Artistas y lienzos se unen por Justina Fuentes
La pintora oaxaqueña necesita reunir 800 mil pesos para una operación. Más de 40 creadores donaron sus obras en solidaridad con la maestra
La meta es lejana, a la maestra Justina el pesar de luchar por juntar 800 mil pesos en 45 días se le asoma en la mirada. Desde hace un año depende de una silla de ruedas para desplazarse, pero confía en que después de la operación de fémur volverá a brillar a través del óleo y los trazos que, asegura, le vienen desde el corazón.
“Se nos acabó el agua”, admite entre risas, mientras platica sobre sus complicaciones derivadas de la fractura de cadera que sufrió en 2012, misma que le infectó una pierna y esto le impide caminar.
Ha consultado varios médicos, en Oaxaca, Puebla y la Ciudad de México y por ello no ha podido seguir haciendo arte, se acabaron los cuadros y también los recursos para pagar los gastos médicos que suman 5 mil pesos diarios, más el costo de la operación. La artista plástica Míriam Ladrón de Guevara fue quien le sugirió pedir apoyo entre la comunidad de artistas.
“A mí me daba pena, cómo voy a andar pidiendo”, replica la pintora de 63 años.
Más de 40 artistas se sumaron a la causa de la maestra Justina, quien admite estar sorprendida por la solidaridad de los pintores, algunos, incluso, no los conoce personalmente. En un inmueble ubicado en la calle de Morelos se realizó, el pasado 19 de agosto, la expoventa a beneficio “Hoy por Justina”; por instrucciones de la maestra, por cada venta se destinará un porcentaje para su operación y otro para los autores, porque ella, insiste, no quiere abusar de la confianza de sus amigos.
La exposición que incluye obras de Alejandro Santiago, Rosendo Vega, Siegrid Wiese y Sabino Giusu, entre otros, viajará a la Ciudad de México, donde se buscan espacios más grandes como la Casa Lamm y el Museo Soumaya.
La obra que fue donada hoy se encuentra disponible al público en la galería de la Fundación Bustamante Vasconcelos y se espera que también sea mostrada en la galería La Mano Mágica.
Los inicios
Justina Fuentes inició su camino en las artes plásticas a principio de la década de los 80, poco después de casarse con el también artista plástico, Juan Alcázar, quien falleció el año pasado. La emoción le llena el cuerpo al hablar de sus primeros trabajos, unos grabados que elaboraba “escondidita y calladita”, que por la insistencia de su esposo, esporádicamente, participaba en alguna exposición.
Las habilidades estaban escondidas en una personalidad tímida que poco a poco iba abandonando hasta consolidarse como una pintora con un peculiar estilo. “Dicen que mis pinturas son cursis, porque me gusta pintar sirenas… ¿qué tiene? las sirenas siempre van a ser las sirenas”, declara.
Alusiones a las figuras femeninas y la naturaleza emanan del pincel y el sentimiento de Justina, quien a más de 30 años de sus inicios dice que no existe pintor que no refleje su interior en el lienzo.
Cuando Juan Alcázar se desempeñaba como director de la Casa de la Cultura en la capital oaxaqueña, Justina se dedicaba a hacer pequeños grabados, entre risas recuerda haber vendido los primeros en 20 pesos, y aunque a decir de su esposo, no le alcanzaba “ni para recuperar lo del papel”, fue así como empezó a colocar su obra.
Mundo de hombres
La pintora recuerda que era un mundo de hombres, a las reuniones de artistas asistía Alcázar, Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Sergio Hernández, Rodolfo Morales y otros artistas contemporáneos quienes le fueron motivación y consejo para ella. Su cercanía con los artistas, comenta, creó rumores sobre su falta de habilidad para la pintura, sin embargo, eso no la detuvo. “El arte es misógino”, reconoce Justina mientras recuerda que ella y otras pintoras, como Laura Hernández, se abrieron camino en un tiempo en el que el lugar de la mujer estaba en la cocina y cuidando a los hijos.
Poco a poco fue ganando presencia con galeristas y coleccionistas. “Llegué a vender más que Juan”. Justina cuenta lo difícil que es una relación sentimental entre dos artistas. “Nos separamos para volver a ser amigos, me costó volver a conquistarlo como amigo pero con el tiempo, llegamos a serlo e incluso salíamos al cine”, recuerda.
Tras la enfermedad y muerte de su esposo, la salud de Fuentes decayó, pero asegura que quiere cuidarse para vivir sin enfermedades ni tristezas. Para la artista, los tiempos han cambiado, aunque ahora se tienen mayores oportunidades para exponer y pulir su arte, la maquila y la falta de pasión ha puesto en crisis al arte oaxaqueño.
“Sé que tengo que volver a caminar”, confiesa la artista, con ansias de abandonar la silla y volver al taller donde ha dado vida a sus obras y con una perspectiva de mucho valor hacia la vida.
“Yo formo parte de la historia del arte de Oaxaca y por ello, tengo que lograrlo”, finaliza.