Transformando los frutos de sus parcelas, mujeres ayuujk siembran arraigo y economía local

Aprovechan pandemia para reunir alimentos de sus huertas y crear conservas, que ofrecen en línea bajo la marca Los Frutos de Kämtunp; una de sus metas, afirman, es dar a conocer el valor del trabajo del campo

Transformando los frutos de sus parcelas, mujeres ayuujk siembran arraigo  y economía local
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Sociedad 05/01/2021 13:02 Fernando Miranda Oaxaca Actualizada 12:48

Oaxaca de Juárez.— Parada frente a un fogón que arde, una mujer aviva las llamas con un soplador de palma. Habla en ayuujk (mixe), y  a través de un video agradece a quienes han comprado los productos que mujeres del campo se han dedicado a comercializar, como una forma de levantar la   economía de El Portillo Mata Gallinas, ranchería de San Pedro y San Pablo Ayutla. 

La que habla  es Marina y su misión es explicar, paso a paso, cómo se hace una variedad de  atoles con el  maíz nativo que, junto con otras campesinas, comercializa  mediante  la empresa rural Mujeres Campesinas Valorando los Frutos del Kämtunp.

Pero el maíz nativo que nace en sus parcelas de ladera no es el único producto de  estas mujeres ayuujk;  desde hace algunos meses también venden frutas de temporada en almíbar, mermeladas, frijol  molido y chintextle, una pasta de chiles secos. Todos empaquetados a modo de una  típica canasta navideña. 

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Alma Ruiz Mendoza, ingeniera agrónoma y representante de este proyecto, explica que la idea surgió a partir de que las mujeres pudieran comenzar a obtener ingresos económicos  a través de la transformación de los productos del sistema milpa (maíz, frijol, chile) y los frutales que lo complementan, pues en  las comunidades originarias este sistema es la base del trabajo del campo. 

En entrevista con EL UNIVERSAL, la especialista, quien además se dedica a la difusión de técnicas sustentables de agricultura, explica que Los Frutos de Kämtunp, nombre  abreviado del  proyecto, es resultado de años de trabajo en rancherías de alta marginación en Ayutla, a través de proyectos que tenían como objetivo que las personas generaran ingresos, se arraigaran en las comunidades y así evitar la migración. 

El eje de esos esfuerzos, agrega, siempre fue la transformación del maíz nativo, así como el aprovechamiento de los frutos que nacen mediante la agricultura de traspatio, aquella en la que se aprovechan las parcelas que rodean el hogar de las familias,  en las que se puede cultivar desde maíz y frijol, básicos en el sistema milpa, hasta  frutales, hortalizas y plantas medicinales. 

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Precisamente, señala Alma, esa es la esencia de este proyecto, pues se trata de mujeres dando a conocer el valor del trabajo del campo, pero no entendido como la producción a gran escala, como se realiza en el norte del país, sino desde la cosmovisión de una campesina ayuujk: una parcela pequeña, diversidad de productos y economía de traspatio. Ese es el significado de la palabra Kämtunp, el trabajo del campo en su concepto del todo.  

Nacido en pandemia

Tras los primeros esfuerzos de 10 productoras  por lanzar un proyecto de este tipo entre 2016 y 2017, mismo que no prosperó, porque no lograron entrar al mercado, llegó el desánimo. Fue hasta la crisis que trajo la emergencia sanitaria cuando decidieron retomar el proyecto, pero ahora con el diseño de una marca, un logo y una estrategia  de ventas  sostenida por las redes sociales. 

“Empecé a notar que la gente dejaba los frutos tirados en su parcela, porque por falta de transporte es muy costoso sacarlos de la ranchería, así que en plena pandemia comenzamos a convencer  a las productoras, pues teníamos fruta criolla, como pera, manzana y tejocotes”, cuenta. 

Fue así que con recursos propios, las mujeres ayuujk decidieron apostar de nueva cuenta a la transformación de los frutos de su campo, con la idea de que las ganancias  llegarán a la comunidad. Por semana, las campesinas llevan sus frutas, maíz y demás productos a casa de Alma y ahí comienzan la elaboración de las conservas y  las mermeladas.

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Por la temporada, decidieron que los ofrecerían en una canasta, comprada a las artesanas de la misma ranchería y decorada con moños de hoja de maíz, mismas que comenzaron a promocionarse en redes. En  tres semanas, han colocado 100 de ellas en estados tan distantes como Baja California, Quintana Roo y CDMX. 

Una de las ventajas de suproyecto es que se puede adaptar a la temporada, y así como lo diseñaron para Navidad, ahora para las celebraciones de Día de Reyes ellas han preparado otro tipo de productos en su estrategia.

Actualmente, el equipo se conforma de tres mujeres, pero benefician a otras 40, que de otra manera no podrían salir de la comunidad a vender. 

“Se trata de economía local. Aquí tenemos todo, pero muchas veces se piensa que las comunidades indígenas no podemos ofrecer nada al mercado y que el norte le da de comer al país. Nosotras decimos que no, que es el momento de las comunidades, de comenzar a crear su propia economía”, finaliza Alma.

 

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