Crecen retos virales… con leyes escasas

Al ser las redes intermediarias, quedan exentas de responder ante daños que causan los desafíos, dicen expertos; padres deben estar atentos a sus hijos

Crecen retos virales… con leyes escasas
Ilustración: Ani Cortés EL UNIVERSAL
Sociedad 06/02/2023 07:26 Actualizada 07:27

San José.— “Mamá, parece que me dieron algo”, alertó un niño a su madre en Colombia en un mensaje vía teléfono celular. La mujer —sólo identificada como Johanna H— narró que su hijo —colombiano y de identidad también protegida— luego le escribió que ingirió viagra en una gaseosa que consumió en una dinámica para compartir alimentos en el curso lectivo con sus compañeros de escuela en ese país.

Una madre en Ecuador detectó que su hijo, de nueve años, adoptó inesperadamente la costumbre de dormir más de 12 horas diarias y permanecer somnoliento el resto del día, con desmayos y vómitos.

La mujer llevó a su hijo, ambos con identidad reservada, a un centro de salud de esa nación sudamericana y los exámenes médicos revelaron que el menor ingirió una dosis excesiva de clonazepam.

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Ambos casos, de 2022 y 2023, son apenas ejemplos de un peligroso proceso que proliferó en las redes sociales con retos virales en los que son reclutados principalmente menores de edad y que se propagó en diferentes países de América Latina y el Caribe.

“Sería ideal que las redes sociales, al detectar una cosa así, suspendan la cuenta del usuario y lo reporten a la justicia o a un canal de denuncias”, afirmó el ingeniero informático Alexánder Vargas, vicerrector académico de la (no estatal) Universidad Latina, de Costa Rica, y directivo de la Cámara de Tecnologías de Información y Comunicación (CAMTIC) de este país.

“Una manera de proteger a nuestros niños y jóvenes es conversando y alertando sobre los peligros que representan los desafíos virales que surgen en internet o en las aplicaciones y sus consecuencias”, argumentó Vargas a EL UNIVERSAL.

Al reconfirmar que la situación es “preocupante y fatal para nuestros jóvenes”, sugirió configurar “los controles parentales de YouTube u otras redes para evitar que personas menores puedan ver contenidos peligrosos” y reforzar la privacidad de sus dispositivos.

“La jurisprudencia sobre responsabilidad por daños causados con las redes sociales es muy variada y escasa en todo el mundo. Esto hace que exigir responsabilidades a las plataformas que alojan estos contenidos no sea sencillo. En la mayoría de ocasiones el papel de intermediario que juegan las deja exentas de responder por este tipo de daños”, aclaró.

Al subrayar que la mayoría de redes tiene medidas para evaluar el contenido e identificar y reportar violaciones a las normas, como publicar desnudos o contenido violento, recordó que “cuando se detecta una infracción, se elimina automáticamente o se reporta para que lo revise (…) el equipo de seguridad”.

Si se constata la falta, el contenido se elimina e informa “al creador sobre el motivo” y hay oportunidad de que el autor pida revisar la decisión, describió.

“Parte de las condiciones que cada usuario acepta al crear su perfil en una red social es la prohibición a publicar contenido que represente, promueva, defienda o aliente la participación en desafíos virales peligrosos. Pero lamentablemente cuando esto ocurre, la plataforma únicamente penaliza al usuario con la suspensión temporal o permanente de su cuenta”, adujo.

Fármacos de riesgo

El inquietante mensaje que la madre recibió de su hijo en Colombia permitió reconfirmar que en la red social TikTok se popularizó un reto entre infantes y adolescentes para consumir el medicamento sildenafil en un uso inadecuado que provocó la hospitalización de víctimas.

Conocido con nombres como viagra, se receta para tratar la hipertensión arterial pulmonar, aunque también como potenciador sexual masculino.

“Mi hijo me dijo: ‘Mamá, parece que me dieron algo’, porque habían propuesto una actividad de compartir, rotan los alimentos y comparten la comida. Al rato vuelve y me escribe el niño y me dice que le dieron viagra en una gaseosa”, recordó la mujer.

El hecho perjudicó al hijo de Johanna H y a otros niños con síntomas similares, y los menores alertaron a sus educadores y a sus padres.

El (estatal) Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) de Colombia alertó que en centros educativos de distintas zonas colombianas se asentó una riesgosa costumbre de tomar una mezcla del medicamento con diferentes bebidas.

