Tras contagiarse en plataforma petrolera, ingeniero del Istmo lucha contra Covid-19 en soledad
En la plataforma Zaap-Alfa se detectó a 14 obreros con síntomas sospechosos, Víctor recuerda que estuvo sólo cinco días a bordo compartiendo su camarote con otro trabajador y en las áreas comunes, con más de 100 personas

Juchitán de Zaragoza.— Del otro lado del celular Víctor suena tranquilo y motivado, aunque de repente la tos pausa su conversación. Prefiere que lo llamemos así ante el miedo de sufrir represalias por parte de su empresa y para que sus hijos no se enteren que está contagiado de Covid-19.
Este ingeniero de 40 años, originario del Istmo de Tehuantepec, es uno de los trabajadores a los que llaman “plataformeros” —por emplearse en plataformas petroleras—, subcontratados por Pemex; es uno de los contagiados en alta mar en un barco chino.
Víctor lleva 17 años trabajando para empresas que le realizan obras a Pemex en Campeche, actualmente se desempeñaba como supervisor de campo en la plataforma Zaap-Alfa, donde se aglomeran muchos trabajadores de varias empresas, entre ellas la empresa en la que trabaja Víctor o los obreros del barco Reforma, que también entró en cuarentena cuando murió a bordo un administrador.
Recuerda que lo llamaron para presentarse a trabajar el 22 de abril y lo mantuvieron por cuatro días en un hotel para verificar que no presentara ningún síntoma de Covid-19. Previo a alistarse, le contó a sus padres, quienes insistieron que no fuera, que era peligroso por los casos que ya existían. Él argumentó que no tenía otra opción, pues necesitaba el dinero para mantener a su familia: era ir o quedarse sin trabajo por meses.
Después de salir limpio, el 25 de abril, abordó el barco que lo llevaría a la plataforma, pero antes lo contrataron 28 días, cuando lo normal son 14 días de guardia por 14 de descanso; no obstante, las empresas les aumentaron días para no realizar cambios, ante los riesgos que conllevan los movimientos de trabajadores.
Estando en el barco, Víctor recuerda que estuvo sólo cinco días a bordo compartiendo su camarote con otro trabajador y en las áreas comunes, con más de 100 personas; estuvo en contacto con equipo y superficies contaminadas. En la plataforma Zaap-Alfa se detectó a 14 obreros con síntomas sospechosos y, para que la situación no se saliera de control, los bajaron a todos del barco.
Víctor fue regresado al hotel para una segunda prueba, el 3 de mayo le informaron que era portador del virus y, desde entonces, decidió no regresar a su pueblo y aislarse en un departamento en Ciudad del Carmen, donde lo visita una doctora de la empresa para revisarlo y entregarle medicamentos.
A él y a sus compañeros contagiados les recomendaron internarse en un hospital del IMSS, pero se negaron por las noticias de que muchos entraban y no salían con vida, tal como un amigo suyo que recién murió intubado.
“Le dije [a su empresa] que entré sano y regresé enfermo, así que me tenían que pagar la siguiente catorcena, la empresa aceptó. Espero que cumpla, porque hay empresas que no lo están haciendo, están dejando a sus trabajadores a la deriva”, lamenta el ingeniero.
Víctor rompe en llanto de vez en vez, intenta sacar fuerza y motivación, no pasa un sólo día sin hablarle a su padre, y sin rezar, su fe y su creencia en Dios se reforzaron; sentir la muerte cerca y lejos de los suyos lo han quebrado.
“Enfermo y solo, pensando que en algún momento me puede dar un ataque de tos y que no pueda respirar es mi más grande miedo. Afortunadamente, ya voy por el día 17, voy saliendo, esto me ha llevado a valorar más mi vida y lo que tengo: mi familia. Volverlos a ver y abrazarlos me motiva a seguir luchado a no caer en depresión”.
Víctor añora volver a su casa, así que sigue resistiendo solo y tomándose siete pastillas diarias, que refuerza con la medicina natural, para mantener en funcionamiento sus órganos.