Tenía 24 años y para él, el renunciar momentáneamente a su pasión por la música, redefinió su vida. Entonces, decidió dedicarse a la venta de paletas y helados para poder coadyuvar a la economía de su familia, así como empezar a enseñar a algunos niños.
Con una carpeta bajo el brazo, escribió: “Yo soy el hijo del viento / Yo soy el hijo del agua / Yo soy el hijo del fuego / Yo soy tierra y obsidiana/ Soy el jade que olvidaste / Soy dimensión extraviada / Soy la lengua que negaste / Soy el huipil que ignoraste / Soy quetzal surcando el cielo / Yo soy maya y zapoteco / Ando buscando el camino / Que me lleve de regreso”.
Sin embargo, ésta no es la única pieza que Nathanael ha escrito. A lo largo de su carrera ha logrado componer al menos 120 piezas y actualmente dirige una escuela en la que instruye musicalmente a unos 150 niños. A sus logros se suma la presentación de “Mantra para el regreso”, una canción muy importante para su carrera y vida personal.
Para él, la pieza se hizo pública en el momento ideal, tras la invitación del titular del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), Adelfo Regino Montes, para musicalizar la entrega del bastón de mando al presidente en su primer día de mandato. La canción fue ejecutada al ritmo de un huehuetl, flautas, tambores y voz, por el compositor y los músicos Digna Josareth y Galdino Mejía.
Aunque el compositor originario de Nejapa de Madero reconoció haberse sentido emocionado por ser parte de la ceremonia en la que participaron representantes de los pueblos originarios del país, resaltó que fue una oportunidad para compartir con la clase política del país, sin embargo, confía más en las acciones que en las promesas.
Tras la experiencia comparte que el poder compartir una de sus creaciones con miles de personas, le hace sentir que “los artistas que trabajamos en comunidad tenemos un lugar importante en esta administración”.