El ritual consiste en reunir a las jóvenes integrantes, generalmente, de la comunidad estudiantil, en una rueda para simular un desfile en el que, la madrina de los viernes, es la que reúne más flores a su paso. Los hombres desfilaban en sentido de las manecillas del reloj y las mujeres en sentido contrario, para dar oportunidad a ellos de entregarles flores en la mano.
Así, amigos, conocidos, compañeros y familiares, entregan a quien les parece más simpática, rosas y claveles, en honor de la simpatía y la belleza, no obstante, la modernidad ha alcanzado a la tradición y hoy también desfilan hombres que reciben flores y sonrisas de mujeres. Aunque son aceptados entre el grupo femenino, hasta ahora no han logrado reunir tantas flores como la predilecta de las mujeres.