Doña Paulina y sus 2 nietas, víctimas de un incendio en Oaxaca y de las promesas del gobierno

De oficio pepenadora, la mujer de 65 años se hizo famosa en Tuxtepec cuando un exmunícipe le prometió una casa que nunca llegó; sus dos nietas luchan por sobrevivir con quemaduras de más de la mitad de su cuerpo

Doña Paulina y sus 2 nietas, víctimas de un incendio en Oaxaca y de las promesas del gobierno
Foto: Especial
Sociedad 09/02/2023 10:07 Antonio Mundaca Actualizada 11:51

Tuxtepec, Oax.- Rosario y Ana Laura sobrevivieron al incendio, pero sus cuerpos quemados casi a la mitad, según los reportes médicos, en cualquier momento pueden sufrir un paro respiratorio y no resistir. Las niñas salieron tambaleándose de la casa ubicada en la colonia Miguel Hidalgo en el centro de Tuxtepec, en medio del humo; fueron ayudadas por los vecinos.

Eran las seis de la mañana del 7 de febrero. El humo negro duró un par de horas y los colonos espantados se organizaron con pipas de agua para apagar el fuego, mientras llegaban los bomberos. Rosario, la mayor de las pequeñas, de 14 años, se quejaba del dolor y pedía que sacaran a su abuelita de lo que quedaba de la casa. Ana de nueve, casi inconsciente, temblaba envuelta en una frazada blanca que le lastimaba la piel.

Mientras, la pequeña casa se consumía: cajas de cartón, botes de plástico, madera vieja, paquetes de periódicos, cobertores de feria se incineraban elevando el incendio, dejando oscuras las paredes sin repellar de la casa amontonada.

 

 

La abuela Doña Paulina, de 60 años, fue encontrada dormida, recostada, inerte entre los escombros cubiertos por el negro de las cenizas. Murió de asfixia, reportaron los paramédicos.

 

La dignidad, la propaganda

 

Doña Paulina se hizo un personaje “famoso” en Tuxtepec, en diciembre de 2017, cuando subió al estrado del primer informe municipal del expresidente Fernando Bautista Dávila (2017-2020). Caminó nerviosa por un pasillo reluciente, detrás de ellas en letras gigante decía “Tuxtepec, un gobierno del pueblo”.

Pequeña, tímida, con el rostro nervioso, abrazaba a sus nietas sin desprenderse de una bolsa de mercado con dibujos de Disney. Estuvo en el foro frente a representantes del gobierno del estado, regidores, diputados y fotógrafos; el munícipe  se refirió  a ellas: “hay días que tienen para comer, hay días que no tienen para comer, sólo para un trago de café”. Bautista Dávila, en medio de su carrera por la reelección, les prometió el mayor de los sueños de Doña Paulina: “Voy a construirles una vivienda para que tengan una vida digna”.

La familia de mujeres bajó de las luces del estrado. Un año después, Doña Paulina denunció la promesa incumplida. Nunca hubo apoyo, nunca hubo casa, fue preparada para ser usada, ella y sus nietas, como un montaje, “una idea de un presidente para parecer sensible y cercano a las personas pobres en una ciudad llena de desigualdad y violencia”, dijo un reportero entonces.

 

 

La sociedad supo que se dedicaba a recolectar desechos de basura. Los padres de las menores fueron al principio un misterio que se conoció después: quedaron huérfanas muy chiquitas en un hogar violento.  Rosario trabajaba de cerillita en un centro comercial, y la menor no había comenzado la escuela.

 

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Dos niñas y humanistas que regalan su trabajo

 

Rosario se encuentra intubada y en estado de coma inducido. Tiene quemaduras de tercer grado en todo el cuerpo. Llevan horas buscando un oftalmólogo que acuda al Hospital General de Tuxtepec, un hospital rebasado que carece de muchos especialistas.

Rosario, posiblemente en las próximas horas, dicen los doctores, deba ser trasladada a un hospital de Veracruz o la ciudad de Oaxaca porque Tuxtepec no tiene área de Terapia Intensiva y temen que sus heridas puedan infectarse.

 

 

Si lo hacen, no saben si sobreviva en el camino. El humo del incendio le afectó las córneas y podría perder la vista. La tienen sedada para que no le duela el cuerpo. “Chayito”, como le decían los vecinos, estudia en el Instituto Estatal de Educación para Adultos (IEEA).

Ana Gabriela tiene un 50% de quemaduras en el cuerpo de primero y segundo grado. Los doctores en el Hospital General dicen que su pronóstico de supervivencia es favorable. No saben su edad exacta, le calculan nueve años.

Fue registrada legalmente apenas el 4 de abril del año pasado. Al hospital han llegado familiares lejanos, pero Ana Gabriela no los reconoce como familiares; las autoridades médicas sólo reconocen como tutor a Carlos Abad, un reportero tuxtepecano que desde hace cinco años, tras perder a su hija, convirtió a las menores en su familia, y ha gestionado para ellas la escuela. Lleva años pagándoles la renta, mil 300 pesos mensuales por el cuarto que ahora está quemado.

 

 

Los especialistas que han atendido a Ana Gabriela y Rosario, el oftalmólogo Alán de Jesús Gaytán Lorenzo, el Dr. Gerardo Cerda Parra, médico radiólogo, Eliot León Najera, de radiografías portátiles, han regalado su trabajo para salvarlas. Ninguna de las dos niñas sabe que su abuela Paulina ha fallecido.

En tanto, los vecinos de la Colonia Miguel Hidalgo se han organizado para comprar el ataúd de Doña Paulina. También organizan rifas y colectas para la atención médica de las niñas. Han conseguido un terreno gratuito para enterrarla.

Un día antes del incendio, cuentan, estaba feliz, porque acababa de ser notificada que recibiría en marzo su pensión de 65 y Más.  Los vecinos dicen que desde hace años debieron salvarlas.

 

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