A sus ocho años de edad, es estudiante de tercer grado en la Escuela Primaria Centenario de Juárez, en la Novena Sección de Juchitán, donde motiva a sus compañeras y compañeros a aprender el diidxazá.
“Primero, fácilmente aprendí español, pero después mi abuelita, que se llama Roselia Valdivieso, me enseñó a hablar en zapoteco”, cuenta Dara.
Aunque a su corta edad no conoce de estadísticas, Dara sabe que son las y los niños quienes menos hablan su lengua, pues sus padres ya no la aprendieron y se comunican únicamente en español.
“Yo soy la única niña en mi salón que habla zapoteco, pero a veces deseo que seamos más. Por eso traje un libro a la biblioteca, porque me siento orgullosa y feliz de hablar mi lengua. Quiero que en esta biblioteca el número de hablantes crezca”.
Sin embargo, reconoce que no a todos los niños les interesa aprender la lengua de sus abuelos, pues no les parece importante. “A algunos no les interesa porque de seguro no saben qué tan importante es el zapoteco. Pero cuando nuestros padres o abuelos hablan zapoteco, es más fácil que como niñas y niños estemos interesados”.
Dara se propuso no sólo hablar, sino también escribir en zapoteco, que aunque no es su lengua materna, es la herencia de su abuela y la identidad de su tierra.
“Mi palabra favorita es xquidi, que en español significa niñas o niños”, cuenta.
Al conocer su labor, su abuela, doña Roselia, la alienta a prepararse porque considera que la preservación de su lengua es muy importante.
Mientras tanto, Dara se estima afortunada de haber heredado la lengua de su abuela, pues sus hermanos más pequeños aún hablan sólo español. “Conmigo tiene que hablar zapoteco, porque cuando habla conmigo sólo español, se me olvida mi lengua”, agrega.
Aunque habla en diidxazá de manera fluida, Dara se inscribió en febrero en un taller de lengua y pensamiento indígena en Juchitán, que coordina el ayuntamiento y la Seculta, al que asisten otras niñas y niños de esa ciudad.
Los talleres, así como los libros en lenguas disponibles en espacios públicos, indica, despiertan la curiosidad. Además, para las y los hablantes, practicar es útil para fortalecer el vocabulario; por eso, ella ensaya aun cuando no hay clases, mediante la lectura de libros o la práctica de los números.
“Si no nos sumamos a los talleres o nos acercamos a nuestras abuelas o abuelos, puede que nuestra lengua desaparezca”, finaliza.