Zapoteca revoluciona oficio de talabartería

Artesana de pieles y estudiante de ingeniería electromecánica diseña prototipo de lavadora rústica para reducir tiempo y costos

Foto: Roselia Chaca
Sociedad 29/12/2019 08:17 Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 13:02

Para lavar la piel de ganado o cualquier bovino que es utilizado en la elaboración de calzado, los talabarteros locales realizan un proceso que dura una semana y además los desgasta físicamente. Por ello, para reducir tiempo y desgaste,  una  joven zapoteca talabartera y estudiante de Ingeniería Electromecánica creó un prototipo de lavadora mecánica para pieles.

Milaidy Cabrera Martínez es alumna del quinto semestre del Instituto Tecnológico del Istmo (ITI) en Juchitán y recientemente presentó su prototipo de lavadora en la Segunda Feria de Innovación y Desarrollo Tecnológico.

La interesante propuesta tecnológica  fue seleccionada por un jurado para participar en una feria estatal sobre innovación.

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Foto: Roselia Chaca

Esta joven de 22 años muestra a EL UNIVERSAL su prototipo en el taller de talabartería que montó en su cuarto, con esta lavadora pretende, en un tiempo no muy lejano, convertirse en la primera artesana de huaraches en todo el Istmo de Tehuantepec en tener una  máquina de lavado de pieles.

Esto, debido a  que el proceso hasta el día de hoy es 100%  rústico y pesado, obligando  a muchos talabarteros a no realizarla, por lo que sus  piezas mantienen el mal olor de la piel.

Todo comenzó hace un par de años, cuando se formalizó en el oficio de talabartera y, para mejorar sus productos, decidió visitar fábricas de zapatos y pieles en el estado de  Guanajuato, fue ahí donde vio las grandes lavadoras de pieles, aunque para uso industrial.

Con la información que obtuvo, Milaidy ideó crear el prototipo de una máquina de  tres metros de diámetro que pudiera soportar al menos tres pieles de ganado. 

“Cuando visité las fábricas de calzado en Guanajuato  vi esas  máquinas para productos a gran escala y pensé que era necesario tener una pequeña que me ayudara a lavar las pieles que utilizo, una máquina que me auxiliara  a reducir horas y no implicara tanto esfuerzo físico; entonces pensé en  la lavadora mecánica de baja potencia”, explica mientras hace  funcionar su prototipo  a escala. 


Proceso desgastante.

En Juchitán los artesanos y Milaidy, quien es de las poquísimas  mujeres que se dedican a este oficio exclusivamente de hombres  en Juchitán, les toma una semana el proceso de lavado de la piel curtida para quitarles el mal olor, utilizando tambos, bastante agua y algunos químicos.

En este proceso la piel que ya fue previamente curtido con la corteza del árbol de huamúchil durante un mes en las pilas —en algunos pueblos del Istmo, como Juchitán, se curte la piel de manera natural sin utilizar químicos—, se coloca durante varios días en distintos tambos con químicos y aromatizantes hasta lograr erradicar el mal olor, después se seca y está listo para convertirse en huaraches o bolsas.

“Es muy pesado cargar la piel mojada de un tambo a otro durante una semana, por eso muchos huaracheros no le quitan el mal olor;  es agotador y se pierde tiempo.

En cambio con una máquina de lavado, el proceso sólo toma dos horas y el esfuerzo se concentra en el momento de meterlo y sacarlo de un tambor”, detalla la joven estudiante.

El prototipo está compuesto de un barril de madera especial con una base en donde está colocado un motor eléctrico con un engrane que se conecta a un eje que sostiene el barril.  La ejecución del lavado dura dos horas soportando la piel de tres bovinos de tamaño grande. El prototipo fue elaborado durante tres meses e investigación. 

El sueño de Milaidy es que en Juchitán los talabarteros tengan o renten la máquina para lavar las pieles, por lo que espera que haya alguna persona o empresa que quiera invertir en hacer realidad el prototipo que ella elaboró. 

“Lo ideal es que todos los talabarteros que elaboran huaraches de piel tengan una máquina, pero eso es casi imposible, por lo que se pueden organizar entre varios y construir uno o, en todo caso, que alguien lo construya y los artesanos renten cada vez que lo utilicen.

Si nadie se anima, espero que yo logre concretarlo pronto, sería la primera en su tipo en la región del Istmo”, comenta orgullosa.
 

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