durante su visita al estado, el mandatario llegó hasta un evento en la capital sinaloense donde lo esperaba la gente. Hasta ese punto llegó el candidato de Morena que se apersonó en espera de poder saludar a López Obrador. Pero para sorpresa de muchos, empezando por el mismo exrector, el presidente pasó por donde estaba don Rubén y ni siquiera lo volteó a ver, pasándole de largo.
El hecho no pasó desapercibido para los presentes que vieron cómo la cara del senador se descompuso y pasó de la sonrisa a la preocupación ante el claro desaire presidencial. Y para colmo, el desaire del presidente se hizo más evidente cuando saludó a un priista de mano y éste le dijo: “Le manda muchos saludos el candidato Mario Zamora”, a lo que López Obrador le contestó: “¡Ah, claro!, salúdamelo mucho por favor. ¡Dile que le mando saludos!”.
A partir de entonces al candidato Rocha se le vio menos en público y colaboradores de su campaña comentan que se interrumpieron varias actividades que tenían programadas para esos días mientras una especie de desánimo se apoderaba del equipo de campaña. En el mismo círculo cercano del abanderado morenista se especula sobre las causas por las que López Obrador omitió saludar a su candidato. La primera versión dice que el presidente se molestó por el acercamiento que Rocha tuvo con Héctor Melesio Cuén, el otro exrector de la UAS y creador de un partido local, a quien el propio presidente, cuando fue a Sinaloa como candidato, ofreció “meter a Cuén a la cárcel” por el desvío escandaloso de recursos que, según el tabasqueño, cometió cuando fue rector de la universidad estatal.
La otra versión que comentan cercanos a Rubén Rocha es que, cuando anunció la salida de Esteban Moctezuma de la SEP, el presidente había pensado en el senador morenista como posible secretario de Educación, pero Moya rechazó la invitación y públicamente declaró que él no tenía ningún interés de ir al gabinete presidencial porque su único objetivo era la candidatura a gobernador.
Cualquiera que sea la razón de aquel desaire del presidente, está claro que le sentó muy mal al exrector que ahora abandera a Morena en la elección para gobernador. Y lo más extraño del asunto es que, en ese mismo evento, mientras ignoraba al candidato morenista, López Obrador saludó muy efusivamente al candidato aliancista, Mario Zamora. Veremos si todo este asunto de los saludos y no saludos fue solo anecdótico o si trae algo más detrás.
Por lo pronto, aprovechando el bajón de ritmo que le metió Rocha Moya a su precampaña, en el cuartel de enfrente, ya están planeando una “campaña de contraste” entre su candidato Zamora y el puntero de Morena, en la que van a imitar aquella estrategia que implementó Bill Clinton cuando se enfrentó a George Bush padre en su segunda reelección. Mientras a Bush se le veía mayor y cansado, los estrategas de Clinton resaltaban su juventud y vitalidad, con lo que llevaron la campaña al terreno de quién tendría más fuerza y salud para gobernar. Por ahí irá parte de la campaña en Sinaloa.
