La intérprete mazateca que acerca justicia a paisanos
Norma Cerqueda se dedica a acompañar a indígenas que enfrentan procesos judiciales en CDMX; dice que la mayoría son delitos fabricados
“La justicia es la más injusta, no hay nada para las personas que somos hablantes de una lengua”, dice Norma Cerqueda Fernández, perito intérprete traductor del mazateco, quien desde hace ocho años se dedica a ayudar a sus paisanos para llevar un proceso penal de forma justa, acceder a la justicia cuando son víctimas y obtener atención digna a su salud.
De sonrisa grande y ojos almendrados, que revelan su raíz mazateca, Norma explica que en sus años de experiencia ha sido testigo de cómo la discriminación es un factor determinante para que las personas hablantes no tengan acceso a la justicia, sobre todo cuando son migrantes.
Originaria del municipio de San José Tecóatl, en la región Cañada del estado, Cerqueda se ha especializado sobre todo en apoyar a hombres y mujeres que llevan un proceso penal en la Ciudad de México, donde los mazatecos son el tercer grupo indígena de mayor presencia. Ella también migró, dejó su tierra en búsqueda de mejores condiciones de vida.
“Mi labor empezó de 2012, luego de tomar un diplomado en la Organización de Traductores, Intérpretes y Gestores Culturales. Al terminar esos estudios yo hice mi primera asistencia, fui a hacerle una lectura a una persona acusada de homicidio”, señaló .
Por la manos de Norma han pasado prácticamente todo tipo de casos, desde personas acusadas de robo hasta de homicidio doloso o violación y lo mismo ha traducido sentencias, que testimonios de los acusados. También ha colaborado a traducir a las víctimas de diversos delitos.
Asimismo, la mujer ahonda en que no sólo es intérprete en sentido jurídico, sino también en el médico, pero “aquí lo importante es que el sistema está diseñado para quienes entienden el idioma español”.
Delitos fabricados.
Para la perito intérprete es fundamental que se reconozcan los derechos de las personas hablantes de su legua materna, pues esto garantiza que quienes son acusados de cualquier ilícito puedan tener una defensa justa. El problema, señala, es que muchas veces “los acusados ni siquiera terminan de entender por qué los detuvieron”.
“Algunas veces me ha tocado llevar desde el principio llevar la asistencia de los procesos jurídicos, pero la mayoría de las ocasiones laboro con quienes ya tienen un proceso avanzado. Muchas veces (los acusados) llegan al Ministerio Público y por pena no dicen que hablan en su lengua materna, o cuando sí lo expresan son objeto de burla, es peor la discriminación que enfrentan o temen enfrentar”, señala.
Foto: Cortesía
Pero lo más grave, indica esta especialista mazateca, es que ante la vulnerabilidad de las personas hablantes, las autoridades de seguridad y procuración de justicia actúan negativamente contra ellos. Sin dejar de lado a quienes sí cometen algún ilícito, señala, más de la mitad de los casos que ha asesorado son de personas a las que les fabricaron un delito.
“Muchas veces me ha tocado ver que son delitos fabricados, a las carpetas de investigación les van agregando ilícitos conforme los acusados están en el Ministerio Público. Muchas veces no es que las personas indígenas haya cometido un delito, sino que los ven vulnerables y los vulneran más. Me atrevería a decir que un 70% de los acusados tienen encima delitos que no cometieron”.
“Por ejemplo, imagínate, acusar a un mazateco de haber matado a nueve personas suena irreal. Las autoridades se encajan, además entre los defensores públicos a veces hay vacíos a la hora de demostrar que una persona no habla ni entiende el español, por eso son tan importantes los peritajes culturales”, añade.
Se mujer valiente.
Sobre los retos que enfrenta como intérprete traductora, Norma Cerqueda explica que en el trato con las personas víctimas o acusas de algún delito, debe tener especial cuidado, pues se trata de establecer puentes de comunicación y el hablar la misma lengua no es suficiente.
“Para asistir a una víctima se necesita muchísimo tacto, a fin de que puedan tener la confianza de decir ‘me pasó esto o lo otro’. Pero eso no es todo, muy constantemente me pasa que llego y me presento, le explico a la persona que voy a ser su interprete y que mi asistencia no tiene ningún costo, y entoces viene una comunicación de interrogación de ellos hacia mí, me preguntan quiénes son mis familiares, de qué pueblo soy. Si no doy un poco de datos personales y de mi ubicación desconfían” señala.
Foto: Cortesía
“Además es complicada mi labor porque soy mujer y un 90% de las personas que asisto son hombres. Ellos sienten desconfianza por mi género, piensan que no podría apoyarlos, pero pese a todo tengo que tener sensibilidad y empatía”, añade.
Por otro lado, esta traductora mazateca señala que su labor prácticamente no tiene remuneración, pues aunque está establecido que debería recibir apoyos para transportación y alimentos, este dinero no le llega más que una vez al año.
“Yo hago esto para ayudar a mi gente. Ya no vivo en mi tierra, pero creo que desde aquí puedo ayudar a los míos, colaborarles con lo que yo tengo. De esto no se vive, pero yo lo hago con mucho gusto”, dice.