El hombre de las mil batallas

Francisco Toledo alzó la voz en diversas ocasiones por el respeto al territorio oaxaqueño

Foto: Edwin Hernández
Sociedad 08/09/2019 09:30 Christian Jiménez Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 09:33

Una mazorca morada descansa sobre la mesa, donde una fotografía le recuerda a los que se dieron cita en el patio del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) que fue justo ahí donde Francisco Benjamín Toledo libró más de una batalla en defensa del maíz nativo.

La gente se dio cita para despedir al maestro en ese patio donde, en 2014, más de 100 mil firmas se reunieron para enviarlas al entonces presidente de la República, Enrique Peña Nieto, para que no se sembrara maíz transgénico en tierra mexicana.

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Foto: Mario A. Martínez

La defensa del maíz que crece naturalmente en el campo estuvo acompañada de un recorrido en el que el maestro repartió tortillas y organizó una tamaliza en la casona que alberga al IAGO. 

Esa fue apenas una de varias batallas que libró el benefactor juchiteco. Toledo, el activista, sumó su primer triunfo en 2002, cuando McDonald’s intentó instalar una sucursal en el zócalo de la ciudad.

El defensor de Oaxaca señaló que la entidad estaba siendo víctima de una “comercialización salvaje”. 

Alrededor de 10 mil personas se sumaron a la petición de que la empresa no quedara cerca del centro de la Verde Antequera, cuya magia atrae al turismo.

Tras pasar  un año, el gobierno resolvió facilitar a la firma otra ubicación y los permisos correspondientes. “¡Éstos sí son naturales!”, exclamó el maestro cuando repartía tamales para celebrar su victoria.

En 2006, durante el movimiento magisterial, la postura del artista fue firme:  apoyó a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), grupo que después amenazó con dañar los espacios culturales IAGO, Centro Fotográfico y El Pochote que, según el magisterio, eran manejados por la élite y habían dejado de pertenecer al pueblo. El maestro lamentó la actitud de los integrantes del movimiento.

En 2012, con diversas actividades como rodadas en bicicleta, el virtuoso juchiteco se opuso a la construcción del distribuidor vial de Cinco Señores, al considerar que nadie había consultado a los oaxaqueños para empezar la obra; además, nunca se tomó en cuenta a los peatones y ciclistas. No obstante, luego de varias acciones de protesta, Toledo recibió amenazas de muerte, que lo orillaron a  quedar fuera del tema.

Elevó la voz por los 43

La desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, Guerrero, conmocionó al mundo. Ante la indignación por el suceso, el maestro echó mano del arte y las técnicas de su taller Arte Papel para elaborar 43 papalotes, cada uno con el rostro de un estudiante desaparecido, para volarlos con ayuda de estudiantes de primaria. 

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Foto: Tomada de Twitter

A Toledo también lo movían las agresiones contra la prensa. Fue en 2015, tras el asesinato del fotógrafo Rubén Espinosa, que el artista y defensor de las causas ignoradas por las instituciones apareció entre la oscuridad, sosteniendo una vela y con la cara cubierta con una máscara con el rostro de Rubén, para pedir justicia por él y por los periodistas asesinados.

Ese mismo año, el también grabador inició la campaña por la Defensa del Cerro del Fortín, donde se erigiría el Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca (CCCO). El 9 de junio, el filántropo fue desalojado a empujones del lugar; ese día hubo dos heridos por cetemistas que amenazaron al juchiteco, quien a pesar de ceder ante la violencia, no cesó en protestas.

El CCCO se levantó finalmente en Santa Lucía del Camino.

La ayuda a su tierra fue su última obra conocida. Tras los sismos de 2017, el pintor y su familia llevaron ayuda al Istmo de Tehuantepec; ahí instalaron cocinas comunitarias, recaudaron fondos para alimentos, promovieron acciones para rescatar el zapoteco y no dejar en el olvido a las niñas y niños que se quedaron sin escuela.

 Además,  se pronunció contra  la reconstrucción promovida por la Federación, pues no respetaba a las viviendas tradicionales, y ayudó a las mujeres con hornos ecológicos que les permitieran volver a sus oficios. Esto refrendó el aprecio por su tierra y  así resurgió el reconocimiento de los suyos por  el juchiteco predilecto

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