El municipio de Santa María Xadani, junto con Álvaro Obregón, agencia de Juchitán, son las dos poblaciones con más gente dedicada a la mano de obra en la construcción.
“Los primeros en parar fueron los albañiles que trabajan con los sindicatos y compañías, los que aún continúan son quienes laboran en casas particulares. Pero eso no durará mucho, a lo máximo un mes, la gente ya está parando por miedo a que ya no habrá dinero ni trabajo, así que ya no quiere seguir construyendo”, explica Abel desde el techo de una vivienda a la que le coloca tejas.
En la ciudad de Juchitán la reconstrucción de viviendas aún no para, pues el gobierno federal, a través del programa Bienestar, continúa depositando los apoyos para que las familias damnificadas por el sismo del 7 de septiembre de 2017 concluyan en este año sus casas y comprueben a la federación que aplicaron los recursos, así que es normal ver nuevamente en las calles de la ciudad escombros y arena.
Los albañiles no tienen ningún tipo de seguro, no siguen medidas de protección ante el riesgo de contagio.
“No tenemos miedo al virus, tenemos miedo a no tener trabajo por varios meses, ese es el verdadero miedo. Por eso salimos a trabajar todos los días a Juchitán, aunque sea en esta ciudad donde están los casos. Es la primera vez que nos quedaremos sin trabajo, porque antes, si no había trabajo en el Istmo nos íbamos al norte del país, pero ahora ni allí hay trabajo”, comenta Abel Morales, quien cuenta con más de 18 años de experiencia en albañilería.
Tras quedarse sin trabajo, la pesca es la última opción que tienen algunos, como Abel y Luis Enrique, por un par de meses, pues confían que la reconstrucción en Juchitán continuará después de la contingencia.
En el servicio de transporte colectivo pasa algo similar. Fredy Ruiz Luis lleva cuatro años como mototaxista, invirtió todos sus ahorros y adquirió una unidad después de quedarse sin trabajo en una empresa de Juchitán.
Durante todo ese tiempo, fue su propio jefe y durante 12 horas manejaba el vehículo para lograr obtener entre 600 y 700 pesos al día, un buen empleo a pesar de la circulación de 4 mil mototaxis en esta ciudad.
“Hay poca gente en la calle, por eso muchos compañeros ya dejaron de trabajar y guardaron sus unidades. Yo aún salgo porque soy mi propio patrón y con lo que saco al día, no es mucho, pero ayuda para pasar el día con mi familia”, narra Fredy Ruiz.
En vísperas de entrar a fase 3 por este nuevo virus, en los sitios de mototaxis de Juchitán son largas las filas de unidades que esperan pasaje, algunos esperan hasta media hora y luego se mueven a buscar. El cobro también disminuyó y ahora está entre 5 y 7 pesos, cuando antes cobraban entre 10 y 15 pesos, aunque la distancia fuera corta.