Conoce Oaxaca con el documental "Takeda"
No se pierdan este increíble documental de Yaasib Vázquez
La masa. El metate. Las tortillas. Las manos y el agua. El comal. El barro. El torno. La vasija. Otra vez, las manos y el agua. La tierra. La coa. El maíz. De nuevo, las manos y el agua. Los oficios, esos en donde la energía, el corazón y el trabajo de la humanidad se unen, continúan su ciclo a pesar de todo. No se olvidan. La cocina, el arte y el campo son latidos infinitos.
Takeda es el documental de Yaasib Vázquez Colmenares que pone sobre la mesa reflexiones y contemplaciones necesarias: la sensibilización ante la otredad, la pausa en un mundo con prisa y el reconocimiento de la identidad. Se estrenó este 2017 y se ha exhibido en foros como el Oaxaca Film Fest y el Festival Internacional de Cine de Morelia.
¿Qué tiene qué ver esta obra audiovisual con la comida? La respuesta es todo pues invita a reflexionar sobre el campo, el tiempo y los valores actuales al hablar del contexto particular de Shinzaburo Takeda, un artista plástico japonés que hizo de Oaxaca su hogar.
Este maestro de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca ha formado, desde finales de la década de los setenta, a generaciones talentosas que ven en él un guía espiritual y un amigo. Él no se considera un artista sino un trabajador, alguien que busca el sentido en su día a día. Dejó su país como un alma en pena: la muerte de su abuela y la Segunda Guerra Mundial lo dejaron roto y solitario.
Después de vagar, encontró su propio espacio en esta entidad sureña de contrastes. “Aparentemente son culturas que no tienen nada que ver, pero en realidad son muy cercanas en cosmovisiones y en la forma de entender el mundo, más con el México profundo”, dice este director y cine fotógrafo, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, quien conoció a Takeda cuando era niño, gracias al entorno en el que convivía con sus padres.
“La pobreza es piedra pesada, se queda mucho tiempo en el cuerpo. Siempre teníamos hambre”, dice la voz de este octogenario de sonrisa paciente quien nació y vivió sus primeros años en un pueblo campesino de un Japón que ya no existe. Takeda es un extranjero en su propia nación y en este largometraje que dista de ser una autobiografía, se le escucha contando anécdotas, como esa en la que su abuelita le hacía guardar el estiércol como abono para la siembra pues eso era lo natural.
Yaasib opina que este creador que admira es muy puntual hablando de la gente del campo como un eslabón maltratado por la modernidad. “Yo creo que justamente son de los personajes más importantes pues tienen todo este conocimiento del ambiente, además de que producen y nos dan de comer. Sin ellos, no viviríamos, pero hemos ido rezagándolos, discriminándolos, olvidándolos o marginándolos”, lamenta. Este oaxaqueño cree que el profesor es un ejemplo de esa gente atemporal, que no encaja en este sistema con una visión occidental, individualista y funcional en el que vivimos. “Ellos no van en contra sino al lado de la corriente, observando y sensibilizando a los demás para que tengan una apertura más amplia de lo que sucede”, describe.
Takeda es una historia universal sobre situaciones que a todos nos han tocado vivir. Bahnez en zapoteco significa “hacer tu camino”, dice Yaasib. Es a través de ese proceso en el cual maduras y encuentras eso que te gusta hacer, tal y como este creador lleva años honrando lo hecho a mano con maestría. “Yo no escogí energía, yo no escogí velocidad. Yo buscaba pensamiento, tal vez”, se escucha en una de sus voces en off.
Si bien hay un boom y cierta tendencia de acercarse estas formas diferentes de ver el mundo, cree que hace falta ir más con el espíritu. “En las culturas mesoamericanas así como en el sintoísmo siempre se habla de un respeto hacia los elementos de la tierra, a lo que está vivo”, añade. “Esa fórmula se ha abandonado en la pretensión de modernizarnos y alejarnos de ese “México bárbaro”, “ignorante o “indígena” como se le ha catalogado”, dice.
Yaasib reitera la idea de que hay que conversar y aprender en un plano horizontal, desde el respeto pues “hay un desconocimiento muy grande sobre la comida, los ingredientes, la comunidad y nuestros paisanos y entornos distintos, como los de los pueblos originarios”.
La comida siempre ha estado presente en las memorias de este director de origen zapoteco. Desde muy pequeño, su abuela Magdalena, excelente cocinera, lo cuidó. Su amarillito con camarones secos y nopales o sus albóndigas son dos sabores que se le han quedado en las entrañas.
Él tuvo una educación del respeto por lo que te da de comer y te permite existir. Yuban (que significa “tierra viva”) es el nombre de su cortometraje que ganó un Premio Ariel al Mejor Cortometraje Documental en 2012 donde ya se ve refleja una intención de hablar de la singularidad de los pueblos, del festejo de que no somos iguales y de que hay múltiples formas de entender a las culturas. También es el nombre del restaurante en la colonia Roma en la que es socio.
Al charlar sobre el tema, él considera que la cocina contemporánea mexicana pretende entender, de una forma general, una fusión de conocimientos, pero percibe que a algunos chefs les hace falta acercarse al campo y “empaparse en esas tradiciones”. “Si eso se arropa, entonces sí podemos pensar que hay una nueva cocina mexicana”, expresa.
El maestro Takeda invita a preguntarse quiénes somos en la sociedad. Un artista puede parecer inaccesible o incomprensible pero Yaasib toca otras fibras, que no están en lo snob de estos círculos del prestigio. “No importa si no conocen de arte o de cine de autor. Quiero que escuchen al maestro, que se acerquen y que puedan tener una lectura fácil, que les pueda mover algo. No es un trabajo hecho para ganar festivales, solo quiero que se comparta”, confiesa. México es un potencia en la creación documental y se han rebasado las fronteras que trascienden a la simple descripción de la realidad. “Takeda quiere que sus alumnos que vienen de orígenes humildes se den cuenta que tienen costumbres increíbles. Por desconocimiento y racismo en la sociedad mexicana hablar una lengua indígena era de jodidos. Como mexicanos nos hemos discriminado y en ese camino hay un maestro como él que te dice que no niegues tu origen, que te reconectes con las raíces y que transformes en arte las carencias”, explica el cineasta. Larga vida a Takeda y a estos mensajes del oficio, el propósito y el corazón.