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Como una gran retrospectiva, el catálogo es para digerir con tiempo, para volver a él, leer con pausa los ensayos, observar, descifrar el humor, reconocer las historias, las constantes. Como escribe el crítico Jorge Alberto Manrique (fallecido en 2016), Toledo “es un individuo culturalmente híbrido”. Sus obras están pobladas de muertes, zapatos, vacas, cocodrilos, serpientes, iguanas, mujeres con tacones, del héroe Benito Juárez, de maíz, máquinas de coser y hamacas. Todo tiene un por qué. “Los temas de Toledo —apunta Manrique— son muchísimos, y lo más importante, a mi juicio, es que nada le está prohibido”... “¿Dónde en la pintura de Toledo termina la jarra y empieza el pez? ¿Dónde termina el pez y empieza el hombre… La ambivalencia de las cosas, las plantas, los animales y los hombres, su plurivalencia, no procede de un desquiciamiento o de un abuso de la realidad, sino justamente de la proposición que Toledo nos hace de aceptar esa realidad como una unidad continua que se manifiesta de muy diversas maneras, cierto, pero que son esencialmente diferentes entre sí”.
Para la realización se investigó en cuatro galerías mexicanas: Juan Martín, López Quiroga, Arvil y de Arte Mexicano; se visitaron más de 70 colecciones en México, y 30 en el extranjero, y las casas de subastas Sotheby’s, Christie’s, Phillips y López Morton. En el catálogo es muy importante la presencia de arte temprano, poco conocido en México; contiene series, libros, cronología, fotografías hechas por el artista y tomadas a él. Son cuatro volúmenes de más de 2 mil 500 páginas, en español o inglés, en versiones rústica y de tela (de $4000 a $4700).
Varios autores hablan del mito en su obra, de lo erótico; Alberto Blanco, sin embargo, en su ensayo El pintor de las mil máscaras, prefiere hablar de sexo, pues considera que “su obra trasuda sexualidad”: “Atiende a un dominio mucho más elemental y mucho más animal que el erotismo. Es una obra que tiene más que ver con los instintos que con las emociones, y poco o nada tiene que ver con los sentimientos”.
Coronel Rivera define a Toledo como un artista universal, de todos los tiempos y de todas las tendencias. Plantea que existe una idea “racista” de occidente de calificar como “artistas latinoamericanos”, pero, defiende, “a Toledo debemos tutearlo e incorporarlo con todos los autores que le son contemporáneos en desarrollo; medirlo con la misma vara”.
Recalca que “ha mantenido una posición, no ha cambiado su forma de plantear su actitud artística, por demás exitosa, con todo y la contraposición marcada por las tendencias plásticas. No es sujeto de una tendencia”.
Entre los autores que aportaron textos académicos a la edición se encuentran también David Huerta; Gonzalo Vélez; Edward J. Sullivan; Francisco Calvo Serraller; Dore Ashton; Luis Carlos Emerich; Guillermo Santos; María Cristina Torales Pacheco; Alfredo López Austin; Rosa Casanova, Jaime Moreno Villarreal y Helga Prignitz-Poda.
Acerca de la participación de Toledo en el proyecto, Coronel Rivera recuerda: “En el momento en que él toma la edición en sus manos, la relee, la acomoda, y está haciendo una nueva obra. Esta es una pieza más de su autoría. Está ejerciendo su labor de autor”.