Según testimonios recabados por EL UNIVERSAL, los migrantes coinciden en que pese a que hay un tiempo máximo de estancia, no se les exige que abandonen el centro y pueden descansar hasta que decidan continuar con su camino, pues no tienen intención de quedarse, sino de apresurar su llegada a Estados Unidos.

Su aspecto, a diferencia del primer día, también ha cambiado. Ahora, afuera y en el interior hay puestos que venden comida, funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM) hacen el registro de las personas que llegan. Están también funcionarios de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) del gobierno federal, para verificar que los autobuses cuentan con los permisos para ofrecer el servicio de transporte de pasajeros. Son medidas necesarias, pues fue de este centro de donde partió el autobús que hace exactamente una semana volcó y causó la muerte de 16 migrantes.
Por ahora, sólo las ADO, FYPSA y una de autobuses turísticos pueden ofrecer boletos: 556 pesos por persona en el ADO y 500 pesos en las otras dos líneas.
Sin embargo, la necesidad de brindar alimentación y agua potable a más de dos mil personas al día es ahora la preocupación. Édgar Gandarillas, director de Gestión de la Secretaría de Gobierno, estatal, dependencia a cargo de la operación de estos espacios reconoce que en un primer momento no se consideró brindar alimentos a los viajares, pues el objetivo no es dar refugio, sino agilizar el flujo migratorio, así que ha sido la sociedad civil la que ha asumido esta responsabilidad.
De acuerdo con el funcionario la comida que se les ofrece a algunos, porque no hay forma de que alcance para todos, proviene de agrupaciones religiosas y de pobladores de algunos municipios como Tlalixtac de Cabrera, Santa María El Tule y de Huayápam. A cambio, el gobierno oaxaqueño apoya con el traslado de los alimentos hasta el centro de movilidad. La prioridad son las mujeres y los niños, así que en su mayoría son los varones los que no alcanzan a saciar su hambre.
“Van a llegar y a encontrar sanitarios, apoyo para que carguen sus celulares, un plato de comida caliente, que si bien no es ofrecido por el gobierno del estado, estamos trabajando con diferentes instituciones de la sociedad civil, con algunos vecinos de las poblaciones cercanas y con algunas dependencias que se están organizando para traerle de comer a los hermanos migrantes”, dice.

“Esto no es un albergue, es un centro de movilidad. No se había considerado la necesidad de darles de comer, pero se está trabajando con gente de la sociedad civil, pobladores y asociaciones religiosas, que son las que les han traído alimentos”, agrega.
“La preocupación es el agua potable. Se están proporcionando alrededor de 40 garrafones diarios, pero son insuficientes para le número de personas que están transitando todos los días”, afirma.
Esta medida también se tomó porque no hay manos que alcancen, por lo que el gobierno estatal también ha optado por pedir a funcionarios de diferentes dependencias que acudan a brindar a apoyar en la operación del centro. Y sobre todo para garantizar a los vecinos del predio que se mantendrá la limpieza y así no desatar su molestia.

“Como todo programa que se implementa para solucionar una crisis, muchas veces hay actos de molestia. Es un número reducido de vecinos inconformes, pero se ha tratado de dialogar con ellos para evitar actos de discriminación o de abuso. Hemos tenido muy pocos y hemos tratado de hablar con la gente. Además todos los días le pedimos a gente que llega que no tiren basura en las calles, que no hagan del baño en las calles, porque aquí tienen todos los servicios”.
El funcionario reitera que el centro tiene el objetivo de dar a las personas migrantes la certeza de que su travesía por Oaxaca será segura, una garantía necesaria, sobre todo si se toma en cuenta que al menos 50 de ellos han muerto en territorio estatal sólo este año en su afán de cruzar el suelo oaxaqueño.