Parir en casa: madres evitan los hospitales por miedo a Covid-19
La violencia obstétrica y cesáreas innecesarias son otros de los riesgos que afrontan las mujeres al dar a luz
Oaxaca se Juárez.- Orgullosa y tranquila por el bienestar del pequeño Andivi, nombre que significa “cielo” en mixteco, Gabriela Pérez Gómez comparte una foto del día en el que el bebé llegó al mundo: “Yo nací en casa”, se lee la frase en la primera playera que vistió el pequeño tras nacer lejos de un hospital, sitios convertidos en lugares de riesgo, por la alta probabilidad de contagio de coronavirus que se extiende por el mundo.
Gabriela, de 36 años, originaria de Tlaxiaco, conoce la historia de varias mujeres de su familia que parieron en casa, incluyendo a su mamá, quien tuvo a sus dos hermanos en su hogar; sabiendo esto, decidió acudir a un grupo de parteras en la ciudad de Oaxaca para recibir seguimiento durante su periodo de embarazo.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Gabriela confiesa que, al tratarse de su primer hijo, no estaba segura de dar a luz en casa: “En un principio, pensaba que [el parto] sería en el hospital, aunque sí pensé que podría ser en mi casa, tenía algunas dudas”, y comenta que ella optó por combinar la atención médica alópata con la partería.
Abogada de profesión, la madre primeriza se dedica a dar acompañamiento legal a mujeres que enfrentan procesos legales e incluso, conoce, debido a su trabajo, diversos casos de violencia obstétrica, así como violaciones a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. El ser parte de las cifras de violencia durante el parto, embarazo o puerperio, también la hizo pensar en otras posibilidades.
Foto: Cortesía
En 2016, organizaciones sociales publicaron el informe “Dónde está la esperanza”, el cual precisa que 80% de las mujeres oaxaqueñas indígenas han sufrido violencia obstétrica en algún momento del parto.
Los datos motivaron a Gabriela a buscar a las Diosas de la Oxitocina, grupo de parteras que brinda atención domiciliaria a mujeres que están por convertirse en madres, en los diferentes momentos del embarazo y parto.
“Enfrentarse a los miedos que surgen por la información que recibes y las cosas que desconoces, hace que te dé miedo. Temía que hubiera alguna complicación si daba a luz en casa, por lo que opté, en un principio, por un hospital, aunque con las parteras iba a seguimiento”, relata.
Con el paso del tiempo, Gabriela notó algunas diferencias importantes en la atención del Centro de Salud a donde asistía al seguimiento de su embarazo. “Yo había tenido un aborto espontáneo antes... y como tenían mi historial clínico, me dijeron: ‘tu matriz está maleada’. Cuando fui tenía 35 años y por esa razón me dijeron que mi embarazo era de alto riesgo”, comenta.
Las inseguridades crecieron; no obstante, las parteras le dieron la confianza de vivir su embarazo plenamente y continuar sus actividades de forma regular, pues no había síntomas a lo largo del proceso de gestación que indicaran ningún riesgo: “Me inspiraron mucha tranquilidad en los últimos meses..., porque hay muchas cosas que los médicos no te dicen”, añade.
Con las parteras, Gabriela aprendió a diferenciar los síntomas de su cuerpo hasta el momento del parto. Las recomendaciones del grupo fueron básicas: descansar y comer bien, mientras que en el hospital le sugirieron mantener ayuno antes del parto por si una cesárea era necesaria.
Foto: Cortesía
El parto ocurrió pocos días antes de que se iniciara la cuarentena de manera oficial, pero cuando la pandemia ya estaba instalada en territorio nacional e incluso en suelos oaxaueño. Fue así que los primeros casos de Covid-19 en el país hicieron que Gabriela y su pareja optaran por pedir que las parteras la atendieran.
“Al final, optamos por evitar también la violencia obstétrica. En un principio, me dijeron que, debido a mi edad, era muy probable una cesárea y que éste sería mi primer y único hijo”, afirma. En contraste, las parteras le comentaron que ellas han atendido a pacientes que tienen más de 40 años.
“Ellas [las parteras] me decían que estuviera tranquila. Me revisaron y me indicaron que todo estaba bien, se quedaron conmigo”, cuenta. Finalmente, el parto se llevó a cabo en las instalaciones de Diosas de la Oxitocina, para fortalecer la confianza de Gabriela en que tendrían lo necesario para su atención, el de ella y su bebé.
“Me hicieron recordar que es un proceso natural. Nuestro cuerpo sabe parir; sin embargo, surgían dudas y miedos. En el hospital me dijeron que el niño venía con el cordón enrollado en el cuello, y yo temía complicaciones”, recuerda.
Afortunadamente, durante todo el embarazo Gabriela no tuvo signos de preclamsia, ni otros factores que pudieran considerarse como de riesgo, por lo que consideraron que no necesitaba una cesárea. En el parto, no hubo ninguna complicación de las que advirtieron en el hospital.
Desde 2000, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) documenta que el nacimiento por cesárea ha crecido 38.1%. Los datos precisan que 60% son partos eutócicos y 2% restante, partos distócicos.
Al respecto, el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) documenta que en un año, en Oaxaca hay aproximadamente 20 mil nacimientos y 11 mil cesáreas.
Factores como los mencionados, así como el inicio de la pandemia por coronavirus, impulsaron la decisión de Gabriela a dar a luz en su casa, asistida por las Diosas de la Oxitocina.
Tras una labor de parto que duró más de 15 horas, Andivi llegó al mundo. Debido a la emergencia sanitaria, Gabriela vivió la cuarentena posparto en aislamiento domiciliario y reposo debido a la contingencia por coronavirus, mientras que el pequeño ha recibido sus primeras consultas en su domicilio, donde se ha reportado que su estado de salud es perfecto.