Las bordadoras vuelven a los bastidores

“Tejiendo hermandad” las rescata; reactivan su actividad, a precio justo

Cecilia Antonio Valdivieso es quien coordina en el taller improvisado que se instaló en el patio de su casa, ubicada en la Séptima Sección de Juchitán. (FOTOS: ROSELIA CHACA. EL UNIVERSAL)
Sociedad 20/11/2017 16:41 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 16:41

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Bajo una lona roja están colocados dos bastidores de madera. Sobre ellos, tres mujeres, con singular precisión, picotean con una aguja un lienzo de tela negra, donde  rellenando con hilos un mosaico de jardín de flores. Son las bordadoras de huipiles, quienes gracias a una organización civil reactivaron su actividad económica, tras el terremoto del 7 de septiembre.

Cecilia Antonio Valdivieso es quien coordina en el taller improvisado ubicado en el patio de su casa, en la Séptima Sección. En total son 10 las mujeres que integran el grupo que   se formó a raíz de la  iniciativa social llamada “Tejiendo hermandad”.

El proyecto nació hace  un mes a partir del trabajo del Comité Melendre, que tiene la finalidad de reactivar la cadena productiva alrededor de las bordadoras de huipiles tradicionales, después del terremoto.

Todas las integrantes fueron damnificadas por los sismos. Cecilia perdió parte de su casa al igual que las otras  nueve integrantes,  por esa razón fueron elegidas para  entrar al proyecto social. Ellas se encargan de crear mundos coloridos en la ropa tradicional y el Comité es el intermediario para colocar los huipiles bordados a un precio justo en el mercado virtual con un cliente–donador.

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Aurora Catalán, responsable del proyecto “Tejiendo hermandad”, explica que la iniciativa surgió después de identificar que las  bordadoras, como todas las artesanas del Istmo, se quedaron sin fuente de empleo y no existía un  programa gubernamental emergente para reactivar la  producción. Así surgió la  alternativa temporal que apoya a seis grupos de 10 damnificadas, con una primera producción de 50 piezas bordadas.

Inicio del proyecto

La dinámica comenzó con la entrega  de los bastidores de madera (estructura donde se monta la tela para bordar) a las 60 mujeres que perdieron todo. Luego se les dio un adelanto de 675 pesos,  por una pieza, y al final del trabajo se les entregó   la otra mitad del dinero. 

De esta forma, cada una de las bordadoras arrancó con un pago inicial de mil 300 pesos. Sobre ese precio, el comité pone la prenda en venta a un costo de 2 mil pesos en una tienda virtual; con la cantidad  sobrante se cubren los gastos de envío.

“El comité no gana nada porque no es una iniciativa de negocio, sino social, para reactivar  la economía no sólo de las tejedoras, sino también de los carpinteros que hicieron los más de 30 bastidores que se regalaron, y de quienes dibujan las flores en las telas; se beneficia también  a quien  vende  hilos, es una cadena productiva  que abarca a más de 100 personas,  sólo en estos  seis grupos”, detalla Gubidxa Guerrero, responsable del Comité Melendre.

Para Cecilia, la coordinadora espontánea de las bordadoras,  el proyecto las animó a continuar con su labor, luego de que ella y las otras 59 mujeres  se quedaron durante un mes sin producir, hasta que llegó la ayuda; además de ofertar a un precio justo los huipiles que tardan en elaborar  entre dos a tres semanas, y que antes del terremoto malbarataban a 800 pesos en el mercado local o a revendedoras.

“Estábamos muy desanimadas, yo perdí parte de mi casa y no había mercado para vender, nadie quería los bordados; la verdad, estábamos mal y más que vivimos de esto, así que la llegada de este proyecto nos salvó; ahora tenemos ya seguro por lo menos una segunda producción de 10 huipiles bordados de calidad y bien pagados, no como lo vendíamos antes”, comenta la bordadora, con más de 15 años de experiencia en el oficio.

El comité  busca que el  proyecto sea permanente junto con la tienda virtual, y lograr que las artesanas tengan un nicho de mercado seguro y a precio justo.

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