Tejedores de hamacas del Istmo, abandonados por autoridades
En medio de la crisis y con el encarecimiento de los productos luego del sismo del 7 de septiembre, tejedores de hamacas buscan seguir con su labor para sacar adelante a sus familias
En el albergue que tras el sismo del pasado 7 de septiembre se instaló en el Instituto Tecnológico de Juchitán, dos tejedores de hamacas que recuperaron bastidores de los escombros de sus viviendas, intentan rescatar su oficio y con ello sus finanzas, en medio de la crisis, el encarecimiento de los productos y el escaso apoyo de las autoridades
Iber Manuel Nicolás Vásquez y José Manuel Santiago Reyes perdieron su patrimonio pero aseguran que no quieren dinero regalado, sino oportunidades de trabajo que les ayuden a sacar adelante a sus familias. Tras los sismos, las personas se acercan a ellos para ofrecerles ayuda, pero ésta al final no se concreta.
Entre las dificultades que enfrentan, señalan, se encuentra también el regateo de su trabajo, a pesar de ser totalmente artesanal.
El kilo de hilo cuesta casi 70 pesos, mientras que antes de los temblores, se situaba en el rango de los 50 pesos; cada hamaca requiere una inversión mínima de tres kilos de hilo y varios días de trabajo, dependiendo del tamaño y variedad de colores que soliciten los clientes; una hamaca terminada alcanza un precio de 350 pesos.
En el Istmo de Tehuantepec, las hamacas son un elemento fundamental para la vida cotidiana. En las casas tradicionales, los patios lucían hamacas grandes de diferentes colores; al quedarse sin casa, una hamaca se volvió un artículo fundamental para muchas familias que adquieren una, para evitar seguir durmiendo en el suelo.
Pese a ello, la venta de hamacas ha bajado. Para los tejedores, las ventas han alcanzado el peor nivel del año, pues antes de septiembre, vendían al menos una hamaca al día, pero en los últimos dos meses, sólo han vendido 18 hamacas.
“La gente poco a poco se acerca, después de juntar dinero para hacer pedidos de hamacas, nosotros no tenemos a dónde ir, por eso seguimos trabajando en el oficio que aprendimos desde niños”, indica José Manuel, mientras teje una hamaca de cinco kilos de hilo, por encargo de un elemento del Ejército, por la que cobrará 700 pesos.
No obstante, el seguir trabajando en el albergue es la única alternativa; a las horas que se dedican a tejer, se suman las del cuidado del albergue y los víveres que se encuentran aún resguardados en él, pues ante el retiro de los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), el peligro de saqueo es latente.
Por esa razón, los artesanos juchitecos piden el apoyo de las autoridades municipales, aunque reconocen que los funcionarios, sólo acudieron a los albergues en los primeros días de la emergencia y hoy, no responden por los ciudadanos.
(Con información de Edwin Hernández)