
Asunción Magariño López recibió como cada martes y viernes (dos veces a la semana) medio saco de cebolla, de papas, ejotes, chayotes, zanahoria, además de leche, aceite, huevo, frijol, azúcar, jamaica, sopa, tortillas, avena y canela, ingredientes para su cocina comunitaria “3 de mayo”, ubicado en su casa en la Séptima Sección y que da alimento a 30 personas.
“Ya nos va a dejar a dieta tío Toledo”, bromea Asunción con las demás mujeres que esperan su turno el apoyo que recibieron a partir del 11 de septiembre, cuatro días después del sismo de magnitud 8.2, fue una gran ayuda para que su familia y todas las de su cuadra lograran levantarse durante la contingencia, aunque esta zapoteca consideró que era justo el cierre de las cocinas ya que las familias ya comenzaron a normalizar su economía.
“El maestro Toledo nos proporcionó las verduras y víveres, pero en las cocinas todas las familias cooperábamos para comprar la carne, pollo o pescado, aunque cada 15 días nos daban carne, pero todos los días los que estábamos en las cocinas contribuíamos, sólo así logramos mantenernos este tiempo. No tenemos cómo agradecerle al maestro por tanta ayuda”, explica Asunción mientras señala una manta colgada detrás de ella en donde se le agradece al artista su apoyo.
Todas las mujeres que esperan, coinciden con Asunción al señalar Francisco Toledo fue el único que mantuvo la ayuda humanitaria después de que el gobierno federal, estatal y municipal lo retirara después de dos meses de la tragedia “Ellos que tenían la responsabilidad nos dejaron solos, nos abandonaron, menos el maestros”.

La gente recibía las tres comidas diariamente, por lo que se le ayudó a las cocinas con cuatro mil piezas de pan y se repartía 350 kilos de tortillas al día.