Ni crisis ni pandemia vencen a los mezcaleros tradicionales

Sociedad 30/08/2020 10:46 Oaxaca Mario Arturo Martínez Actualizada 10:49

Aunque por tres meses Marcelino Jarquín y sus dos hijos no vendieron ni un litro de mezcal, no dejan de producir, pues esperan la recuperación económica

Miahuatlán de Porfririo Díaz.- Vito Irineo Jarquín tiene 83 años. Todos lo conocen como Marcelino, el nombre que le impuso el cura en su bautizo. Marcelino es mezcalero y trabaja en su pequeño palenque ubicado en el pueblo donde nació, La Pila, en Miahuatlán de Porfirio Díaz, un municipio de la Sierra Sur de Oaxaca.

El primer acercamiento de Marcelino al mezcal fue cultivando la tierra. Aprendió a arar cuando tenia menos de 15 años, desde ese momento hasta hoy no ha parado de trabajar. Tuvo cuatro hijos, dos trabajan con él en la producción del mezcal, Silverio y Eleazar, quienes aprendieron de su padre todo lo que necesitan saber. 

Hoy, Silverio y Eleazar son la fuerza que mueve el palenque. Eleazar migró de joven a Estados Unidos y apoyó económicamente para consolidar y actualizar el palenque familiar, ahora está de regreso trabajando codo a codo con su papá y su hermano.

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Foto: Mario Arturo Martínez

Su fuerza es necesaria precisamente ahora, cuando la crisis económica derivada de la pandemia de Covid-19 ha derrumbado las ventas del mezcal y se necesitan de todos los brazos para repuntar el negocio familiar. 

“Tres meses pasamos sin vender ni un litro” cuenta Silverio mientras trabaja cortando maguey en el campo resguardado detrás de su cubrebocas. 

Los principales clientes de esta familia de mezcaleros se encuentran en Miahuatlán y las comunidades aledañas, fue por eso que los litros de mezcal dejaron de correr, pues en Oaxaca los pueblos blindaron sus accesos para no permitir la llegada del virus.

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Foto: Mario Arturo Martínez

Aunque los cierres carreteros como medida de autoprotección no afectaron la producción de mezcal, sí complicaron que se pudiera mover el producto que nunca se dejó de destilar de la forma ancestral. 

 “Aquí tenemos todo para trabajar, el agave, el palenque, todo. Los clientes fueron los que se apagaron. Las fiestas patronales, los cumpleaños y demás celebraciones se detuvieron, eso fue lo que más nos afectó, no se vendía nada” cuenta Silverio. 

Según habitantes de la comunidad, antes de la pandemia la gente llegaba a comprar entre 20 y 50 litros de mezcal, pero ahora, quien se acerca puede pedir desde medio o un litro.

A pesar de las bajas ventas, estos tres hombres no han detenido la producción de mezcal, con la esperanza puesta en que pronto mejoren las ventas y que cuando exista una recuperación económica, ellos estén listos para vender.

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Foto: Mario Arturo Martínez

La esperanza de la familia no es infundada, pues de acuerdo con la Secretaría de Economía de Oaxaca, la industria mezcalera es una de las que más ha crecido en los últimos años, un 173% desde 2015, y la entidad concentra el 90% de la producción anual, que en 2019 se estimó en 7.1 millones de litros. De ellos 4.7 se envasaron para exportación y 80.3% de ese total es mezcal oaxaqueño. 

Ahora, pese a la pandemia, el mezcal mantiene un impulso importante que valúa la industria en 5 mil millones de pesos. Además, ha logrado frenar la migración, pues de ella dependen directamente 16 mil personas.

El problema para los Jarquín es que no están afiliados a ninguna agrupación o cámara de mezcaleros, y por ello no han recibido ningún apoyo gubernamental. “Nos han ofrecido que entremos, para recibir apoyos, pero para eso se necesita pagar y como no tenemos suficiente maguey no podemos”, lamentan. 

Tradición de más de un siglo

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Foto: Mario Arturo Martínez

Amanece en La Pila. Marcelino y sus hijos ya están al rededor del horno trabajando. Han esperado varios días para poder encenderlo, pues las constantes lluvias no lo han permitido, las piñas de maguey ya cortadas y listas esperan a un costado del horno.

El horno, un gran hoyo en la tierra, está hecho especialmente para cocer el maguey, y éste en particular lleva mas de cien años sirviendo a la familia Jarquín.

“Mi abuelo hizo el horno, él ya producía mezcal aquí, nada en este horno ha cambiado, aquí jugábamos de niños a darle vueltas” recuerda Silverio.

El horno no ha cambiado y la manera en la que estos mezcaleros producen la bebida tampoco. El proceso es completamente tradicional, desde la siembra de los magueyes, su crianza y el corte, basándose en las fases de la luna, respetando el conocimiento tradicional. 

“Tenemos que cortar el maguey en luna creciente, la sazón del maguey es mejor, también su producción, es el punto. Esa es la tradición que tenemos, le tenemos fe al conocimiento de antes” relata Silverio.

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Foto: Mario Arturo Martínez

Mientras el sol comienza a subir, Eleazar y Silverio llenan el horno de leña. Lo hacen de una manera especial que permite que se caliente de manera uniforme. Mientras, Marcelino ajusta una antorcha en una vara larga y puntiaguda. Encendido el horno, el humo se hace presente inundando todo el espacio, la gran humareda se puede mirar desde lejos. 

Eleazar coloca las piedras que se calentarán con el fuego y mantendrán el calor para cocer el maguey. Lo hace con destreza, soportando la espesa cortina de humo que impide la visibilidad y mengua la respiración.

El horno permanecerá encendido aproximadamente ocho horas, horas de incertidumbre pues las nubes están presentes y puede comenzar a llover en cualquier momento.

El humo del horno se convierte en una señal, poco a poco vecinos y amigos comienzan a llegar al palenque de los Jarquín para ayudar a cerrar el horno, trabajo que requiere de precisión y velocidad; mientras mas personas ayuden es mejor. 

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Foto: Mario Arturo Martínez

Entre los habitantes de La pila es común ayudarse, ya sea en la siembra, el corte de maguey o en el cerrado del horno. “Casi no hay trabajadores y los pocos que hay quieren ganar mucho y no sale, por eso mejor nos ayudamos entre vecinos,” explican.

También el trueque es una forma de sobrellevar la crisis económica, y en La Pila lo practican con cotidianidad. “Si no hay dinero le dices a alguien, necesito leña, ¿quieres, te doy mezcal por esa leña? Y se ajusta, cambiamos lo que sea, un chivo, gallinas, guajolotes por mezcal”.

Para lidiar con la crisis que viven, los familiares mas jóvenes de la familia Jarquín han ideado una pagina de Facebook y han nombrado a su mezcal “Sangre de Maguey”, buscando en las redes sociales una alternativa para la venta de su mezcal artesanal. Y la fuerza para que esta pandemia no los venza.

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