Con censo a bordadoras sobre sus necesidades, joven de 16 años busca dignificar este oficio en Oaxaca

La mayoría de estas mujeres del Istmo de Tehuantepec sólo tienen como herramientas sus manos, el hilo y la aguja como única manera de llevar ingresos a sus casas y mantener a su familia

Con censo a bordadoras sobre sus necesidades, joven de 16 años busca dignificar este oficio en Oaxaca
Foto: Especial
Sociedad 10/04/2023 09:24 Christian Jiménez Actualizada 09:24

Oaxaca de Juárez.— Todos los días, Azul Sicarú Morales Cruz, al volver de la escuela, recorre alguna población del Istmo de Tehuantepec, tocando de puerta en puerta para conocer la historia de las  bordadoras que por generaciones, con sus manos, mantienen viva la identidad de la región, dibujando con hilos de seda hermosos textiles que las mujeres portan de manera cotidiana o en las festividades.

Azul es heredera de un legado que comenzó al menos dos generaciones atrás. Cuando era más pequeña, recuerda, veía que su abuela bordaba con esmero flores hermosas de colores en los huipiles; sin embargo, con el tiempo comenzó a cuestionarse si ese oficio era lo suficientemente valorado para que perdurara con el tiempo. Por ello, comenzó a visitar a las bordaroras, primero, de su comunidad y luego de otras cercanas, para conocer sus necesidades.

A sus 16 años, esta adolescente de Juchitán tiene un trabajo de medio tiempo con el que costea su  investigación, que hasta ahora no había dado a conocer; no obstante, antes de iniciarla el ayuntamiento le confirmó que no existe un registro de bordadoras en esta ciudad zapoteca.

 

 

Por esa razón, desde hace más o menos un año  comenzó a recorrer pueblos como Juchitán, Ixtepec, Tehuantepec, Ixhuatán y otros de la región como parte de su proyecto que denominó Manos Nube. En sus visitas a  las artesanas se dio cuenta que son las mujeres quienes bordan en jornadas extenuantes y sin condiciones dignas para ejercer su trabajo.“He conocido la historia de muchas mujeres que comentan que bordan como su única manera de ingresos, con la que mantienen a sus hijos, a toda su familia”, cuenta en entrevista.

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Como parte del censo que realiza, hasta el momento ha registrado a  90 mujeres. Para recopilar información, Azul aplica un cuestionario sobre  sus condiciones laborales, muchas de ellas, madres autónomas.

“Hay mujeres que han sacado adelante a sus familias con sus bordados, que tuvieron que asumir el cuidado y manutención de sus hijos, luego del abandono de sus esposos”, lamenta.

En las comunidades indígenas, afirma, las condiciones de quienes  se dedican al oficio artesanal son muy distintas a las de la ciudad, pues su  trabajo se conoce de boca en boca. Muchas de ellas no cuentan con papeles en regla y  tampoco saben usar herramientas tecnológicas para promover su trabajo.

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En enero pasado, el Instituto Oaxaqueño de las Artesanías (IOA) convocó a incorporarse al Padrón de Artesanas y Artesanos de Oaxaca. Quienes completen el registro, tendrán una credencial expedida por el IOA, que les brindará  reconocimiento a nivel estatal, así como acceso a distintos programas. También podrán participar en actividades con proyectos del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart).

Para  poder obtener el documento, es necesario que presenten  copia de su acta de nacimiento, comprobante de domicilio reciente, credencial de elector, una constancia expedida por una autoridad municipal que especifique su rama artesanal y una foto  infantil.

De acuerdo con Azul, los requisitos que son solicitados para el caso de las bordadoras del Istmo, dificultan su registro, pues no cuentan con apoyo para el trámite. Algunas, dice la joven, han preguntado sobre el proceso  y les han indicado que tienen que  iniciar el trámite a través de una aplicación celular o con una llamada.

“Son muy pocas las artesanas que cuentan con un teléfono y que saben cómo usarlo”, dice Azul sobre la importancia de conocer los contextos de cada región, municipio y pueblo, para saber qué herramientas tienen y cuáles son sus necesidades.

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La estudiante dice que la primera fase de su investigación culminará con las primeras 100 artesanas, tras lo que buscará cómo procesar los datos y que sirvan para que el oficio no  desaparezca. E insiste que atender a las artesanas no es una labor únicamente de las autoridades, sino un compromiso colectivo que debe establecerse para la preservación del legado cultural tangible de las comunidades. 

 

 

Y sobre todo, puntualiza que los datos que está obteniendo en campo, posibilitarán la implementación de herramientas para la dignificación del oficio de las bordadoras.

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