NOTAS INDISCRETAS…
La desvergüenza y el cinismo del doctor Hugo López-Gatell rebasa ya los límites de muchos otros cínicos políticos que han abundado en la vida pública de México. Decir que las 200 mil muertes oficiales de mexicanos por Covid no afectan el “éxito” de la estrategia de este gobierno contra la pandemia, es igual o más ofensivo que el “ni los veo ni los oigo” de Carlos Salinas, que los “daños colaterales” de Felipe Calderón por las víctimas civiles de su guerra contra el narcotráfico, que el “No traigo cash” de Ernesto Zedillo a una ancianita que le vendía algo o incluso que “la pandemia nos vino como anillo al dedo” del presidente López Obrador. En esos niveles de descaro e ignominia se ha colocado el cantinflesco “doctor muerte”. Porque además de sus desautorizados decálogos con consejitos y recomendaciones que él es el primero que no cumple, ahora quiere culpar a los medios de sensacionalismo y amarillismo por reportar la macabra y dolorosa cifra oficial de los 200 mil muertos, que nos confirma ante el mundo como uno de los peores países en manejar la pandemia y como un fracaso total del gobierno de López Obrador, que ahora trata de tapar sus yerros y desatinos con una vacunación que nada más no termina de caminar. Y eso que los 200 mil muertos que minimiza y desprecia el señor Gatell no son ni la mitad de la cifra real de mexicanos que han fallecido por la pandemia, que según cálculos de matemáticos y expertos, llegarían hasta los 500 mil, muy por arriba de los 300 mil que hoy tienen al gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil en medio de fuertes cuestionamientos también por su desastroso y fallido manejo de la pandemia. ¿Cómo sigue ahí Hugo López-Gatell?, se preguntan muchos en México y en el mundo. Por la pura voluntad y capricho de quien decide todo, lo bueno, lo malo y lo peor en esta pandemia, el presidente López Obrador… ¿Alguien se acuerda de la senadora priista Vanessa Rubio que, tras obtener una senaduría pluri, estuvo 14 meses en el Senado y luego pidió licencia definitiva argumentando que se iba a una universidad en Londres? La pregunta viene porque a la también exsubsecretaria de Hacienda y de la SRE a quien su amigo José Antonio Meade metió a las listas del PRI en el Senado, ha sido vista en las calles de la Ciudad de México en fechas recientes. Cuando dejó su escaño, públicamente dijo que lo hacía porque iría a realizar actividades académicas a una universidad del extranjero a la que había sido invitada, aunque en corto, a sus amigos y colaboradores cercanos les confesaba que ya no le interesaba estar en el Senado y que no le había gustado el ambiente político y los detalles del cargo. También argumentó algunos problemas personales y familiares para dejar el lugar por el que muchos políticos con mayor experiencia y méritos que ella hubieran matado para conseguirlo. Ahora que la vieron en la capirucha, le preguntamos a uno de sus amigos cercanos y nos comentó que sí se había ido a Inglaterra, a estudiar, pero tal vez por la pandemia regresó y está tomando clases a distancia. Ni hablar, lo que unos ansían otros lo desprecian… Ahora que los ojos de todo el círculo rojo están puestos en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para ver qué decisión tomarán sus 7 magistrados ante las impugnaciones que presentarán los candidatos afectados por la decisión del INE de cancelarles sus postulaciones por no haber entregado sus informes de gastos de precampaña, llama la atención que ayer la Sala Superior del Tribunal canceló una sesión pública que estaba programada para discutir los recursos que tienen que ver con las conferencias mañaneras del presidente López Obrador y si se debe suspender su difusión total durante las épocas de campañas. Sin explicar por qué la sesión se pospuso y en vísperas de que les lleguen los casos de Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón, los dos candidatos morenistas a los que el INE les canceló las candidaturas, ayer corrían rumores de que puede haber un reacomodo de fuerzas entre los magistrados y que podrían venir cambios repentinos que afectarían incluso la presidencia de José Luis Vargas, quien ha ido perdiendo apoyos entre los cuatro magistrados que le dieron su voto para que fuera presidente. De los cuatro que votaron por él Felipe Fuentes, Felipe de la Mata Pizaña y Mónica Soto Fragoso, en los pasillos del Tribunal se afirma que hoy solo le queda el apoyo de la magistrada Soto y eso dejaría muy vulnerable al magistrado presidente, quien además de todo sigue enfrentando las investigaciones de la UIF por sus presuntos gastos que no corresponden a sus ingresos. Veremos si en medio de otra prueba de fuego, de las que mostrarán si los magistrados conservan algo de autonomía o si de plano están sometidos a los designios de la 4T, no se descomponen las cosas en el TEPJF, donde las apuestas corren en el sentido de que, otra vez, favorecerán al oficialismo al regresarle su candidatura a Félix y a Morón. Se vale apostar… Se baten los dados y nos mandan una Escalera doble para todos los lectores a los que se les desean unas felices vacaciones de Semana Santa y unas felices Pascuas. Que el descanso, para los que lo tengan, sea de provecho y que nos cuidemos todos en estos días para que las vacaciones no nos traigan más contagios. Que se recarguen de energías y fuerza para seguir adelante. Los dados se guardan en estos días y vuelven a girar, recargados y filosos, el próximo 12 de abril.