Necesidad obliga a salir a mujeres zapotecas de Juchitán en plena fase 3 de la pandemia
La vida comercial de esta ciudad del Istmo de Tehuantepec no se detiene ni por la contingencia sanitaria
Parece un día normal, un día de plaza como cualquier otro en esta ciudad zapoteca conocida como la capital comercial del Istmo oaxaqueño. El ajetreo comienza desde las 6 de la mañana de extremo a extremo en el famoso mercado recién reconstruido, dominado totalmente por mujeres.
Ni la cuarentena por la pandemia de Covid-19, ni las restricciones sanitarias como la Sana Distancia, ni la muerte de una persona indígena de este municipio por el nuevo coronavirus hace apenas una semana, han sido suficientes para que las zapotecas paralicen la economía local.
En al arranque de la Fase 3, decretada esta mañana por las autoridades federales de salud, la necesidad de estas mujeres binnizá las obliga a salir. Ese es el argumento que se repite una y otra vez.
Tanto en el exterior como en el interior de los mercados públicos "2 de noviembre" y "5 de septiembre", son contadas las comerciantes que utilizan cubrebocas, a pesar de que el gobierno de Oaxaca anunció que a partir de este lunes es obligatorio usarlo en espacios y transportes públicos.
Ante la falta de observación a esta medida preventiva, las pocas locatarias y locatarios con cubrebocas lamentan que los demás no lo hagan, “por simple responsabilidad.”
"Desde que esta situación comenzó, mi familia y yo nos ponemos los cubrebocas. Primero porque aquí se nos acercan cientos de personas a comprar todos los días pan, y por higiene debemos de usarlas; segundo, por responsabilidad, debemos de ser conscientes de lo que esta enfermedad representa, y tenemos que respetar las indicaciones. No podemos quedarnos en casa porque vivimos al día de lo que vendemos, así que, por lo menos, usamos tapabocas" comenta Edmundo López, vendedor juchiteco de pan.
Pero que las familias y las personas no estén en su casa no significa que tengan dinero para comprar. Los comerciantes de los mercados aseguran que la gente sigue en las calles, afuera de sus domicilios, pero sus clientes han sido pocos y sus ventas han caído hasta en 50%.
El gremio de transportistas también ha resentido la crisis que amenaza con llegar con fuerza. Las dos últimas semanas, los mototaxistas que hacen sitio a una cuadra del mercado se han concentrado en largas filas, en espera de obtener pasaje, y cuando lo consiguen tienen que esperar hasta 40 minutos para ganar de 10 a 15 pesos.
Durante el recorrido que EL UNIVERSAL realizó en el primer cuadro de esta ciudad del Istmo de Tehuantepec, se observó que muchos comercios de servicios no esenciales como estéticas, barberías, casas de empeños, zapaterías, refaccionarias de bicicletas, centros de Internet, tiendas de ropa y regalos, joyería y más, siguen operando. Algunos restaurantes están cerrados, pero otros ofrecen sus productos sólo para llevar. La vida comercial del Istmo no se detiene, por ahora, ni por una amenaza mundial.