
“Los platillos que planteamos en los talleres son rápidos y económicos, no requieren muchos ingredientes ni son difíciles de adquirir. Se cree que la comida sana es cara y por eso no se elabora; eso es mentira, con poco dinero, con pocos ingredientes, que se localizan fácilmente en el mercado, se pueden hacer platillos nutritivos”, explica el especialista.
Idalia Gutiérrez Ordaz tiene 56 años y lucha por mantener a raya su diabetes, a través de una dieta baja en grasas y azúcares con la guía del nutriólogo. Su forma de comer y elaborar sus alimentos cambió desde que llegó al Uneme: de los 350 de glucosa que mantenía ahora no rebasa los 110.
“Es un cambio radical lo que hacemos al seguir al pie de la letra los medicamentos y la alimentación. Es difícil al principio, porque traemos hábitos desde niños, pero no es imposible. Llevo medio año y me siento más viva, me siento diferente. En el Uneme me atienden en todos los aspectos, desde la nutrición hasta lo sicológico, es una atención realmente integral que no la tenemos de manera gratuita en ningún lado”, comenta.

Ibzan Martínez, maestro en Salud Pública, considera que en Juchitán el Covid-19 encontró un pueblo enfermo, con un sistema inmunológico bajo, una población inflamada y con complicaciones crónico-degenerativas, pero, sobre todo, encontró una gran aliada: la obesidad, pues de cada 10 personas, siete sufren esta condición o tienen sobrepeso. Más de la mitad de pacientes con obesidad son mujeres.

Por lo mismo, considera de gran importancia impulsar los talleres de comida saludable no sólo entre pacientes sino entre toda la población, comenzando por las infancias.