Desde el pasado mes de febrero, los ganaderos del sur de Oaxaca denunciaron la muerte de más de 50 cabezas de bovinos a causa de la sequía. No hubo lluvias el año pasado y el agua escaseó en los potreros de temporal y, por consecuencia, se agotó el pasto. En ese entonces, esperaban las lluvias que nunca llegaron en abril y ahora los pozos están secos.
Con la pandemia, explica Margot Nolasco Robles, representante de unos 400 ganaderos del municipio de Santo Domingo Zanatepec, ubicado a unos 83 kilómetros al oriente de esta ciudad zapoteca, empeoró severamente la situación de los ganaderos.
Foto: Archivo EL UNIVERSAL
“Entre la pandemia y la sequía, los ganaderos enfrentamos los fuertes daños económicos sin ayuda de nadie. Tenemos el propósito de mantener la producción de carne y leche y sus derivados, pero ya no aguantamos los gastos por el encarecimiento del alimento y en menos de un mes, seguramente, tendremos la mortandad de cientos de reses”, advierte Nolasco Robles.
De acuerdo con cifras de la Ugrit, antes de marzo de este año, en medio de la sequía, los compradores de becerro de engorda procedentes del centro y norte del país empezaron a cancelar sus adquisiciones. Al día, en todo el Istmo se vendían unas 400 cabezas de bovino. De ese total, 55% va al mercado norteamericano y el resto se sacrifica en México, una vez engordado.
En toda la región, dice Jorge López Guerra, hay desde el mes de marzo un excedente de bovinos por el Covid-19 que provocó la suspensión de las compras: “En cada potrero hay, en promedio, 10 becerros que debemos alimentar y cuidar que no bajen de peso y que no mueran. ¿Sabes cuánto cuesta eso a sabiendas que te preparaste para venderlos?”, pregunta sumamente molesto.
Por la sequía no hay agua y tampoco pasto. A los becerros se les da algo de sorgo, que es pura fibra, pero no tiene nutrientes. La paca de sorgo es para que se mantenga en pie, aunque pierda peso. En Chiapas y Veracruz están vendiendo una mezcla de mazorca y hojas del maíz, conocido como silos, pero la tonelada anda por los 3 mil pesos contra los mil 500 de hace dos meses.
Aparte de que no hay alimentos, es caro lo que se consigue en el mercado. Mantener 10 cabezas más, porque no se vendieron, eleva nuestros costos y empeora nuestra situación: “Entre la pandemia y la sequía vamos derechito al quebranto, adelanta doña Margot, quien insiste en su diagnóstico: sin alimentos y si agua, van a morir nuestros bovinos”.
Los ganaderos del sur de Oaxaca, que ya sufrieron la muerte de más de mil 500 cabezas de reses en el primer semestre del año 2017, ahora insisten y claman que desde las esferas gubernamentales volteen a verlos: “No queremos que nos regalen dinero. Pedimos que juntos elaboremos un plan integral para salvar la ganadería y garantizar la producción de carne y leche”, aseveran.