Rebocero: textiles mexicanos no son sólo para las mujeres

Erick, un joven de raíces oaxaqueñas que desde pequeño trabaja el telar, busca visibilizar el legado indígena y romper estereotipos de género

Fotos: Isela Hinojoza. EL UNIVERSAL
Sociedad 07/07/2019 12:00 Isela Hinojoza Ciudad de México Actualizada 16:20

Los hilos entrelazados  de algodón fino  dibujan la tierra, las montañas y las estrellas en una textura suave, este hermoso paisaje se desborda en el rebozo de Erick Ibañez, un joven de 19 años, cuya inquietud por encontrar sus raíces lo llevó a tejer telares.

Nacido en  la Ciudad de México, pero  de padres oaxaqueños, de la Mixteca para ser precisos, Erick descubrió en el tejido  una forma de    reavivar  la identidad y herencia  indígena, resaltando la cosmovisión que cada cultura de la República Méxicana expresa mediante sus prendas y bordados.

Lo que empezó como un hobby hace siete años, hoy lo ha llevado a  formar un micronegocio,   cuyas  creaciones han sido exportadas a  Canadá y Argentina. Relata que su inicio se dio cuando pasaba por el mercado de Sonora y vio a una artesana  con un telar, fue tan grande su impresión que decidió imitar el trabajo de aquella mujer. 

“Me dio curiosidad cómo armaba un lienzo con unos palitos y me puse a investigar qué era eso, encontré que era un telar de cintura y por ella aprendí”.

Confiesa que pasaba por ese sitio con frecuencia para aprender de la técnica, sólo con ver.  “Fue como hasta el quinceavo rebozo que mejoré la técnica y logré una mejor pieza”, comenta entre risas.

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Talento al descubierto

De esta forma, Erick empezó a realizar cada vez más piezas, entre rebozos y huipiles, para vestir él y al momento de compartir sus creaciones en sus redes sociales, sus contactos empezaron a interesarse  por su trabajo y así surgió el primer cliente. 

“Mostré un huipil triqui, a alguien le gustó el diseño y me pidió pequeños lienzos  para ponerlos en un comedor”, destaca. También teje puntadas  de diferentes culturas y los lleva a prendas convencionales, como playeras.

“Trato de rediseñar los textiles antiguos y convertirlos en algo original, para que se usen,  no se pierdan y  dar a conocer toda la cultura mexicana”, resalta el joven, orgullo de sus familiares de Tlaxiaco,  quienes le han expresado  su apoyo y admiración  por el  trabajo que realiza  a su corta edad.

Este joven artesano decidió dedicarse de lleno a este oficio, dice  que sus amigos se sienten   orgullosos de él “porque retomo las artesanías y voy por un buen camino”. Su sueño es poder ingresar al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) para explorar ese gusto por los  textiles.

  Comenta que lo que más le gusta elaborar son los rebozos porque son  un lienzo en el que se puede contar  toda la historia de una etnia, mediante las diferentes técnicas de tejido. Es por eso que Erick se define a sí mismo como “rebocero”, y asegura que su misión es romper estereotipos de género que limitan el uso de estas prendas a las mujeres, dice este fanático de  los bordados del Istmo de Tehuantepec.

Al verse como jóven emprendedor,  reconoce que no hay  espacios suficientes para dar a conocer su trabajo y, mucho menos, el apoyo gubernamental hacia  las comunidades indígenas, por  falta de valorización a la cultura y las lenguas. Por ello, menciona que su principal  misión es promover el gran valor de los textiles indígenas y que cada vez más jóvenes se atrevan a portarlos con orgullo y conozcan de su significado.

Con su telar amarrado a la cintura, que más tarde se convertirá en un huipil, Erick  lamenta que   por esa falta de conocimiento   un 70% de sus clientes han regateado su trabajo. “Yo sé lo que me cuesta hacer las cosas, por eso pido que respeten mi esfuerzo”, sostiene con firmeza.

 Ante esa experiencia también  dice no temerle a la piratería, así que su  mensaje es contundente: “Yo pido a la gente que apoye los nuevos talentos y que no se pierda esa cultura de usar el textil”.  

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