Entre los potenciales riesgos al ingerir el fármaco sin supervisión médica “está la disminución leve y transitoria de la tensión arterial, y efectos sobre la visión de forma espontánea, pues se han notificado casos de defectos visuales”, explicó Invima.

El consumo de ese producto sin debida formulación médica es peligroso, porque el sildenafil está prohibido para personas con enfermedades cardiovasculares y para menores de 18 años con trastornos de sexualidad, agregó.

Luego de insistir en que esa medicina “no tiene fines recreativos”, admitió que recibió reportes de la “mala práctica” en los departamentos (estados) colombianos de Norte de Santander (nororiente), con 13 casos; Atlántico (norte-caribeño), con cuatro, y Quindío (centro-occidente), con 20. No hubo precisión sobre el número en Meta (centro), Cundinamarca (centro) y Antioquia (noroccidente).

A tres niños y una niña, de 12 a 15 años, respectivamente, se les entregó una gaseosa con media pastilla en una broma de sus compañeros en Atlántico.

Una autoridad sanitaria de ese departamento aseveró que los efectos habrían sido más graves si se les hubiera dado la pastilla completa y que uno de los menores presentó taquicardia.

Los intoxicados en el colegio San Bartolomé, de Norte de Santander, combinaron la cápsula con jugo de maracuyá.

“Exhorto a los padres de familia a orientarlos, acompañar y hacer seguimientos a sus hijos sobre el buen manejo y uso de las redes sociales”, pidió la educadora colombiana Astrid Álvarez, rectora del colegio, en un comunicado.

¿Ganar o perder?

Bajo la proclama de que “el que se duerma al último, gana”, un desafío viral denominado “reto clonazepam” se difundió este año en TikTok en Ecuador, México y otros países de América Latina y el Caribe.

Autoridades policiales mexicanas que investigan los delitos cibernéticos alertaron del hallazgo en 2022 de unos 500 videos de menores captados al consumir el medicamento. La meta es que los menores ingieran ese fármaco que actúa sobre el sistema nervioso central e impacta en el estado de ánimo con propiedades sedantes y, entre muchos otros resultados, ocasiona depresión, adicción o dependencia, deterioro de los reflejos, estado de coma y lleva a la muerte.

La comercialización del clonazepam está restringida y sólo puede ser vendido con receta de un médico siquiatra, con indicaciones precisas de dosis y otros estrictos requisitos legales, profesionales y oficiales.

No obstante, trascendió que en un mercado de Guayaquil, la segunda ciudad más importante de Ecuador y capital de la surcentral provincia de Guayas, se estaría vendiendo libremente.

Las personas que participan en el supuesto juego deben grabar la escena del momento en que ingieren ese producto, preferiblemente con algún licor.

Aunque esa medicina causa somnolencia, mareos, desequilibrios, adormecimiento, descoordinación y otros fallos, la intención es tratar de resistirse a dormir y a las otras secuelas.

Cuando la desesperada madre y su descontrolado hijo ingresaron a finales de enero pasado a un hospital ecuatoriano, el personal de salud verificó que el cuadro del niño se asimiló al de otro paciente menor de edad que llegó en similares condiciones sólo dos días antes.

“Esto pasa por alfabetización y sensibilización de parte de los padres de familia”, alegó el abogado costarricense Andrés Oviedo, profesor de Regulación de las Telecomunicaciones en la (no estatal) Universidad Autónoma de Centroamérica, de Costa Rica, gerente de Regulación e Interconexión de Claro Costa Rica, filial de la transnacional mexicana América Móvil, y directivo de CAMTIC.

“Los padres de familia somos los principales llamados a saber qué están haciendo nuestros hijos y educarlos sobre los riesgos y todo lo demás”, dijo Oviedo a este diario.

“¿Ley? Por más ley que exista sobre la materia no va a generar nada. Es un tema de sensibilización y alfabetización de los padres a los hijos sobre este tipo de plataformas y esos retos”, advirtió.

Cuando la crisis por el uso infantil del viagra en Colombia golpeó el año anterior al colegio Antonio Nariño, en Quindío, los reportes de esa institución confirmaron que cinco de los 20 intoxicados —de 10 a 16 años— con ocho píldoras en cuatro litros de gaseosa padecieron también un agudo choque nervioso al ver a los 15 en colapso.

Un informe del hospital que los atendió relató el escenario: “nerviosismo, algunos con cierta sudoración, algunos con vómito, pero más que todo esa crisis de ansiedad. Al seguir el tiempo ya fueron llegando más estudiantes y hasta la una de la tarde atendimos más o menos 20 estudiantes, entre niños y niñas”.
 

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