Xandu’: Traer a los muertos a casa durante 9 días

Esta misión entre los zapotecas queda en manos de las rezadoras, “personas de valor” que   muestran el camino

Foto: Roselia Chaca
Sociedad 29/10/2019 09:55 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 21:22

Jacinta altera su voz normal hasta lograr un tono agudo, los rezos del novenario cantados frente al altar familiar son  propicios para la ocasión, buscan purificar el camino del  muerto hacia su morada terrenal. Esta zapoteca de Juchitán hace su parte como rezadora en los preparativos previos al Día de Muerto o Xandu’, como se le conoce a la celebración entre los zapotecas del Istmo de Tehuantepec.

Jacinta Salinas Ruiz  lleva más de 25  años siendo rezadora, un oficio que requiere un temperamento fuerte e inquebrantable, “de mucho valor” asegura  ella, pues es la encargada de  limpiar  con sus cantos el  camino de las almas para que no se pierdan; además, los rezadores  son  contratados para hablarles  a las personas recién fallecidas  para que se dejen vestir, para que se vayan en paz y crucen el “río de sangre” en el más allá.

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Foto: Roselia Chaca

La mujer de  46 años comienza sus rezos nueve días antes del Día de Muerto —que entre los zapotecas del Istmo  son los días 30 y 31 de octubre—, a partir de esa fecha comienzan  a aromatizar el camino con incienso y los rezos  que recorrerán en los últimos días hasta encontrar la casa.

Todo eso se dedica a las almas recién partidas, “las que lograron atravesar el gran río de sangre,  que han cumplido los tres  meses reglamentarios para llegar al paraíso”,  así que   regresan a visitar a los que dejaron y celebran con ellos el primer Xandu’.

Si el difunto se fue en agosto, su ofrenda se hará el año siguiente porque, según el ritual zapoteca, no les da tiempo llegar a la mansión de los muertos e incorporarse a la peregrinación de las almas visitantes, pues las hallan en el camino.

Ritual sagrado

Los zapotecas del Istmo  ven a la  muerte  como algo sagrado, por lo que  perpetúan el culto al difunto toda la vida, desde que se concreta la muerte, cuando se arma todo un rito para sepultarlo en una fosa con una profundidad de nueve cuartas, denominado en zapoteco ga’ bia’, hasta que muera el último familiar que lo recuerde en Todos Santos o Semana Santa, cuando se visita la casa de los muertos.

El número nueve es importante para muchos pueblos indígenas, los zapotecas no son la excepción, para ellos el inframundo es identificado como ga’ bia’, si se descompone la palabra sería:  ga’ (nueve)   bia’ (dimensiones), los nueve niveles del inframundo, por eso es común que los altares que se construyen frente al altar familiar en estos días sean de nueve escalones.

El Xandu’ entre los zapotecas es más que altares adornados y  rezos, es  no olvidar la creencia de los antiguos binnizá de que se pasa a un estado sagrado intermediario entre los dioses.

Natalia Sicarú tiene 26  años y es la primera vez que está al frente del primer Todos Santos de su abuela Florentina, ella asumió la responsabilidad de encabezar los rezos ante la ausencia de su madre, por lo que sigue las instrucciones de la rezadora y de las mujeres más ancianas de su casa para cumplir con la tradición.

“Es una gran responsabilidad realizar el Xandu’, por eso sigo los consejos de la rezadora. En estos días de rezos el ambiente de la casa cambia, me siento más en convivencia con mi abuela y mi hermana que ya murió. En el primer rezo hasta escuché la voz de mi hermana contestando la novena. El olor de las flores y el sahumerio las trae a casa por nueve días”, comentó la joven zapoteca.

Ahora, Natalia le explica la celebración  de la forma más sencilla a su hijo de seis años, quien desde pequeño ve la muerte como algo sagrado y no  con miedo, como todos los zapotecas.

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