“Morenas de fuego”: de la hipersexualización de las mujeres negras al racismo estructural

Villa de Tututepec.— Una grotesca mano le apretó con fuerza una de sus nalgas y le dio un manotazo. Rosa María no recuerda el año, pero eran los 80. Caminaba por una de las principales calles de la ciudad de Oaxaca. El tipo, después de atacarla, corrió y a lo lejos pegó una carcajada. Ella, impotente gritó, maldijo y lloró. Una señora se le acercó y a modo de consuelo le sugirió no hacer caso, que así son los hombres. Y aún más con las negras.

Esa fue la experiencia más desagradable a la que se enfrentó en su época de estudiante, recuerda Rosa María Castro Salinas, hoy representante de la Asociación de Mujeres de la Costa de Oaxaca (AMCO), y originaria de Charco Grande, comunidad de  la Villa de Tututepec, un municipio también unicado en la costa negra oaxaqueña. 

Con el tiempo, cuenta Rosa María, entendió que las mujeres de su raza son terriblemente sexualizadas por sus rasgos físicos, al grado de considerarlas “exóticas”, “cachondas”, “fogosas”, “calientes”, “putas”, “brujas” y una larga lista de calificativos.

 “Hay muchos mitos alrededor de las negras que se mantienen y que nos lleva a la violencia física, las agresiones, el acoso y la discriminanción. Dentro de la comunidad, las negras o afros no lo notamos, no nos vemos así, es el otro, el de afuera el que nos ve de esa forma, desde el lenguaje al referirnos a nosotras como “morena de fuego” o que somos muy cachondas. Las indígenas, blancas también son cachondas , pero nosotras estamos más sexualizadas que las demás”, argumenta.

Pero esa sexualización y la cosificación de la mujer negra no han cambiado. Rosa afirma que es la misma de los años 80 la que se vive en 2020. 

Tan sólo hace unas semanas, a Rosa le llegó por WhatsApp el cartel de un encuentro de pueblos negros en México. La imagen principal era la de una mujer que resaltaba sus atributos físicos, cosificando así su cuerpo. Lo que la indignó y reclamó fue que incluso dentro del movimiento no se entienda que la lucha también debe encaminarse a derribar estereotipos como la  hipersexualidad de las mujeres negras.

“No sólo es triste, sino molesto, ver que dentro del movimiento negro no se termine de entender que también se lucha contra muchos  estereotipos. Dentro del movimiento se lucha por desbaratar el mito de la hipersexualidad, el mito de que las  negras son  “más fuertes”, porque eso ha provocado la muerte de muchas, sobre todo en los espacios de salud, porque se da preferencia a una indígena embarazada que a una negra, porque suponen que resisten más”, cuenta. 

Enfrentar racismo estructural en plena pandemia 

Rosa María Castro no duda en señalar que la pandemia por Covid-19 está  exponiendo el racismo estructural del Estado Mexicano, porque ignora a los pueblos afros, desde la Secretaría de Salud hasta el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), puesto que no se han creado campañas de prevención enfocados a la comunidad negra como sí existe con las comunidades indígenas.

Es por ello que a las líderes afros les preocupa que se repita el racismo estructural existente antes del reconocimiento constitucional que se dio el año pasado, ya que se  argumentaba que no se creaban políticas públicas a favor de los pueblos negros  porque no existían en las estadísticas.

Lo anterior pese a que desde el intercenso del 2015 que realizó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), se sabe que en México existe una población afro de un millón 386 mil personas, por lo que, afirma, ya no tienen pretexto para ignorarlos.

"Nos preocupa lo que está pasando, porque ahora se tienen datos de los pobres más pobres de este país, que son los pueblos negros. Nos preocupa que se ensañen nuevamente con nosotros como ha sido históricamente, que no haya una estrategia de salud y de  economía post-pandemia para nosotros", lamenta.