Con salsas y conservas, empresaria de Oaxaca busca reducir migración en Ciénega de Zimatlán
En "el pueblo de la nostalgia" Alejandrina gestó Dasdifel para reducir el índice de migración, pues la falta de trabajos obligó por años a ciudadanos de su comunidad y a su propia familia a irse al extranjero
Ciénega de Zimatlán. — Desde que Alejandrina Bernabé Cortés realizó sus viajes escolares para visitar empresas y conocer sus procesos, nació en ella el sueño de crear un proyecto propio. Ingeniera química de profesión por el Instituto Tecnológico de Oaxaca, recuerda que siempre se preguntaba sobre quiénes eran los dueños de las compañías e, invariablemente, era un extranjero o un extranjero que se la compró a un mexicano.
Entonces la embargaba la tristeza de saber que la historia se repite, que los recursos naturales son explotados por otros países, pero lo que acentuó aún más su deseo de crear su propia empresa fue ver a uno de sus hermanos llorar desesperado ante su madre porque tenía que emigrar a los Estados Unidos en busca de trabajo.
De esta manera se gestó Dasdifel, una empresa dedicada a la producción de conservas, con la intención de reducir el índice de migración en Ciénega de Zimatlán, un municipio de los Valles Centrales de Oaxaca.
“A la Ciénega de Zimatlán en sí se le conocía como el pueblo de la nostalgia o el pueblo fantasma porque la mayoría, más de 80% de los esposos e hijos se iban a Estados Unidos. Se quedaban muchas mujeres esperando la llegada de sus parejas. Ahorita es menos, pero sigue siendo alto el índice de emigración; muchos siguen yéndose a Estados Unidos”, cuenta.
Alejandrina insiste en que su proyecto de conservas y salsas comenzó a tomar forma cuando vino su hermano de Estados Unidos, mismo que “ha sido como un segundo padre” para ella, pero quien no podía quedarse en su tierra ante la falta de oportunidades laborales.
“Cuando él se va a los Estados Unidos, lo veo llorar muy desesperado con mi madre y eso a mí me parte el alma. Dije, quiero formar empresas que ayuden a reducir el índice de migración, que no se desbaraten hogares, familias”, narra.
Su empresa nació hace 10 años. Con su primer sueldo que ganó trabajando en una embotelladora de agua potable y refrescos se compró una báscula granataria con la firme intención de empezar. Luego pensó en el nombre: Dasdifel, un acróstico dedicado a Dios, pero que precisa también los principios bajo los cuales la conduce: alta responsabilidad social, protección al medio ambiente y ayuda a madres solteras.
Foto: Edwin Hernández
Con esa báscula granataria Alejandrina empezó a elaborar, en el cuarto de su casa, salsas gourmet y nutritivas sin colorantes, sin saborizantes y sin espesantes artificiales. Su primer lote consistió en un total de 20 frascos de salsas. Trabajaba en su proyecto una vez a la semana, mientras desempeñaba otros trabajos en Liconsa o como profesora.
“El primer lote que hicimos fueron 20 salsas. Como eran gourmet lo llevé a un mercado que no era y al principio no se vendió ni una. Y dije, no puede ser. Pero no me desanimé y fui buscando para encontrar el mercado adecuado para el producto. Me dio tristeza, pero empecé a buscar más espacios para mis salsas”, cuenta.
Ahora, la empresa de Alejandrina produce de 500 a mil salsas diarias y cuenta con más de 100 sabores: habanero con naranja, habanero con limón, salsa macha, de chapulín, habanero con piña, habanero con mango, habanero con guayaba y pitiona y salsa de chicatanas.
Pero también produce mole vegano, mole almendrado, mole afrutado y aderezos de almendra con arándano, sal de habanero y sal de cacahuate, entre otros productos.
“Son salsas gourmet a base de aceite de oliva extra virgen, habaneros, aderezos, moles veganos, moles tradicionales, moles almendrados, moles afrutados, productos gourmet con alto valor agregado”, apunta.
Alejandrina Bernabé destaca que hace una década, cuando inició, prácticamente no contaba con nada, lo hizo en un cuarto de su casa y con lotes muy pequeños. Ahora su empresa ha crecido de tal manera que se han cambiado a un sitio más grande en el cual ya cuentan con una pequeña nave industrial; espacio en el que además, ya tienen su propia tienda y próximamente contará con un restaurante. Además, de trabajar un día a la semana, ahora son cinco o seis días los que laboran.
Mientras que las salsas, las mismas que en un inicio no se vendían, ahora han tenido tal aceptación que ya se venden en Los Ángeles, California; Estados Unidos, Estado de México; así como en Veracruz, Nuevo León, Puebla, Campeche y diferentes regiones de Oaxaca.
Tres de los seis hermanos de Alejandrina Bernabé viven aún en Estados Unidos y su deseo ahora es que se regresen porque su empresa crece cada día más, pese a los dos años de la pandemia de Covid-19 que provocó que muchos de sus clientes, como tiendas gourmet y restaurantes, cerraran a causa de la crisis sanitaria.
“Soy una mujer muy hogareña y de familia, tengo seis hermanos, tres están en Estados Unidos y siempre he tenido la ilusión de que vengan aquí con nosotros, porque cada vez la empresa va creciendo un poco más”, cuenta.