A Kaori no le gustan las matemáticas, pero desde los cinco años se ha dedicado a estudiar pintura, un camino del arte que para ella representa la oportunidad de expresar sus emociones y olvidar aquello que le molesta o la preocupa.
Al respecto, su madre, Betzaida Hernández, narra que su hija es muy perfeccionista y su técnica tan avanzada se debe a que tiene años practicando, siendo su padre su mejor mentor.
"Mi esposo tiene su trabajo, pero en sus tiempos libres se dedica pintar, de ahí Kaori adquirió el gusto (...) a ella le gusta retratar aves, por eso replicar un cuadro con colibrís le quedó a la medida”, relata.
Animada y después de sus clases en línea, Kaori asegura que en un futuro le gustaría dedicarse de lleno a la pintura y hacer del arte su hogar. También dice estar feliz por ganarse como premio una obra de Carlos Bazán, cuyo trabajo admira por sus formas y colores.
“Para mí la pintura es felicidad, creo que los niños deben estar cerca del arte, porque nos ayuda a estar tranquilos, a quitarnos el estrés”, finaliza.